Hasta lo que sabemos, la construcción de herramientas requiere de un alto grado de cooperación, que posiblemente generó las condiciones necesarias para la evolución del lenguaje y, con ello, la fabricación de herramientas más refinadas, una cultura social más compleja y un desarrollo del lenguaje más sofisticado.
Contrario a lo que por mucho tiempo se creyó sobre la construcción de herramientas, que eran un producto de esfuerzo individual, estas responden a acciones que normalmente se realizan en grupos pequeños, en los cuales cada uno de sus miembros hacen contribuciones en el proceso de elaboración de herramientas, y todos pueden comprender y anticipar las acciones de los otros, y de esta forma complementarse.
Este concepto fue planteado por el antropólogo Peter Reynolds, y él llega a esta conclusión después de años de experiencia y por las observaciones realizadas en aborígenes australianos, entre otras poblaciones, sobre el proceso de elaboración de herramientas, y se dio cuenta que este proceso exhibe los principios básicos de fabricación moderna realizados por los ingenieros en Silicon Valley, como serían: “Especialización de tareas, coordinación simbólica, cooperación social, complementariedad de funciones, objetivos colectivos, secuenciación lógica de operaciones, y ensamblamiento de elementos fabricados por separado”. Es decir, la fabricación de cuchillos de piedra por parte de los aborígenes australianos, que posiblemente es un proceso que han realizado de la misma forma durante muchas generaciones, no difería en mucho de los trabajos realizados por los ingenieros en electrónica.
Actualmente, se sabe que somos una de las especies más sociales del planeta y son los procesos de cooperación, más que los de competencia, los que nos han llevado a desarrollar procesos cognitivos y lingüísticos como los que actualmente exhibimos, así como esta alta sociabilidad, la cultura y la tecnología. Igualmente esto sucede con la construcción del conocimiento, proceso que es básicamente social. La información se convierte en conocimiento cuando se socializa, adquiere sentido en un contexto particular y es usado, transmitido y transformado por los otros.
Nuestra forma natural de aprender no es particularmente individual; sin embargo, son muchas las escuelas, los colegios e incluso las universidades, que siguen incentivando un modelo individualista de aprendizaje, a modo de computadoras que están llenos de datos e información, pero que no son capaces de dar sentido a ese conjunto de datos y convertirlos en conocimiento. Para aprender, los seres humanos necesitamos retroalimentación de otro humano, independientemente del medio que se utilice; se requiere socializar y conversar para que un contenido tenga sentido y llegue a formar parte de nuestro acervo de conocimientos.
Aunque son muchas las instituciones educativas que siguen reconociendo los logros individuales de los estudiantes, y con ello, la competencia, ya hay mucha evidencia que nos demuestra que el verdadero aprendizaje se da cuando los estudiantes se apropian de esos contenidos y esto es más exitosos si se hace fomentando las interacciones sociales y las formas de cooperación, entre ellas la cooperación heterotécnica.