El Rector de la Universidad de Costa Rica, como cualquier funcionario público, se encuentra sujeto a la crítica. Pero esa crítica no debe estar basada en injurias, difamaciones, suposiciones conspirativas o mentiras. Al hacer referencia a una destitución que no ha acontecido y esgrimir infundios disfrazados de argumentos, se lesiona a la figura del Rector y la universidad, pero también se actúa con desconsideración de la verdad. La mayoría de las personas que ha escrito en defensa de doña Laura Martínez confunden el medio periodístico con la persona que tiene a su cargo la dirección. Y, peor aún, han recurrido a la invención de hechos y la manipulación.
En mi artículo no me refería a lo que es o debería ser el Semanario, sino principalmente a la obcecación de querer mantenerse en un puesto a toda costa, sin reparar en el respeto ético a los hechos. En el afán de querer imponerse con engaños, más evidente ha hecho la necesidad de un cambio en el Semanario.La señora Martínez no es la única que ha recurrido a esto. La Administración actual ha tenido que lidiar con muchos casos similares. Confío en que con el primer informe a la comunidad universitaria sepamos cuál fue la verdadera situación en que se encontró la Universidad, y si en realidad “la mesa estaba servida” o servida para quién.
Es importante un cambio. La señora Martínez ya demostró lo que es capaz de dar, lo que quiere y cuáles son sus intereses, los cuales no coinciden con hacer de nuestra universidad una institución más transparente. Por supuesto que tiene razón don Helio cuando dice que el Semanario tiene un prestigio ganado, pero eso no se debe solo a ella, sino a quienes han forjado su línea informativa a lo largo de las décadas.
Ha llegado el momento de dinamizar al Semanario. Su prestigio se puede ampliar para comprometerlo con un modelo de universidad que profundice los valores éticos de lucha contra la corrupción, aun dentro de la misma universidad, de la transparencia, la independencia, de su espíritu crítico y la pluralidad a la que debe responder como órgano universitario que es.
Tiene usted razón, desde la arrogancia y la negación esos cambios nunca se van a dar. El Semanario está llamado a derribar el silencio con que nos ha acompañado durante los últimos años en importantes temas de la vida universitaria, sobre los que no ha informado.
Su silencio solo puede ser interpretado como complicidad. ¿Por qué el Semanario no ha hecho un análisis crítico de las negociaciones de la pasada administración con el Banco Mundial, que sí comprometían la autonomía universitaria? ¿Por qué el Semanario no ha indagado críticamente el clientelismo que campeó libremente durante la reciente campaña electoral para la Rectoría? ¿Acaso el Semanario no ha escuchado de las computadoras, los iPhones y iPads que se regalaron a cambio de votos? ¿El Semanario no escuchó nunca sobre programas de la pasada Rectoría con presupuestos de miles de millones de colones sin resultados fructíferos? ¿Tampoco escuchó el Semanario de las decenas de plazas otorgadas en propiedad con trámites de inusual rapidez? ¿Ni ha escuchado de las cuentas de teléfonos celulares con montos excesivos y abusivos? Don Helio, queremos un Semanario que contribuya a la transparencia, que no sea un instrumento de la connivencia ni del ocultamiento.