Chau, Laura

Uno querría hablar bien de la administración Chinchilla, pero qué va.Incurrió además en la novatada de creerse “dilecta” o “señalada” por Óscar e ingenuamente

Uno querría hablar bien de la administración Chinchilla, pero qué va.

La dama no solo se encontró con que la administración Arias le dejó un proceso de déficit fiscal incontenible (cuya gestación o refuerzo y responsables la presidenta no ha denunciado al país con nombres y apellidos), sino que se dio un equipo de gobierno flojo, comenzando por sus vicepresidentes, y equívoco, y “su” fracción parlamentaria obedece al actual Godzilla de la política local: Rodrigo Arias.

Incurrió además en la novatada de creerse “dilecta” o “señalada” por Óscar e ingenuamente confiar en que el Partido Liberación Nacional existe. Viene por lo tanto pagando sus flacuras y abriéndose a los escenarios o de la soledad política o de la total sumisión al circuito de La Nación S.A. o al clientelar y descocado “mundo arista”. Dos cosas son seguras: no habrá chinchillismo y los perjudicados serán los de siempre: la ciudadanía de a pie y los sectores sociales que asisten (por desgracia políticamente inertes) al derrumbe de la seguridad social y la continuidad de una educación pública indefendible. Por referir dos desastres.

Cierto es que ha habido entornos que han resultado de manejo chirriante. Ningún espíritu celestial desvió las lluvias que han afectado a la población y a la economía y el gobierno de Nicaragua puede ser calificado de muchas maneras excepto como “buen vecino”.

Pero el problema principal de Chinchilla es lo que todavía llaman Partido Liberación Nacional. Con su aparato se pueden ganar elecciones (centradas en el mercadeo de imagen y clientelas fijas, reales o virtuales), pero para gobernar se requiere, en estos momentos, ser parte de la estridente argolla arista. El triunfo en el 2006 de Óscar Arias no sacó del cementerio al PLN, pero sí exacerbó las garras particulares de militantes y clientelas. La debacle de la cúpula del PUSC y su ruina electoral dicen a los codiciosos que ya no hay que repartirse nada con nadie, excepto con los grupos de  dueños tradicionales del país. Lo que algunos llaman “pragmatismo” o giro “conservador” del PLN, no es sino resultado de que enriquecerse vía el patrimonialismo/clientelismo desde el Estado y el gobierno, no requiere de ideología ninguna si se carece de rival electoral. Basta la desfachatez. Y ésta abunda.

Chinchilla no pesó esta realidad cuando aceptó la candidatura. O no quiso verla. Una administración honesta no es posible en estos momentos en Costa Rica. Y un gobernante solo está firme si acepta todos los criterios de camarillas neoligárquicas y oligárquicas. El ruido comenzó cuando Rodrigo Arias se autoeligió asesor presidencial y Guillermo Zúñiga, diputado nacional ‘chinchillista’, corrigió a la presidenta (quien exhaló un quejido público por la situación fiscal heredada) afirmando que “Nunca un Gobierno entrante ha tenido disponible, en tan poco tiempo, tal cantidad de recursos para inversión como éste.” O sea, Chinchilla nada en dinero. Zúñiga es hombre leal a los Arias. La situación viene culminando en estos días: Rodrigo Arias, tras palmear en la espalda a diputados y alcaldes ‘liberacionistas’ en una fiesta que les ofreció para celebrar sus triunfos electorales, logró además ser declarado Ídolo Supremo del ‘partido’: Los deseos del Rey son la Ley. Chinchilla es ‘solamente’ la presidenta.

El Rey deslizó a la prensa: “Si el Gobierno me pide que colabore, yo colaboro, no es asesoría, no es cargo oficial, es hacer lo que yo pueda con mi amistad con los diputados, amistad con los alcaldes, para que las obras se puedan ejecutar mucho más rápido” (LN: 17/01/2011). Lo que dice es: ‘Mire, Laurilla. Si quiere que las cosas salgan, haga lo que yo digo. Si no, o se demoran o no salen del todo’. O sea el Rey dio un golpe de Estado. Él detenta el poder gracias a su “amistad con los diputados y alcaldes”. Menos mal que el país no tiene ejército.

La presidenta legal ya entregó parcialmente una oreja. Conversará con el Rey y dejará que el renunciado Guillermo Zúñiga sea diputado hasta cuando a Rodrigo se le antoje. Renunció solo para tornar patente la soledad de Chinchilla. Su Ministro de la Presidencia, otra ficha de los Arias, declara, sin sonrojarse: ‘Yo no veo fuegos electorales’. (LN: 18/01/2011). ¿Golpe de Estado? ¡Hombre, en Costa Rica!

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