El valor de la anarquía

Anarquía, se asocia con: rebeldes, inadaptados sociales, sediciosos  (término usado en civilizaciones milenarias para referirse a personas que traicionan su propia cultura por razones

Anarquía, se asocia con: rebeldes, inadaptados sociales, sediciosos  (término usado en civilizaciones milenarias para referirse a personas que traicionan su propia cultura por razones religiosas o políticas). La anarquía es entonces un término peyorativo; asociado a grupos de personas que permanecen anónimos, que esperan la más mínima oportunidad para crear caos y confusión; o acentuarla.

Según  mis creencias cotidianas, no existe  valor “positivo” en considerarse anárquico; todo lo contrario, es una antiética, una antítesis del orden.

¿Qué es entonces la anarquía? El diccionario en Internet Word reference, la define como: “una forma utópica de organización social; desorden confusión por ausencia o flaqueza de autoridad”.

A partir de mis experiencias coloquiales, me atreveré a definirla como: la vocación perpetua a oponerse a cualquier orden establecido. Los vehículos usados son las manifestaciones populares, marchas, huelgas, paros y si evolucionan, se podría pasar a instancias más violentas. Para los cortos de vista, la criminalidad y la anarquía son lo mismo; entonces todos los anárquicos deberían ser considerados criminales o mercenarios, personas que escogen por vocación hacer el mal, cercenando la paz.

Si así fuera, no hubiese sucedido la Revolución Francesa, por considerarse que eran principios no conocidos y herejes. Incluso el Cristianismo es producto de una anarquía, pues para los fariseos todo aquel que se le considerara cristiano era un anárquico, que osaba añadir a la Tora elementos “blasfemos”. Si ser anárquico, es ser un criminal o malhechor, no hubiesen caído regímenes dictatoriales en los países árabes como el de Egipto o Túnez, porque un grupo de sediciosos rompen el “orden” establecido por los mismos dictadores.  Camus, Sartre o  Ionesco, cuando elaboraron su teoría del absurdo respecto a hechos que se consideraban normales dentro del modernismo, hubiesen merecido la cárcel en vez de reconocimiento alguno; a partir de  las consecuencias del colonialismo, posiblemente los paracaidistas franceses no hubieran cesado sobre la rebelde Argelia que tenía todo derecho a obtener su independencia.

Otrora  ser anárquico, era autoexcluirse de la sociedad. Lo que ayer fue anarquista  hoy podría ser común y corriente. Si la Anarquía es sopesada por una ética, entonces este calificativo podría variar según la moda. Al transcurrir hoy por los pasillos de la posmodernidad, en donde se busca la paz, la armonía  y el espiritualismo,  entonces la anarquía debería ser un derecho de todos.

Si partiéramos de que “mis derechos terminan donde comienzan los de los demás”, ¿cuál es el problema de querer luchar por una identidad, o una mejor vida?

Si partimos de un razonamiento que la ética o religión aprobaría aquellas acciones en pro del bienestar de las personas, sin que  tenga efectos secundarios que perjudiquen a otros,  ¿cuál es el problema de encontrar soluciones a los problemas?

Si ser anárquico es ser rebelde, ¿no es acaso la Anarquía un producto de la inconformidad? Como escuché una vez a un clérigo musulmán: El propósito para el cual  Alá puso al hombre en la Tierra es para que fuera feliz.

Si en la rebeldía viene implícita la inconformidad, por condiciones de vida  injustas o insuficientes o hay en el ambiente una ética ambigua, la anarquía es una dinamita necesaria que  genera una búsqueda sincera y  una solución a un caos mayor. Esta será un mal necesario para consolidar un nuevo orden, siempre y cuando  venga junto a una ética elemental y sincera de buscar el bien común para un grupo mayoritario o minoritario de individuos que viven un momento determinado de la historia.

Entonces ¿cuál es el valor de la anarquía? La fuerza para el cambio. Si esta no fuera producida por una rebeldía asociada a dicho deseo, no sería digna de considerarse, ya que aquella que se genera para hacer daño a otros, sería sosa, insulsa, incluso dependiendo del criterio sería debatible una tesis de afirmar que esa no sería anarquía, sino un capricho. Sin embargo, si tras la rebeldía que la origina se produce una búsqueda sincera para hallar formas que mejoren la vida, se podrá encontrar un tesoro que mueve los ciclos de la historia: el valor de la anarquía.

Si los que dirigen las democracias modernas se quejan de  la ingobernabilidad producida por grupos revoltosos o anárquicos, ¿no será que los representantes de las élites no han sido capaces de descubrir e interpretar el valor de la anarquía?

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