“Hoy juegan la SELE… y Brasil, vamos a ganaaaaar…. 5 a 0!”. O: “…vamos por el Campeonato, mae, el Campeonato….!”.
Y puede usted, querido lector, sustituir el nombre del rival de la Sele, que siempre se oirá: “Sele, Sele, Sele….!!!!”. Y puede usted estar seguro que todo siempre se paralizará en este país: inicialmente el tránsito de autos y de peatones, las carreteras lucirán espléndida y pacíficamente despejadas, las librerías (buena, para mí!!! Yupiii!), las tiendas, los supermercados, los cines, y hasta los templos. Por su parte, los bares y tabernas estarán a reventar cargados de simpatizantes (casi siempre jóvenes) airosos e inmisericordes que visten camisetas costarricenses y armonizan entre licores y cantos la presencia (no necesariamente el juego) de “Tiquicia”.¡Todo como muerto! Es inexplicable, incomprensible e impredecible el valor, significado y alcances reales que pueda representar todo ello. Esta debe ser una asignatura pendiente para sociólogos, políticos, antropólogos, psicólogos, sacerdotes, agentes del orden y la seguridad pública, empresarios y profesionales deportivos. Potencialmente para algún estudioso de la ética social.
La Escolástica Medieval, tal vez siguiendo a Aristóteles, aclaró en parte hechos como esos: tales acontecimientos son imprescindibles y no faltan en la sociedad humana, de faltar aumentarían las endemias sociales, los hurtos, los homicidios, los adulterios, la desorganización de las familias y de los grupos. Los romanos, muy pragmáticos, sintetizaron: “al pueblo, pan y circo”. O sea, inversión gubernamental, beneficio social y mal menor. Increíble paradoja. La sociedad, la vida en sociedad, es una increíble paradoja.