…a las humildes gentes de turrubares y de todas partes,
que hacen lo necesario por sobrevivir.
Recuerdo una alocución por televisión nacional de la (ex)ministra Karla González, no hace mucho tiempo, en la que hacía glosa del nuevo ‘cambio cultural’ de los costarricenses en materia vial.
Según ella (palabras más, palabras menos) los costarricenses tenemos que entender que el Estado ya no construye, sino que concesiona para que empresas privadas participen y construyan infraestructura pública necesaria para el país.
La transparencia de la funcionaria pública González en aquellas declaraciones es proverbial y desesperanzadora a la vez. Es además un triste síntoma de los tiempos que estamos viviendo… por cerca ya de treinta años.
Lo que la (ex)ministra nunca nos va a decir es que ese ‘cambio cultural’ que ella pide se inserta en un cambio más amplio y que algunos han teorizado sobre él como globalización bajo esquema neoliberal. Es un tema amplio para discutir aquí pero baste decir, para efectos de lo que quiero mostrar, que en un esquema neoliberal lo principal es hacer buenos negocios (pragmatismo le llaman también) y que una de sus consecuencias es producir ‘ganadores’ y ‘perdedores’. Sólo en esta administración, y con competencia del MOPT, los nombres que excitaron a algunos a hacer buenos negocios son Alterra, Riteve, carretera a Caldera; Aeropuerto de Liberia, tren eléctrico metropolitano, Costanera sur, entre otros. Todas ellas obras por concesión. Los que participaron de una u otra forma para que esas concesiones se dieran son los ‘ganadores’. ¿Quiénes son los perdedores? Pues la gran mayoría de los costarricenses, los que no tenemos ni queremos asimilar patrones de comportamiento mercantiles impuestos y desagregadores ni colaborar en emprendimientos codiciosos (locales y globales) de algunos en detrimento de la gran mayoría. Y claro está, son perdedores, por ser las más visibles e inmediatos, las cinco personas muertas, las decenas de heridos y los pobladores de la localidad de Turrubares, que, aunque no lo saben o nunca lo supieron padecen o padecieron la peor cara de la globalización neoliberal. Por eso, además, las Karlas González y los Arias Sánchez no se pueden universalizar, es decir su anti-espiritualidad (neoliberal) resulta ya criminal.
Más que legal, por lo que sucedido en el puente, la responsabilidad es gubernamental, y se convierte, por lo tanto, en responsabilidad política. Por eso resulta tan grosero y malintencionado el que se quiera inculpar a los demás, especialmente al humilde chofer del bus por lo ocurrido. Estoy seguro que el no hacía ‘buenos negocios’ transportando gente ni ayudaba a crearlos, más bien prestaba un servicio cuasi social y heroico al transportar personas todos los días por ese puente en tan mal estado.
Asumir responsabilidad política (la renuncia de la funcionaria en este caso) no debería ser ninguna ordalía para un funcionario público, como piensa el presidente Arias, a no ser que se esté en un puesto estratégico de la administración pública para ser un ‘ganador’ y para seguir generando buenos negocios. Según esta lógica, ahí sí que estaríamos en problemas.