Ha tomado fuerza en el mundo una persistente acometida contra el cristianismo. Y en Costa Rica un grupo de activistas criollos ha venido azuzando el debate con connotaciones constitucionales.
Ya que la ofensiva incluyó la propuesta de eliminar toda referencia de Dios en la Constitución, la arremetida deviene -en términos generales-, contra las convicciones espirituales del pueblo.
Para ellos, la fe escandaliza a la razón. ¿Cómo resumir la esencia del debate? Los creyentes sostenemos que, en tanto lo que existe refleja implacables evidencias de propósito, su causa primigenia debe ser razonable. En síntesis, para quien cree, es lo racional el fundamento de lo que existe. Defensa absoluta de la razón. Por el contrario, quienes rechazan la fe, afirman que lo existente conocido es producto de un azar incausado, o sea, de la sinrazón. Bajo ese prisma, hasta la razón misma debe considerarse hija casual de lo irracional. Lo paradójico es que, quienes defienden ese mito materialista, de que es la azarosa sinrazón la causa inicial de todo lo existente, se han dedicado a descalificar a los creyentes como irracionales. Sustentan su discurso en una cosmovisión limitada que los ha convertido en una suerte de talibanes del materialismo. ¿Cuál es el objetivo de esta campaña? El mismo que ya han implementado en otros países: ir minando ante la opinión pública, los valores fundadores y la cultura constitucional de las naciones cristianas, de tal forma que sean posibles ciertas legislaciones confrontadoras de dichos principios. Ejemplos de ellas son las iniciativas pro aborto, los proyectos para establecer modelos jurídicos que trastocan el concepto natural de familia, -que incluye la adopción de niños por parte de parejas de un mismo sexo-, o los que promueven el laicismo extremo del estado, como ya sucede en varias naciones de Europa. Países ricos, presionados por la convergencia del ateísmo, del islam, y adormecidos por el espejismo de la abundancia económica, han llevado al extremo ese fundamentalismo secular y han prohibido la formación espiritual cristiana en sus escuelas. El siglo XX conoció la cultura de la muerte derivada del apetito de poder y de riqueza, pero en el siglo XXI, esa misma cultura la estamos conociendo además, por el culto a un hedonismo feroz. Así como a los materialistas les parece inconcebible un propósito primigenio en la creación, a los cultores del hedonismo también les es inconcebible que pueda existir algún propósito detrás de un sacrificio incondicional. Por ejemplo, conservar la vida de un niño en el vientre, -pese al costo individual que eventualmente ello pueda conllevar-, es, para el hedonista contumaz, un sinsentido. Es que lamentablemente vivimos tiempos de desprecio hacia la noción o idea de lo que la verdad es. Casi con aires de pedantería intelectual, está en boga asegurar que la única verdad existente es la que la niega. Y esa convicción de despropósito con la que se mal forman grandes mayorías sociales, resulta en un grave problema contemporáneo con el que lidia hoy la humanidad, pues ya sea para resolver trivialidades, o para tomar las grandes decisiones morales que debe enfrentar un hombre en su existencia, resulta indispensable el conocimiento y constante aplicación de las certezas. Y como sociedad esa necesidad es igual de severa. Las generaciones que fundaron muchas de las naciones americanas eran conscientes de ello. Las cimentaron sobre esos valores, lo que es menester recordar en momentos en que -desde todos los frentes-, el cristianismo, sea católico, protestante u ortodoxo, está sometido a tan agresiva persecución. Sin embargo, al ser tan abrumadoramente portentosa la herencia que el cristianismo ha legado al hombre, -en momentos en que es “políticamente correcto” negar la verdad-, en lo personal, no tengo reparo en defender la razón de que soy cristiano porque creo que el cristianismo es verdad. Y defender el cristianismo desde la razón intelectual no es tarea ardua, aunque diga lo contrario el oráculo nihilista que encabeza la ofensiva. Vamos a los hechos en apenas 5 ejemplos concretos: 1) empecemos por su abrumador legado a la ciencia y la educación. Aunque sabemos que los griegos desarrollaron actividad académica, no lo hicieron sistemáticamente mediante instituciones permanentes. Es la cristiandad la que legó al hombre el concepto y fundación de las primeras universidades del mundo, embriones a su vez de la investigación científica. Y en materia escolar básica, la educación formal para ambos sexos y toda clase social, es una innovación cristiana. 2) Desde la perspectiva jurídica: Loewenstein, el más grande tratadista del constitucionalismo universal, autor de obras cumbre de la doctrina constitucional como lo es su magna Teoría de la Constitución, llega a la conclusión -en el cenit de su producción-, de que es en la concepción judeocristiana de la dignidad humana, y en las antiguas prácticas políticas derivadas de esa revelación veterotestamentaria, donde surge el banderazo de salida del constitucionalismo. Por eso, ya desde el Siglo II d.C., es el Obispo Ambrosio de Milán quien reprende al Emperador romano Teodosio, afirmándole que nadie está por encima de la ley, ni aún él. Por demás está recordar que el cristianismo es el innegable incubador de la conciencia antiesclavista. 3) En materia sanitaria. Dado el desprecio y temor del mundo antiguo ante la enfermedad y la pobreza, era inexistente hasta entonces la práctica de la compasión que el cristianismo inyecta a través de los centros de atención de enfermos. Lo único que la antigüedad conoció antes de la irrupción del cristianismo, eran los “Santuarios de Esculapio”, las Iatreias y las Valetudinarias, lugares en los que el enfermo llegaba una sola noche por razones supersticiosas, o bien donde se limitaban a diagnosticar al enfermo su aparente mal. En el caso de las Valetudinarias se reducían a la atención de militares y gladiadores. Es con la caridad cristiana que se introduce el concepto del Hospital para la atención médica general de la población. 4) En el arte, gran parte del pináculo de la arquitectura, la pintura la música y la literatura universal tiene su derivación en la inspiración de los genios de la cultura cristiana. 5) ¿Y desde la perspectiva filosófica? Como bien lo resumió el prestigioso intelectual español Cesar Vidal, es el plan para la humanidad, revelado a partir del milenario desarrollo cultural de la judeocristiandad, el que resulta en la convicción que contesta y diagnostica, de forma más sublime y contundente, las tres grandes cuestiones del hombre en su existencia: su identidad, propósito y destino.