El aura negativa de la señora Martín (que le valió el quizás injusto alias de Comandante Cero en Paso Ancho y Alajuela) se relaciona con su breve pero turbador y fulguroso tránsito como funcionaria del gobierno de Costa Rica. En seis años logró ser nombrada Viceministra de Transportes, Presidenta del Consejo de Seguridad Vial, Presidenta del Consejo de Transporte Público, Presidenta del Consejo de Aviación Civil, Presidenta del Consejo Técnico de Aviación Civil y ¡Ministra de Justicia! El presidente Arias coloreó su último cargo resaltando que aportaría su sonrisa a las sesiones de Gabinete. Seguro quiso ser galante. En la Asamblea Legislativa la señora Martín “condujo” la fracción gubernamental (por decisión lauriana) y lideró un prematuro aumento de salarios para los diputados. Su iniciativa naufragó, acentuó el descrédito diputadil y precipitó una unión entre liguistas y saprisistas que culminó con la grotesca derrota del Gobierno en la segunda elección de Directorio de la Asamblea. Aunque la señora Martín quiso ‘atornillarse’ en la jefatura de fracción, la removieron con agrios bufidos.
Martín estelarizó también el sainete de una renovada Ley del Tránsito que “cambiaría la cultura de los costarricenses”. Sin considerar otros factores, la ley resultó un fiasco porque fue redactada chapuceramente (resultaba inaplicable) y luego porque fallos de la Sala Constitucional consideraron muchos de sus aspectos ‘irracionales’ y ‘desproporcionados’. Sigue en veremos. Pero en el campo del tráfico de carros y gentes el ‘logro’ “estrella” de Martín, junto a la señora K. González, reina del Ministerio de Obras Públicas y Transportes, y al zar de la Presidencia, Rodrigo Arias, se dio en un proyecto de Buses Interlíneas que fue objetado ante el Tribunal Administrativo de Transportes, el que lo anuló con energía por sus vicios legales. Solo abogados encabezaban la iniciativa. La administración Arias no pudo reflotar el plan y lo abandonó. La ‘idea’ recibió el tiro de gracia cuando funcionarios del gobierno de Chinchilla opinaron que rutas con virajes peligrosos, calles angostas, recorridos largos y morosos y tarifas caras hacían no factible los buses intersectoriales. Casi casi una propuesta de Eduardo Doryan.
En el adiós que sus pares ofrecieron a la diputada Martín las loas de rigor se fijaron en su disposición al diálogo y en su “sonrisa”. La vieron respetuosa. Martín fue quien regó católica agua bendita en la Asamblea sin tomar en cuenta que podían darse diputados ‘satánicos’, protestantes o judíos para quienes el líquido resultaría letal. La curiosa regada la igualó con un entrenador de fútbol que lidera los rezos obligatorios del plantel que dirige sin reparar en que quizás Messi o Xavi pueden ser no creyentes religiosos o budistas. En la Asamblea existen ciudadanos diputados, no almas con sed de infinito.
En fin, la señora Martín ya voló. La sucede un señor Rojas Segura a quien otros ‘liberacionistas’ le mostraron tarjeta roja en el Ministerio de Cultura. Él no sabe por qué ni quiere preguntar. La Nación S.A. le dedica al nuevo diputado una entrevista larga (LN: 15/03/12). Ninguna idea. Pero se considera “muy cercano” a Rodrigo Arias. Pronuncia de corrido: “Él es una persona que saca el ratito para atenderlo a uno por teléfono e incluso personalmente…, y esas son cosas que en política lo encariñan a uno hacia una persona”. Es el libreto predicado por la agencia que le lava imagen al hermano de Óscar. Y alguno duda que el PLN esté muerto.
Rojas, en principio, no puede ser peor que Martín. Pero nunca se sabe. Quizás llegue a Hacienda ahora que el ministro Herrero fue forzado a renunciar por eludir impuestos.