La mujer que tiembla

LA MUJER TEMBLOROSASiri HustvedtensayoAnagrama2010232 páginas.El nuevo libro de la consagrada novelista Siri Hustvedt ingresa a esta escena cultural incentivada por los avances tecnológicos

LA MUJER TEMBLOROSA

Siri Hustvedt

ensayo

Anagrama

2010

232 páginas.

Desde hace años, el funcionamiento de la mente y las investigaciones sobre el cerebro humano han dado lugar a una literatura de divulgación científica que se convirtió en un sub-género editorial. Los libros del médico Oliver Sacks sumaron un tono novedoso a la transmisión de conocimientos neurológicos, con la incorporación de una estructura narrativa a la exposición de casos clínicos e incluso, del relato de experiencias personales, como en su último título traducido al español: Musicofilia.

El nuevo libro de la consagrada novelista Siri Hustvedt ingresa a esta escena cultural incentivada por los avances tecnológicos y lo que parece ser una definitiva asunción de la complejidad cerebral, nunca más patente que a partir de los chisporroteos eléctricos mostrados por los nuevos scanners. Pero la mirada no proviene esta vez de la medicina o la ciencia sino de una novelista preocupada por sus padecimientos nerviosos, expuestos en este libro como el testimonio de una búsqueda por desentrañar sus secretos, discutir teorías y difundir experiencias clínicas relacionadas.

LOS TEMBLORES

Desde hace años Hustvedt tiene talleres de escritura en hospitales psiquiátricos, participa en congresos neurológicos y estudia los problemas del psiquismo involucrada personalmente en el tema por una serie de episodios de temblores corporales sin aparente justificación, sus frecuentes migrañas y la sospecha de que puede padecer de histeria o de una afección epiléptica. Su libro empieza con el relato de una experiencia penosa: mientras daba un discurso en homenaje a su padre en la Universidad de St. Olaf, Minnesota, una grotesca serie de temblores le descalabraron el cuerpo sin que su voz y la coherencia de su discurso se alteraran. Soportó el bochorno, y los temblores cesaron cuando acabó de hablar. El padre había fallecido hacía dos años y medio, y pese al amor que le inspiraba nunca lloró su muerte. La idea de que una condición afectiva podía ser responsable de una disociación de su identidad, dispara el recorrido por el psicoanálisis, la literatura neurológica, el conductismo, las disputas alrededor del dualismo mente cuerpo y la farmacología.

Se trata de un libro singular, con un meditado grado de exposición personal, y un afán por reincorporar las ideas de Sigmund Freud a los debates de la cultura norteamericana en momentos en que decae la hegemonía conductista. La histeria y la epilepsia ocupan los centros de su interés y transita por las teorías que las vinculan mientras relata sus consultas con toda clase de especialistas. Hustvedt cuestiona que la histeria haya quedado asociada a un padecimiento mayormente femenino, cuando es la patología más frecuente entre los soldados norteamericanos que regresan de los escenarios de guerra, pero desestima la relevancia de las construcciones sociales involucradas en la formación del «yo» y sus padecimientos, por sospechar que son proclives a la manipulación política.

Prefiere un recorrido más acotado a la información clínica y la experiencia personal, aunque no se priva de conjeturas literarias vinculadas a la intensidad existencial de las patologías psíquicas, como podría ser el caso del «sentimiento oceánico» y las tendencias místicas de personalidades afectadas por epilepsia de lóbulo frontal a lo largo de la historia, entre los que cita a San Pablo, Mahoma, Juana de Arco, Santa Teresa de Ávila, Dostoievski, Flaubert, Kierkegaard, Van Gogh, Maupassant, Proust y Lewis Carroll, entre otros. Es notorio que la mayoría de estos diagnósticos han sido realizados post- mortem y con carácter especulativo. Las opiniones y conclusiones de Hustvedt, cuando no repiten los tópicos más transitados por la psicología y la literatura psicoanalítica, apelan a estudios estadísticos universitarios de dudosa relevancia.

POCA NOVEDAD

Como es natural, la suya no es una mirada científica ni pretende serlo, pero incluso desde una perspectiva intelectual más amplia, es poco lo que agrega. Las relaciones de espejo, los mecanismos de disociación y negación, y hasta la interpretación de los sueños son recorridos por Hustvedt con un énfasis que sólo puede justificarse por su inscripción en una cultura muy poco porosa a la expansión del psicoanálisis en el mundo. Es cierto que muchos paradigmas del pasado han sido más abandonados que superados, pero difícilmente pueden recuperarse hoy las teorías de Charcot o Winnicott con información de manual para construir un discurso novedoso. A esta dificultad deben sumarse los resultados siempre relativos de los nuevos estudios, típicos de un estadio preliminar, en los que las observaciones rara vez son concluyentes y se extravían en la multitud de fenómenos que recorren los dos hemisferios cerebrales.

El carácter más sólido del libro es testimonial. Desde el relato de la lucha de la novelista por asumir sus migrañas y temblores nerviosos como una pertenencia, es que el libro revela su mayor significación. Ha sufrido estos episodios desde su infancia, en distintas oportunidades sus exposiciones frente al público se han visto afectadas por violentos temblores disociados de su discurso, síntomas que atenúa con medicamentos, y algunos de sus estados de migraña han llegado a durar dos años completos. Tras someterse a una prueba encefalográfica le dijeron que su sistema nervioso era el de una mujer de sesenta años, pero todos los exámenes descartaron la epilepsia.

Proveniente de una familia noruega y esposa de Paul Auster, Siri Hustvedt (1955) obtuvo su consagración con la excelente novela Todo cuanto amé y cuenta con una sólida trayectoria literaria, en la que se suman libros de poemas, ensayos y novelas.

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