La Comunidad Internacional y específicamente los líderes occidentales de Europa y Estados Unidos, tenían la esperanza de que el declive de Rusia estaba por verse, donde el tiempo era su mayor enemigo. Básicamente por el hecho de confabular un desequilibrio político, económico y social en Ucrania. En aras de impedir la adhesión de este país a la Unión Europea. Instauraba la expectación que sus repercusiones brindadas por los Estados Unidos y la Unión Europea como los ensayos de sanciones personales, embargos a la exportación de armas, la suspensión temporal de Rusia al G8, y la intensión de reducir la dependencia europea de las exportaciones rusas en materia de energía entre otras. Eran más que suficientes para impedir el expansionismo del Imperio Ruso liderado por Vladimir Putin.
Sin embargo, en el gran juego de ajedrez impulsado por Putin en el campo geopolítico, pocos llegan a comprender y analizar sus movimientos que, en apariencia, parecen exponer a la Reina, pero en realidad solo estaba esperando el momento indicado para atacar.El primer movimiento de Putin fue llamar la atención de la Comunidad Internacional, a entrometerse en una decisión interna de un Estado, en la adhesión a un bloque regional. Desencadenando que Putin formara el inicio del mayor eufemismo hacia la Comunidad Internacional; la dominación total de Ucrania (lo cual en parte ya lo tenía). Empero su interés en un principio de la partida fue desmenuzar geopolíticamente a Ucrania. Su primera señal fue la adhesión de Crimea esencialmente por lo que representa este territorio en materia militar, al estar colindante con el Mar Negro. Y la reactivación de los grupos prorrusos, donde los chechenes y los cosacos se han sumando a las milicias que combaten en las regiones de Donetsk y Lugansk.
Continuando con su gran juego, Putin cayó en la realidad que no podría exponer sus deseos expansionistas ante su principal oponente Estados Unidos. Sino tenía un factor económico sustentable que fortaleciera su cosmovisión de reducir la influencia norteamericana en sus diferentes satélites. Por ende buscó un aliado, un nuevo actor que le facilitaría la victoria: China.
El 20 de mayo de 2014, daban otra demostración del arte de la política. El banco VTB, la segunda mayor institución financiera rusa, firma un trato con el Banco de China, en aras de realizar una subvaloración de la dominación del dólar como moneda de reserva internacional.
Y como complemento el presidente Putin con su homólogo Xi Jinping firmaron un acuerdo de suministro de gas por 38,000 millones metros cúbicos anules por medio de Gazprom y la china CNPC, con una duración de 30 años según El Economista (2 de junio, 2014). A través del gasoducto oriental La Fuerza de Siberia.
La creación de la Unión Económica Euroasiática (EEU), conformada por Rusia, Bielorrusia y Kazajstán, el 29 de mayo de 2014 la cual se espera que inicie su funcionalidad en el 2015. Son países que sus reservas energéticas hasta sus oleoductos importantes, sin vacilaciones será la construcción de un aislamiento para los Estados Unidos en Asia Central.
De facto Rusia y Kazajstán serán suplidores de energía para China, uno de los mayores consumidores de este elemento. Y Bielorrusia, aliado histórico de Rusia, representa un vínculo esencial para la exportación de dicho bien. Y para complementar el rompecabezas ruso, las preparaciones del gaseoducto Altai de −2700 kilómetros− unirá a Siberia Occidental con la parte oeste de China, que beneficiará en su parte a Kazajstán, dado su cercanía.
Ante ese panorama, se puede interpretar que las acciones rusas estaban basadas en movimientos estratégicos que están vinculados con lo que el sistema internacional permitía y no con lo que el sistema necesitaba. Impulsando por su Rasion d’état, basado en los elementos de nacionalismo y la expansión de su influencia en los territorios exsoviéticos.
