El CIEM apoya a la joven que denunció una brutal violación hacia ella por cuatro hombres.
La violación ha sido una práctica de violencia sexual muy difundida en la sociedad patriarcal, al punto que con frecuencia se acusaba a la víctima de ser la causante de la agresión.
Hace unos años, lo primero que se preguntaba en el juicio no era el daño causado sino si la mujer iba vestida de tal o cual manera o datos que dieran una justificación a lo injustificable: la violencia, que no era una violencia cualquiera sino una que producía vergüenza y la sensación de sentirse herida y desnuda ante una sociedad que la desamparaba.
En algunos países latinoamericanos se llegó a priorizar el “honor” familiar antes que los derechos de las mujeres, de forma que la acusación quedaba sin efecto si el agresor decidía casarse con la agredida, sumiéndola en años de tortura.
Ante este peso histórico la joven denunciante decidió hablar y contar su tragedia, no solo para que este hecho criminal no quede impune, sino también para dar un ejemplo a las mujeres en Costa Rica que por miedo, pena o para no recordar una situación extremadamente humillante y traumática, se quedaban calladas.
El CIEM agradece la fortaleza de esta joven al haber tomado la voz por tantas otras, por elevar su grito y decir: Podemos denunciar la injusticia y desenmascarar a los criminales. Muchas gracias en nombre de todas las mujeres.