Cuando se viven valores que son significativos, evolutivos y transformativos y no repletos de lo antisignificativo y devalorizante, la mente llega a establecer estados de albergue y refugio interno que sirven para sanarla y santificarla en su jornada.
Se puede hablar de una praxis de enscape hacia esos albergues o de exscape hacia realidades exteriores que son parte también del sujeto.
La pérdida de las carreteras y los aeropuertos para lograr la jornada de “enscape” o “exscape”, conlleva la pérdida de propósito de una vida. Esto se comprende por cuanto el sujeto mental no logra encontrar satisfacción hacia su adentro o hacia su afuera.
En materia de “enscape” se logra a través del consumismo, producir los falsos dioses de compra y venta en vez de los verdaderos avatares de una realidad interna. Como hecho del “exscape”, el salto hacia lo externo encuentra en una sociedad repleta de mentiras, la existencia de tiranos económicos crueles, donde anteriormente el sujeto solía encontrar un millieu bondadoso e interpersonalizado. La pulsión interiorizante y la pulsión exteriorizante se ven averiados por la ausencia de verdades misericordiosas y benévolas. La presencia de testamentos gritones a la vez que mudos, repletos de inexistencia y de fraude, se burla de la legitimidad de los dos estados pulsativos.
El grado en que una sociedad puede aumentar la densidad de lo antisignificativo en su comunicación colectiva, determina en gran parte el grado en que no se logra avanzar como ser humano.
En materia religiosa bien se puede hablar de los mensajes espirituales contenidos en textos sagrados, mas nunca criticar a un contorno salvaje, que prolifera una “ausencia” de un “todo”. Eso es un grave error. Es concebir erradamente del texto sagrado como si fuese la enseñanza de una secta o culto parcializante, que es incapaz de trascender o de luchar en contra de una sociedad maligna. Hasta cierto punto todo silencio que rehúse condenar y acusar a un mal “estatu quo” de explotación, está colaborando indirectamente con su propagación.
Lo antisignificativo como aspecto antivital, debe ser acusado como un hecho de “lesa humanidad”. A medida que una sociedad avanza en la proliferación de su endocolapso y de su exocolapso, comete un acto de terrible genocidio. Eso no puede sino dejar cicatrices profundas labradas con pánico y terror, en las poblaciones mundiales.
Un reciente estudio realizado en América Latina encontró que el grado de ansiedad, depresión, alcoholismo y psicotismo, habían aumentado significativamente en los últimos años. Mucho de esto resulta muy lógico, dado el aumento en la incertidumbre que producen los horarios de la devastación, utilizados en y por las sociedades del nuevo capitalismo de apertura. Al faltar la protectividad y predictibilidad económica, se está produciendo tal grado de estrés y de angustia, que ocurren una serie de síndromes de colapso emocional y conductual.
Consecuentemente, la persona desesperada buscará con enorme ahínco como albergarse o refugiarse. Lo predecible y lo confiable, son indispensables para alcanzar dicha finalidad. La ausencia de estados benevolentes, tales como son los albergues y refugios de nuestras mentes o los paseos hacia un afuera lleno de exquisitas naturalezas y promesas interpersonales, no pueden dejar de denotar la mano de usurpadores que nos indican que el hombre verdadero no es el humano que existe, sino el organismo que compra.
Las terribles consecuencias de esas mentiras son las angustias de caminar perdido en materia de lo que genera la felicidad. Se nos intenta seducir con paraísos falsos y cielos mentidos, a través de una propaganda ideológica y empresarial repleta de enviciados más sofisticados embustes. Una sociedad consumista es una sociedad continuamente bombardeada por mensajes tanto errados como saciados de malversación.
Son sociedades que tienen densidades altas de lo antisignificativo y bajas de lo valorativo, simbólico y mitológico. ¡Una terrible brecha espiritual! La ausencia de lo sacramental como hecho estructural de la psique, es parte del daño que se incurre a través de los horarios de la devastación que sintomatizan las sociedades de tipo empresarial/ consumistas. Al menos la dificultad de llevar a cabo el enscape hacia la psique o el exscape hacia tanto “un otro” como hacia un “afuera bondadoso”, son síntomas ineludibles de esas sociedades.
Es parte del endo y exocolapso que se sufre, cuando se reduce un ser humano a solamente un cliente o un votante. El gastar como un hecho antisacramental, ocurre a partir de la existencia de programas que atomizan al ser humano e impiden que se integre en sus múltiples facetas. Se derrumba la persona en pedazos.
Fragmentos que parecen estallar hacia una nada.