El artículo se escribió antes del lunes 18 febrero, día en que se tuvo que variar el horario, por el de las 10 de la noche, a raíz de un contencioso administrativo, por querella del PANI. El gran perdedor, canal 7, ya que “Escobar” goza de 16 puntos en el rating, mientras que “La Prepago” solo 5.
Al fin, con diatriba pública por el horario, se estrenó Pablo Escobar. Podría estar de acuerdo, era prudente las 10 de la noche, pero entra aquí la competencia (sagrada palabra) precedida por la exigencia internacional de liberalizar, desregular, privatizar, aniquilar el estado despojándolo de sus funciones públicas prioritarias y dejar que el mercado se “autoregule”, esa falacia de la globalización donde les va como un quebrado a los países periféricos y los sume en la vorágine sobrevivencial de igualarse a cualquier precio: nuestra cotidianidad latinoamericana (la región más violenta del mundo, la más inequitativa también y como ganga, Centroamérica la duplica), la de los 20.000 Escobares que pululan por la zona.
Volvamos a la competencia, a las 10 de la noche recién estrenó canal 7 “La Prepago” con una temática parecida, la más baja ralea enmarcada en la más ostentosa sociedad. Para qué arriesgar una serie en un espacio relevante que ya la competencia acaparó, mejor ir a la segura, la programación es generosa.
Hay estigmas que escapan a las estrategias globales del manejo infocomunicacional, no se puede mentir si se pretende la magnitud de Pablo Escobar, una producción sobresaliente en todo sentido, presentando la descarnada realidad de nuestros lares. Cualquier versión de “Rambo” o de “Duro de matar” se pasa en nuestra tele a las 2, 3, 4, 5 de la tarde y todas son más violentas, pero ninguna nos pinta tal cual. He ahí la preocupación del estatus quo porque los pueblos no se enteren de su realidad.
Las sirenas de alarma de restringir su presentación no prosperaron. Ese llover sobre mojado en que se ha visto abocado Repretel, compromete más la atención del distinguido público, porque además de ver la serie, ahora se pregunta: qué pretendían detener. Supo aprovechar Repretel esa insistencia de censura y con gran estrategia ha multiplicado la audiencia, tenemos a Escobar todo el día, en todos sus noticiarios. Y los individuos, públicos o privados (paladines de la justicia), que no soportan el paso de una cámara que no se detenga ante ellos, esperan con ansiedad el telefonazo de Repretel, y repiten día y noche ese discurso manido e irrelevante, lo único que han logrado es convertir en el suceso televisivo nacional la serie.
Pareciera que los que hacen el bien (sistema imperante) provocan el mal (realidad imperante), según los mismos subliminales de Repretel. Porqué no eliminar esa masacre que se genera y crece desde la siembra a la mesa del comensal privilegiado que la disfruta en comunión. La prohibición favorece la rentabilidad del negocio, que radica en el destino final. En Estados Unidos se distribuye la coca como el pan y la leche en Centroamérica. Jamás oímos de toneladas caídas en New York, Los Ángeles, Chicago, etc. La historia tiene más vertientes que todos los ríos del mundo juntos. Corrupción y doble moral aprendieron a disfrazarse desde su propia concepción.
Después de Escobar, vi en la competencia (10pm) La Prepago, con la sorpresa o anecdótica y simpática casualidad, de que los malos en Pablo Escobar son buenos en la Prepago y los malos de la Prepago son buenos en Escobar. ¿Casualidad o juego de roles intercambiables, se da el vacilón por estrategia, para neutralizar la personalidad de los actores, o porque son muy verracos?
