Nadie duda que las relaciones entre palestinos y judíos representa un reto para la razón, el derecho y la justicia.
También es evidente que el estado israelita ha utilizado todos los instrumentos de dominación, tanto hacia el exterior y en el plano ideológico, a través de campañas publicitarias y de corifeos estilo Carlos Montaner quien exalta las bondades de los judíos; como hacia el interior de cara a la población palestina, con una política sistemática genocida, de usurpación de territorios y un bloqueo desafiante para los derechos humanos.
¿Cómo explicar el ataque de las fuerzas especiales israelitas, en aguas internacionales, contra los barcos de la “Flotilla de la Libertad” que llevaban unas 10,000 toneladas de ayuda humanitaria para los palestinos de la Franja de Gaza”?
Con toda la “humildad” del mundo, el primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, rechaza de plano la resolución del Secretario General de la ONU, Ban Kim Moon, el cual por mandato del Consejo de Seguridad ordena una investigación sobre los muertos y heridos que provocó el asalto armado israelita contra la embarcación turca “Mavi Marmara”. La soberbia y la arrogancia de Netanyahu es un signo manifiesto de la expresión del poder. ¿Acaso no han bombardeado las escuelas de la ONU? ¿No han usado bombas de racimo prohibidas por los organismos internacionales? ¿Se someten los militares israelitas a la Corte Penal Internacional? ¿Quién se atreve a inspeccionar el armamento nuclear israelita?
Desde hace cuatro años las concepciones políticas-estratégicas en que se sustentan los mandos militares israelitas para aniquilar al movimiento islamista Hamás pasa por el bloqueo, los “asesinatos selectivos”, los bombardeos, y un largo etcétera de abusos y de clara violación a los derechos humanos de más de un millón y medio de personas que viven en la franja de Gaza. Sin embargo, hay una complicidad asombrosa de la comunidad internacional: por una parte, repudia los actos terroristas del Estado de Israel; pero, por otra parte, deja que el silencio y el tiempo pase a la memoria del olvido.
En estos tiempos posmodernos, de sinrazón, la coexistencia pacífica entre palestinos e israelitas parece la sombra de la utopía. Lo extraordinario es que no todos los judíos piensan igual que los mandos militares y se han manifestado en repudio de estas acciones. Nadie duda del derecho a la vida de los israelitas, como cualquier ser humano; nadie duda del derecho a la vida de los palestinos, como cualquier ser humano. Entonces, en esta balanza de terror, ¿debe seguir sufriendo el bloqueo la población civil palestina? ¿Qué sucederá con esos 360 kilómetros cuadrados de la franja de Gaza? ¿No está clara la paradoja entre el moderno Goliat y David?