El dengue y los charcos de pobreza

Me parece oportuno retomar un viejo articulo -escrito en 1994, cuando se dio una primera alerta por los crecientes casos de dengue en el

Me parece oportuno retomar un viejo articulo -escrito en 1994, cuando se dio una primera alerta por los crecientes casos de dengue en el país-, en el que recogí opiniones hechas por expertos en salud pública como el Dr. Luis Bernardo Villalobos y el investigador Luis González.

Para ese entonces las acciones  emprendidas por el gobierno resultaban infructuosas. Una campaña con visos de terror:»el dengue la primera vez golpea y la segunda mata»,  se mostró impotente, por lo que, al igual que hoy, se apeló a los mecanismos represivos de la multa  y el encarcelamiento. Tales medidas, ante una epidemia amenazante, son necesarias pero no suficientes. Al respecto el investigador González opinaba: «es difícil comprometer a una comunidad de buenas a primeras en algo que le resulta ajeno, porque carece de personal suficiente y capacitado para organizarse en lo que parece tan fácil como «eliminar criaderos».

Efectivamente, limitarse a las medidas disciplinarias  es como «coger el rábano por las hojas». Los vecinos de Puntarenas se quejaban de las condiciones ambientales, el estado de las calles y de los acueductos. El Dr. Villalobos señalaba que «… en la atención y conservación de la salud tiene una alta influencia el acueducto, la calidad  ambiental, el estado de las cuencas hidrográficas, la escuela, el centro de nutrición y recreación, el afecto familiar y grupal, la atención primaria de la vivienda, el empleo seguro (…) La atención a la salud va más allá de las acciones que solo tienen olor a hospital y sabor a medicamento». Se trata, entonces, de optar por un enfoque  de salud que promueva condiciones sociales, ambientales y afectivas que mejoren la calidad de vida.

Por otra parte, en la campaña  contra el dengue se apela al argumento de que este es un problema que afecta a todos y, por consiguiente, que todos somos responsables. La realidad es otra. Por un lado, los responsables por excelencia son las administraciones que han venido cogobernando al país, aplicando políticas económicas que deterioran los servicios sociales de salud, educación , etc.  y producen un aumento cualitativo de la pobreza y la indigencia. Por otro lado, los más afectados son los pobres de siempre: para aquel entonces de los 10.724 casos reportados el 67% correspondían al Pacífico Central y el 28% a la región Chorotega. Asimismo, la provincia de Limón -otro polo de pobreza- se convirtió en caldo de cultivo para el dengue. Según González «estas enfermedades en las que hay de por medio un vector o transmisor- el mismo caso de la malaria, la fiebre amarilla, y otras tantas-ilustran como pocas el carácter social de la enfermedad». Efectivamente, el elevado número de casos registrados actualmente en el Gran Área Metropolitana  -más del 10% del total en el país- es un indicador del incremento de la pobreza urbana.

No vamos a ver  resultados efectivos de  la lucha contra el dengue sino se lucha contra la pobreza, superando las medidas focalizadoras y asistenciales de viejo y nuevo cuño. No olvidemos que el dengue crece y se reproduce en los charcos de pobreza.

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