El Presidente, Laura y sus guardianes policiales

Enojo, ruido, molestia, sensaciones inevitables en medio de una larga hilera de automóviles y con el radiante sol que hace más larga la espera,

El pasado 10 de marzo del presente año un hecho ya común se manifestó en las calles de nuestro país, el descontento de un sector, en este caso los porteadores, por las irregularidades, violaciones y promesas incumplidas por el actual gobierno bicéfalo de los Arias.

Enojo, ruido, molestia, sensaciones inevitables en medio de una larga hilera de automóviles y con el radiante sol que hace más larga la espera, sin olvidar, por supuesto el nivel de apatía por tratarse de una protesta, ¡una protesta, exaltado expresaría cualquier “demócrata” verdiblanco, en este país cuna de la democracia, ejemplo para cualquiera de transparencia en la gestión pública y, por qué no decirlo, modelo por seguir en el manejo de los procesos electorales (incluyendo referéndum)! Sin duda tanto los porteadores, como los “revoltosos” de SINTRAJAP, los ambientalistas de Crucitas y Sardinal, así como los movimientos sociales-populares de este país, no encajarían en el modelo de democracia según Zapote.

Pero bueno, que desacato el mío no comenzar definiendo el tema central del asunto, la democracia según Liberación Nacional (o mafia de los Arias que viene siendo lo mismo actualmente); el término es explicado en el Diccionario de la Real Democracia Verdiblanca como: “cualquier pensamiento, acción o propuesta que se ajuste a los cánones de la doctrina arista y que no contradiga, cuestione, piense o proponga, algo distinto a las ideas de los fundadores de dicha doctrina”. Pero ya que soy un simple estudiante, principiante a mis veinte años en la experiencia democrática costarricense, dejo para los de más bagaje  estas definiciones y paso al objeto de mi indignación, motivación para este artículo.
En esa mencionada huelga, no fue tanto las demandas de los porteadores lo que me impresionó, ni los acuerdos ignorados por el gobierno para con el sector, sino la increíble manifestación democrática que diera nuestra flamante Fuerza Pública Costarricense. Gases lacrimógenos, fuerza y represión, ¿serán parte de esa doctrina arista que no duda en sus discursos internacionales en montar la paloma de la paz y la democracia, para una vez en el aire, montador y animal, derramar sus restos en los demás terrestres que inician procesos de transformación social y cambios de conciencia en sus países? Y lo peor es que tampoco fue la represión lo que más me indignó, sino la justificación que el encargado de la Fuerza Pública diera a un canal de televisión famoso, al interrogarlo un periodista sobre si era de verdad necesario aplicar la fuerza ante un acto que, según describía este periodista, parecía ser pacífico. Y la sorpresa que me llevé ante la respuesta vehemente del oficial: “NADIE puede cuestionar la forma de operar de la Fuerza Pública, y si tenemos que aplicar más fuerza lo haremos”.
Más claro no puede quedar, los guardianes del Estado burgués-neoliberal, los policías, seguramente si son como este oficial ganarán un diez en los cursos de preparación para su cargo, y serán declarados en la Academia de los Arias como graduados de honor,  por haber aprendido tan bien cómo poder llevar ADELANTE un proceso dictatorial disfrazándolo con los colores de la democracia. Y por nada del mundo se le ocurra a nadie cuestionar a nuestro oficial ni a su tan noble institución policial, pase lo que pase, y mucho menos a nuestro Señor Presidente o a su hija predilecta, Laura Cara de Ángel (tan parecidos los dos a los personajes de la novela de Asturias, El Señor Presidente), porque parece que su concepto de democracia implica cada vez más la muerte de la inteligencia y del pensamiento crítico. 

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