“Inseguridad se dispara como principal problema en el país ”. “Caja tendría superávit de ¢30.000 millones si el Estado pagara anualmente sus cuotas”. “Cancillería repartió puestos entre allegados del PLN”. “Plan del Gobierno para reparar 200 puentes tiene billetera vacía”. “Falta de dinero en Medicatura (forense) favorece a piloto de caso narco”. “Jueza libera a sospechoso de violación que ofreció disculpa”. “Jueza libera a 13 policías sospechosos de narcotráfico por falla con disco compacto”. “Costa Rica desciende en el Índice Global de Competitividad”. “Chinchilla resta importancia a despenalización de homosexualidad”. “Chinchilla tira la toalla con fecundación in vitro”. “Diputados entierran plan que permitía fecundación in vitro”. “Diputados exigen eliminar control de GPS en carros de la Asamblea”. “Cinco diputados presionan por privilegio en su pensión”. “Tres partidos frenan ley de investigación biomédica”. Estos son algunos de los titulares presentes en los medios de comunicación en el último año. Según esta información, se deduce que ninguno de los tres poderes de la República ha logrado la finalidad primaria de la política: establecer un orden y conservarlo.
La Asamblea Legislativa está colmada de ideologías, dogmas religiosos, caprichos y vanidades. Los diputados creen que hablar durante horas desde sus curules es sinónimo de diálogo, y han hecho que llegar a un acuerdo sea imposible.
El Poder Judicial sigue creyendo que la inseguridad es producto de inequidad en la sociedad. Muchos magistrados han decidido ignorar el hecho de que tanto personas de sectores marginales como muchas otras con oportunidades y estudios, son parte de grandes redes delictivas y deben ser castigados con severidad efectiva.
Laura Chinchilla le debe mucho al país, gracias y en gran parte, a la campaña electoral hiperpersonalista a la que apeló al venderse como un producto prácticamente infalible para sanar al país de cualquier problema (similar a la “pomada canaria”). Para su desgracia, omitió que “si un gobierno cae en crisis, la comunicación no puede eliminar el estilo personalista vigente, con todos los riesgos que eso trae apareado, recordando quién es el responsable de una situación delicada en cada momento y lugar” como ha indicado Mario Ronda, comunicador y consultor político de reconocimiento internacional. Todo esto hace que la sociedad espere de ella la solución a sus demandas y no la excusa mediocre de “no es mi estilo buscar culpables”. Los mensajes que salen de la presidencia son, a menudo, incoherentes, con lo que ha demostrado que la estrategia en sí (para resolver el conflicto/demanda) es también incoherente.
David Easton afirmaba que un sistema político exitoso es aquel que cumple efectivamente dos funciones: la tarea de asignación de valores en una sociedad y el intento de conseguir que la mayoría de dicha sociedad acepte esa asignación valorativa la mayor cantidad del tiempo posible. Esta asignación va directamente ligada a las demandas de la sociedad (input) y la solución a estas demandas (output) por medio del gobierno bajo una visión realista y no idealista.
El ciudadano que no participa en la política tiene su cuota de culpabilidad en el caos que hay en el país. Según Pericles: “un ciudadano (…) no abandona los asuntos públicos para ocuparse solo de su casa, y hasta aquellos de nosotros que tienen grandes negocios están también al corriente de las cosas del gobierno”. Quien rehuía ocuparse de las cosas públicas era en Atenas el de “idiotés” derivado de “ídios”, que es lo propio de uno. Ese idiota era considerado como un “ciudadano peligroso”.
Es nuestra responsabilidad como sociedad abandonar la polarización e involucrarnos, proponer, reclamar y dialogar. Es hora de recobrar el país y exigirle a quien tiene el poder que establezca de una vez por todas un orden. No son aceptables más soluciones a medias, la política es un espacio muy pequeño y con un “exceso” de personas sedientas de poder como para que alguien se dé el lujo de no hacer bien su trabajo.
La Primavera Árabe logró despertar pasiones en muchos países y debería ser motivo de preocupación entre los poderes de la República: nunca se debe dar por sentado que un pueblo vaya a ser eternamente manso. Lo que bien se aprende, nunca se olvida y si algo aprendimos los costarricenses desde niños es a defender a la patria bajo el lema “cuando alguno pretenda tu gloria manchar, verás a tu pueblo, valiente y viril” y con eso: no se juega.