Las diputadas propusieron constituir un Directorio pluripartidista, en el año 2005, reivindicando su derecho a acceder a puestos de dirección en igualdad de condiciones que los hombres. Aquella feliz y valiosa iniciativa fue vetada por un bipartidismo patriarcal y caduco, aun cuando se consideraba abanderado de la defensa del derecho a la igualdad real de las mujeres.
Hoy, el escenario político ha cambiado. El pluripartidismo se abre paso como una posible alternativa para recoger y proyectar las aspiraciones de una nueva ciudadanía política, que está tirando las banderas del bipartidismo al baúl de los malos recuerdos.
Las diputadas del 2005 dieron un paso importante. Una vez más, hay que reconocer el aporte de las mujeres a esta ardua lucha por darle un nuevo rostro a la política en este país. Los frutos se empiezan a recoger. Sin embargo, el logro más importante no será tanto que se llegue a concretar la aspiración de un Directorio pluripartidista de las fuerzas opositoras al partido gobernante, algo que ya es un hecho. Lo constituye, más bien, la capacidad, madurez y visión que puedan estar mostrando estos partidos, para contribuir a la conformación de una coalición de fuerzas políticas y sociales, que apuesten por una nueva agenda de desarrollo y un nuevo estilo de hacer política en el país.Paso a paso se avanza en la dirección correcta. Más importante que haber ganado la opción del NO en el referéndum del TLC, fue haber forzado al gobierno de los Arias a dar marcha atrás con su propuesta de pasar el TLC a golpe de tambor en la Asamblea Legislativa, con votación de simple mayoría. Recuérdese que para el expresidente Óscar Arias su elección, en el 2006, equivalía a un referéndum favorable al SÍ al TLC. El pueblo en las calles le dijo NO, sin violencia pero con la dignidad de quien no se deja atropellar por la prepotencia y el cinismo. Con la convocatoria al primer referéndum en el país, la democracia salió fortalecida.
La nueva ciudadanía política está mandando un mensaje claro y contundente a los partidos políticos de oposición: acojan, con espíritu ciudadano y patriótico, la bandera de la dignidad y la paz con justicia social. Rompan el círculo vicioso de la partidocracia electoralista. Contribuyan a abrir las puertas del diálogo para dar cabida a las mejores ideas de todas y todos los costarricenses.
Si realmente hay voluntad política para concertar más allá de una elección coyuntural de Directorio Legislativo, se abre una ventana de oportunidades para las aspiraciones más nobles de la nueva ciudadanía costarricense. De no ser así, lamentablemente los partidos de oposición seguirán “amarrados al poste de los rezos” y, posiblemente, las orquídeas, emulando a la rebelión de las flores del norte de África, ondearán con más fuerza en el escenario político.
Está llegando la hora definitiva: lo que tiene que morir debe abrirle paso a lo que tiene que nacer (Gramsci). Para un verdadero cambio no se pone remiendo de tela nueva en vestido viejo (Jesús).