Aut laudamus aut detrahitis

En el marco del acontecer mundial, la noticia del retiro oficial del Papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, y la elección de su sucesor como

En el marco del acontecer mundial, la noticia del retiro oficial del Papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, y la elección de su sucesor como jefe superior de la iglesia católica desde  el Vaticano, ha traído consigo una serie de debates ideológicos, religiosos y políticos, tanto por quienes son creyentes como quienes simplemente siguen ese acontecer de alguna u otra manera.

En gran espacio de los principales medios de comunicación, se ha mencionado lo que sucede y el porqué de ello, siendo nuestro pequeño país un seguidor y jugador más en el asunto. Costa Rica de hecho, es uno de los pocos países del llamado “occidente” en tener un Estado Confesional (que se adhiere a una determina religión), debido al corte histórico infundado desde la colonia española, donde en la Constitución Española de Cádiz (1812) en su artículo 12 indicaba “La Religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra”.El Pacto Social Fundamental Interino de Costa Rica del 1 de diciembre de 1821, hito de nuestra trayectoria, nos decía ““La religión de la provincia (en relación a la Federación Centroamericana) es y será siempre la católica apostólica romana, como única verdadera, con exclusión de cualquiera otra” (Art. 3). Años luego, para 1869, la Constitución promulgada por Don Jesús Jiménez declaraba en el art 5: “La Religión Católica, Apostólica, Romana es la de la República: el Gobierno la protege y no contribuye con sus rentas a los gastos de otros cultos, cuyo ejercicio, sin embargo tolera” (se mantuvo igual para la constitución de 1871), y finalmente, en relación a la carta magna vigente, en el artículo 75 se narra: “La Religión Católica, apostólica, Romana, es la del Estado, el cual contribuye a su mantenimiento, sin impedir el libre ejercicio en la República de otros cultos que no se opongan a la moral universal ni a las buenas costumbres”.

El fin de este breve artículo no es batallar por el progreso o no de tales afirmaciones en la Constitución, ni el alcance de la religión, pero sí lo es el mencionar desde el seno del documento político más importante para la Nación, la participación de la iglesia Católica, y por ende, el seguimiento de muchísimas personas a la determinación del nuevo Papa. Justo en las cercanías de tal elección y de las muestras de humo blanco, muchas preguntas de carácter estructural suscitaron, en relación a los temas que más han acarreado cuestionamientos en nuestro país: diversidad sexual, aborto, abuso sexuales de los eclesiásticos, fertilización in vitro, reducción de pobreza, métodos anticonceptivos, fe, ambiente, corrupción, educación, entre muchos otros.

Y es que la Iglesia Católica ha tenido que lidiar muchos de esos asuntos en los últimos años y no siempre ha salido bien librada, mientras que en otras oportunidades, es la misma Iglesia quien ha propuesto centenares de ideas que han calado con éxito. Por otro lado, debemos recordar también los intentos de la clase política en años anteriores, por eliminar el famoso artículo 75 de la Constitución, en procura de un Estado laico, con eco en algunos grupos sociales (una de las razones económicas de tal pugna era el financiamiento estatal, que ascendió a unos 1670 millones para el 2010-12 por parte de Hacienda, según informó CRhoy el 17 de agosto del 2012),  pero al final otras características desmotivaron tal ideal. Pues bien, más que únicamente hablar del financiamiento en términos netamente económicos, se puede cuestionar también la injerencia en campos como la educación sexual en el MEP, y una cadena más de detalles, así como el gran aporte social cristiano en pequeñas comunidades en donde el Estado no tiene acción. No queda más que esperar, a que el nuevo papa Francisco 1 muestre una ruta a seguir, bien para alabarle y seguirle, o bien para exigir reformas radicales (aut laudamus aut detrahitis).

 

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