En realidad, a veces uno piensa que los científicos nacionales tienen razón al hablar de factores genéticos que predisponen al costarricense, a nuestro tico, hacia una especie de ciclotimia idiosincrásica.
Su conversación parece siempre esconder algo, como si tuviese terror de expresar sus verdaderos sentimientos en forma pública. Vive de secreto en secreto y denota una sintomatología que realmente hace pensar que encubre una serie de reacciones o respuestas emocionalmente condicionadas.
Ha cambiado mucho la idiosincrasia en 30 o 40 años. No solía ser así. Éramos más abiertos, más libres anteriormente. Se acentuó esto en los últimos 20 años cuando el estado corporativo llegó a tener predominancia. Los secretos comunicativos, los expresa en forma pasivo- agresiva, y utilizando mecanismos proyectivos. Se inculpan minorías, sean sexuales, raciales o religiosas. En la superficie, nada de esto es verdad. Mas por debajo está lleno de angustias, acentuadas por la crisis económica. Pareciera estar sufriendo de un síndrome de abstinencia.
Quizás el consumismo es adictivo y el no poder llevarlo a cabo produce esas ansiedades y hostilidades. Un consumismo frustrado y negado, después de tanta promesa y tanta estimulación. También pareciera denotar un estado de temor, quizás pánico, al respecto de su futuro.
Ese “mundo feliz” que se le prometió hace algunas décadas, no se llegó a cumplir. Un día amanece amable y el otro está deprimido y hostil. No está estable la idiosincrasia nacional. Se encuentra en un estado de turbulencia y transición que no parece jamás finalizar. Se ha convertido en anti-intelectual y prefiere leer pasquines llenos de mujeres semidesnudas. Prefiere escuchar música carente de mensaje y significado, en gran parte importada. Los símbolos de transición y transformación parecen estar fallándole y se encuentra solo y desamparado. ¿Cómo es posible que en solamente 20 a 30 años, se convirtiese en un neurótico noogénico?
Lo anterior no es difícil de comprender, si establecemos el hecho que está sufriendo de estímulos discriminativos que le han sido cambiados y alterados. Se le dijo una cosa y se le ejecutó otra enteramente distinta. Se le enseñó a llevar a cabo una serie de aprendizajes y luego no se le reforzó las tareas de respuestas de esos programas.
Se le traicionó el mundo de esperanzas que se le prometió hace solamente 10 a 15 años. El mundo de anticipaciones que se le había enseñado, a llevar a cabo emocional y conductualmente, no existió a la hora de la verdad. Pobre persona, pues solamente le quedó su patología como única expresión de su verdad y nadie le creyó, ya que esta se consideró ser una mentira y una falsificación.
Por ende se llegó a elaborar el cuento de que no era muy trabajador y era mejor contratar extranjeros en vez. No digo que en Costa Rica no existan condiciones obreras y trabajadoras desastrosas. En todos los países los hay. Pero hasta hace pocos años, el costarricense era considerado un excelente trabajador. El extranjero venia a complementar ese trabajador y no a sustituirlo permanentemente. Algo ha ocurrido en el país.
Lo tenemos que denominar una especie de traición. Traición que es consecuencia de la demagogia y del populismo. Ambos orientados a producir un cuadro a través del cual se habitúe y acepte vivir con y en la desocupación, no por culpa propia, sino por una invisible mano ajena.
Es un hecho espantoso llevar a un pueblo a aceptar una realidad falsificada de promesas incumplidas y luego proclamar que es un mal trabajador y una mala persona No sé como se podría explicar un hecho así. Conductualmente ello corresponde a un crimen. Es natural que con dichas condiciones contradictorias de petición de la conducta, se lleguen a producir estados de estrés y distrés. Los programas de reforzamiento se están contradiciendo y las señales aprendidas de seguridad en esos años de propagación del programa de “mundo feliz” se han retirado, produciendo ansiedad y otras enfermedades de tipo emocional.
En otras palabras se indujo a un aprendizaje de “mundo feliz” y luego se cambió el programa de dicho aprendizaje, para imputar al costarricense como vagabundo y mal trabajador. El problema es que el programa de “mundo feliz” lo fue convirtiendo en hedonista. Desde luego esto conllevaba que dejase de ser el trabajador insigne de hace cuarenta o treinta años atrás.
Ahora resulta que como aprendiz de ese “mundo feliz” es consumista y quiere sueldos más altos. Es entonces cuando se importa mano de obra extranjera que no pida tales sueldos. Se importan pobres personas que solamente han tenido dictaduras como experiencia y que se conforman con mínimos sueldos. ¿Quien usufructa de todo esto? Que el lector se pregunte eso a sí mismo esto. La culpa ciertamente, no yace en el pobre desamparado, que emigra en busca de un mejor futuro. Amigos lectores, la culpa, la manipulación, está en otras manos. ¿Será acaso de los que elevan el costo de vida artificialmente?