Durante unas vacaciones en Ciudad de Panamá, me encontraba sentado en una banca de la Plaza de Francia junto a mi esposa. Como es característico de este país de América Central, ese día hacía mucho calor. El exceso de calor me daba la impresión de que el tiempo transcurría más lentamente de lo normal. Yo tenía entonces mi mirada clavada en el piso, mientras me comía un helado comprado algunos minutos antes.
Luego percibí un bicho peludo color verde −casi fluorescente−, de aproximadamente ocho centímetros, que avanzaba a rastras por el piso de la plaza. Nunca antes había visto un bicho de tal tamaño, ni de ese color, ni con tanto pelo. Más que sorpresa me causó repudio. De seguido le dije a mi acompañante “¡mira qué gusano más feo!”, a lo que ella asintió con una expresión facial difícil de imitar.
En ese momento ambos estábamos concentrados en observar cómo se arrastraba ese bicho.Seguidamente percatamos que una persona pasaba por ahí y que su trayectoria coincidiría con la del gusano repugnante. El gusano llevaba sin dudas las de perder.
En mi cabeza imaginé la escena: la persona ponía su pie sobre el bicho, su peso lo aplastaría, lo que haría explotar, del para entonces cadáver del gusano saldría un líquido verduzco, al tiempo que se escucharía un ligero crujido, como el que se escucha al aplastar una cucaracha con un zapato.
Al parecer mi esposa tuvo la misma visión que yo tuve, con la diferencia de que ella quiso evitar el asesinato y optó por advertir al pasante mientras señalaba con su dedo a la cosa peluda, que avanzaba siempre a paso lento pero constante. El pasante se detuvo y dirigió su mirada hacia donde el dedo señalaba; luego de observar por un pequeño instante al insecto dijo “¡oh, qué gran oruga, sin duda llegará a ser una hermosa mariposa!”. Nos regaló una sonrisa y siguió su camino mientras esquivaba la oruga.
Las palabras de esa mujer despertaron en mí una reflexión. Entonces me di cuenta de que muchas veces al afrontar una situación que se nos pone un poco cuesta arriba, solo logramos apreciar el lado negativo. Sin embargo, incluso de situaciones difíciles podemos sacar cosas positivas. Empero, esto solo dependerá de la mentalidad con la que abordemos la situación.
En esta analogía, las cosas negativas son representadas por la oruga (que justo antes de encontrar al pasante, para mí era solo un bicho peludo y asqueroso), mientras que el lado positivo o el potencial aprendizaje que podríamos sacar de una determinada situación, está representada por la mariposa.
Que quede bien claro que no pretendo dar un consejo; con los años he aprendido que un buen consejo solo se da cuando se te solicita. Sin embargo, deseo compartir mi resolución personal: a partir de este evento trataré de abordar aquellas situaciones complicadas que la vida pueda presentarme, desde la perspectiva de la mariposa, tratando de mantener una mentalidad positiva, para así poder ver cosas buenas donde en apariencia solo hay malas.
¿Tu qué eliges: ver la oruga o ver la mariposa?