En estos días en que las malas noticias parecen dominar los medios de comunicación, quiero compartir lo que está sucediendo actualmente en el Territorio Indígena de Matambú, el único espacio dedicado oficialmente a la preservación de la cultura aborigen chorotega en nuestro país, y situado en los cantones de Hojancha y Nicoya.
En la Escuela de Matambú se está desarrollando el proceso para obtener la bandera azul ecológica, lo que ha llevado a la organización comunal alrededor de este objetivo. Ya se ha logrado una mejora sustantiva en las condiciones sanitarias de la escuela. Asimismo, se han conseguido recursos para realizar mejoras en la infraestructura, tales como la construcción de un comedor y servicios sanitarios nuevos, así como la pintura de todo el edificio. Otro proyecto en marcha es el rescate de tradiciones culturales, tales como el uso del horno de barro y la tradición culinaria asociada al mismo, así como diversas manifestaciones artísticas con materiales locales como piedras y jícaro, entre otros.En Matambuguito, un pequeño pueblo perteneciente a este territorio indígena, la escasez de agua ha representado un problema para la comunidad a través de los años, y especialmente en este año, debido a la sequía prolongada. En el mes de abril la situación alcanzó su clímax, pues la comunidad sólo contaba con agua en muy limitadas cantidades, por unos 30 minutos diarios, lo que llegó a afectar la salud de la población. Sin embargo, la comunidad reaccionó y se organizó por su cuenta, se solicitó una cuota por familia, y también se utilizó parte de un fondo comunitario de la escuela, con el fin de comprar tubería nueva, y la semana pasada un grupo de 20 vecinos trabajaron voluntariamente para realizar mejoras en la toma de agua local, y lograron mejorar en forma sustantiva la situación, pues ahora el agua llega en cantidades suficientes a los hogares, a pesar de que aún no ha comenzado la temporada de lluvias allí.
A raíz del interés de la Asociación de Desarrollo Integral de Matambú, desde el año pasado se solicitó la colaboración de la Universidad de Costa Rica y la Universidad Estatal a Distancia, para el establecimiento de una huerta en la escuela, con el fin de contribuir con la educación y alimentación de los niños. A partir de este esfuerzo, se consiguió financiamiento de parte del programa de la Unión Europea para la seguridad alimentaria y nutricional en Centroamérica (PRESANCAII-CSUCA), para desarrollar un proyecto sobre esta temática en Matambú, el cual se encuentra en plena fase de ejecución, y el cual yo coordino. Se está trabajando en el rescate de las variedades criollas de maíz y frijol, la base de la alimentación de la comunidad, así como en la mejora en la producción de hortalizas a través del uso de hidroponía, almácigos, riego por goteo y ambientes protegidos. El equipo de trabajo es interdisciplinario, con la participación de una antropóloga, una socióloga, dos agrónomas y tres agrónomos. En las escuelas de Matambú y de Matambuguito los padres y madres de familia se han organizado voluntariamente, para conformar comités de huerta encargados del proyecto.
Insto a los diferentes medios de comunicación del país, especialmente a los universitarios, a que visiten estas comunidades, e informen de primera mano a los costarricenses lo que se puede lograr con liderazgo, participación comunitaria, capacidad de trabajo en equipo, mística y objetivos comunes. Esto indica que no necesariamente hay que esperar a que las autoridades del gobierno solucionen todos los problemas de las comunidades, sino que es mucho más importante la organización y el compromiso local.
