“Me llamo Elizabeth”: Una historia cotidiana

Pocas veces tenemos la posibilidad de sentarnos en una cómoda butaca, en un cine amplio, y observar un filme que hace honor al

Hace algunas semanas, la Embajada de Francia, la Alianza Francesa y el Circuito de Cines Magaly, nos regalaron el Octavo Tour de Cine Francés.

Pocas veces tenemos la posibilidad de sentarnos en una cómoda butaca, en un cine amplio, y observar un filme que hace honor al apelativo de “sétimo arte” que se le ha dado al cine. Esta fue una de esas veces.

Lamentablemente hemos vuelto a las tontas comedias gringas, a las películas cargadas de efectos especiales per se y a las que pretenden capturar la atención de los niños. Y nosotros volveremos a la Sala Garbo a ver cine de calidad, y se nos pasarán las semanas sin una sola buena película en la cartelera.

Pero, entremos en materia, les contaré sobre la película de Jean-Pierre Améris, que tuve la oportunidad de ver. Una película corta (90 minutos), capaz de dibujarnos el complicado mundo de una niña de 10 años, que se pierde en los momentos trascendentales de las vidas de sus padres y hermana. Agnès, su hermana, deja la casa familiar para iniciar sus estudios en un internado en el que conocerá a más personas. Su padre Régis y su madre Mado (la actriz María de Medeiros), pasan por una difícil situación emotiva ante la inminencia de la separación. Adicionalmente, el padre de Betty (nuestra protagonista), quien es director de un centro psiquiátrico, está preocupado por la huida de uno de sus pacientes, Yvon, joven de 17 ó 18 años, que intentó suicidarse y que atacó a su madre con un cuchillo.
El escenario está servido para que Betty encuentre en Yvon un motivo de preocupación, alguien de quien ocuparse –ironías de la vida- mientras nadie se ocupa de ella. Pero la película, más que narrarnos el proceso de crecimiento de la pequeña Betty, lo que hace es contarnos la forma en que sus padres y su hermana se dan cuenta de que Betty se ha convertido en Elizabeth: una persona con temores, con deseos y que anhela que quienes la rodean posen su mirada en ella y le hablen, la escuchen y le confíen sus angustias.
Una película de corta duración, que nos narra la cotidianidad de la vida de las personas… de los niños; esas cotidianidades que son fuente de nuestros temores, tristezas y odios, que ocultamos y se asoman en todos nuestros síntomas.
Ojalá el Cine Magaly se convierta en una alternativa de cine de calidad en el centro de San José. Fue una bonita experiencia estar dentro de una sala llena de personas, ansiosas por ver cine de calidad.
 

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