Quienes leemos los periódicos todos los días hemos visto con asombro, cómo, un día sí y otro también, es atacado el actual gobierno por todos los flancos. Si bien es cierto que esta administración ha cometido algunos errores, nunca se había visto tanto ensañamiento contra un Presidente de la República. Ni aún en la época de las grandes asonadas corruptas del PLN y el PUSC. Actualmente la prensa y algunas Instituciones del Estado han estado dispuestas a defender la supuesta institucionalidad y no escatiman esfuerzos en acusar al gobierno ante cualquier situación que a su parecer consideran como mal manejo político.Todos los días, y ante cualquier cosa que diga o haga el presidente o alguna o alguno de sus subalternos, arremete con virulencia la prensa, la Asamblea Legislativa, la Contraloría o los empresarios. De partidos políticos como el PLN, el PUSC o el Libertario se puede esperar cualquier cosa. Algunos son maquinarias corruptas que buscan a cualquier precio, y sin el mayor miramiento ético, defender sus intereses políticos económicos. Sin embargo, de los empresarios esperábamos más racionalidad y patriotismo. Pero sus ataques al actual gobierno demuestran todo lo contrario. Nuestros empresarios se asemejan cada día más a las grandes oligarquías latinoamericanas que desangraron a nuestros pueblos en décadas pasadas. No importa lo que haya que hacer. No importa lo que suceda. No importan los resultados, lo que importa es la ganancia, el lucro, el enriquecimiento. Aunque parezca mentira, nos surge la duda si algunos empresarios costarricenses no estarán montando toda una estrategia política para desprestigiar a la actual administración de don Luis Guillermo Solís. El cierre de empresas, el despido masivo de trabajadores, las quejas por el alto costo de la electricidad, las supuestas pérdidas económicas, los ataques al Ministro de la Presidencia, si se les mira con lupa, son parte de una estrategia de desprestigio que busca volver a las épocas grises y vergonzosas del PLN y el PUSC. En América Latina existen partidos tradicionales que se enquistan en el poder y en vez de buscar el bienestar del pueblo lo que buscan es defender a quienes les financian sus campañas electorales. Hay muchos empresarios que cuando esos partidos están en vías de extinción hacen hasta lo imposible por revivirlos, entonces recurren a cualquier ardid para lograrlo. Si logran de nuevo posicionarlos, reciben, como recompensa, grandes contratos y ganancias económicas de dudosa procedencia.
Desde mi punto de vista, el cierre de empresas actualmente no es por pérdidas económicas, es una forma de presionar al pueblo para que vuelva sus ojos a los partidos tradicionales y vote nuevamente por los mismos de siempre. Las maquinarias políticas y los grupos de poder miran con nostalgia aquellas épocas, donde los jugosos contratos y las grandes ganancias formaban parte de sus negocios. Hoy, hallamos o no votado por don Luis Guillermo Solís, sabemos que su gobierno responde a un cambio, mínimo talvez, pero cambio al fin. El pueblo costarricense se pronunció y el actual presidente ofreció una nueva forma de hacer política. Esto, desde luego, no les gusta a ciertos sectores, que habían ensamblado la política siguiendo el lucrativo, vicioso y acumulador desenfreno de sus bolsillos. Es tanto el deseo de desvirtuar al actual gobierno, que hasta en la propia fracción legislativa oficialista uno observa a algunos diputados y diputadas declaradas enemigas de las propuestas políticas de gobierno.
Ha sucedido y sucede mucho en América Latina. Cuando un partido político o un gobernante propone un cambio, una nueva concepción de la política, aunque no sea mayor cosa, los grandes grupos económicos y políticos tradicionales, al verse desplazados del poder que les generaba acumulación desmedida de capital, desatan toda su violencia y sus artimañas, con el fin de revertir cualquier posible cambio. Por esto considero necesario que estos grupos de poder político económico, y sus lazarillos y publicistas, hagan un alto en el camino y dejen gobernar a alguien que está haciendo lo posible por mejorar a esta Costa Rica, tan venida a menos por culpa de quienes hoy lo critican y lo denuncian.