Evaluación bioética en la investigación científica

Los comités de bioética son necesarios donde quiera que se realice investigación científica. Esto quiere decir que la bioética hay que situarla más allá

Los comités de bioética son necesarios donde quiera que se realice investigación científica. Esto quiere decir que la bioética hay que situarla más allá de la investigación biomédica. Hoy, más que nunca, comprendemos el poder devastador de las acciones humanas irresponsables. Hay investigaciones que requieren de una rigurosa evaluación bioética.

Cada investigación cuenta con su propia metodología para producir conocimiento, aunque este conocimiento se enfoque en visiones radicalmente pragmatistas. La utilidad no hay que medirla únicamente en términos económicos.

La comprensión epistemológica es necesaria en investigación, de lo contrario estaríamos en frente de mecanismos de ensayo y error, y no de una actividad epistémica.

La epistemología está íntimamente relacionada con la bioética. El estatuto epistemológico del conocimiento en investigación tiene un correlato con la evaluación ética o bioética. Saber cómo se investiga, cómo se produce conocimiento y cómo afecta este conocimiento a la dinámica social es parte de una evaluación a la vez ética y epistémica. Esto es, existe relación directa entre conocimiento y acción, entre ethos y episteme.

Un entremés. Si se llevara a cabo un coloquio internacional de ética de los dictadores, y el tema central fuese la tortura, ¿cuál sería el tema de discusión de los dictadores en relación con la tortura? Posiblemente la tortura no sería el problema ético de fondo. El tema de fondo se enfocaría en los mecanismos de tortura, y no porque ellos consideren que son incorrectos, sino porque necesitan determinar cómo hacerlo de la mejor manera, correctamente… Así, las eruditas discusiones éticas de los dictadores consistirían en determinar la mejor forma de llevar a cabo una tortura (para hacer pagar a los traicioneros de la “causa”… o castigar a los invasores…). Alguno de estos eruditos podría deliberar prolíferamente si es mejor conectar la víctima a cables eléctricos o sumergirlo en agua con estiércol. No hay que olvidar el controversial tema del relativismo ético, moral y cultural (y por qué no: relativismo racional o epistémico).

La racionalidad se construye y se autolegitima, y a partir de ella se interpreta, juzga y actúa en el mundo. Cuando una comunidad de investigadores se enfoca en los resultados de una investigación, medida en ganancia para una empresa o institución, y no en el bienestar de los sujetos de investigación o las implicaciones sociales de la investigación, estamos dentro de una racionalidad productiva, ante una comunidad de dictadores sin escrúpulos éticos. Investigaciones al margen de control ético son muchas. Recordemos algunos casos. En 1956 se toma a un grupo de judíos ancianos y se realiza un estudio de metástasis, a los cuales se les inyecta células cancerosas sin su consentimiento, como parte de un experimento biomédico. Entre 1950 y 1970 se lleva a cabo la investigación conocida como Willowbrook, que consistió en la inoculación del virus de la hepatitis en niños con problemas mentales, proveniente de la materia fecal de otros niños afectados. El objetivo de la investigación era observar el desarrollo de la enfermedad sin ninguna intervención o tratamiento.

Los tiempos cambian, no necesariamente las racionalidades. La evaluación ética objetiva debe ser interdisciplinar. No es un asunto únicamente de los investigadores interesados en los resultados. La evaluación ética proveniente de otras disciplinas ajena a la ciencia en cuestión es fundamental para contar con mayor comprensión de las eventuales implicaciones que conlleva cierta investigación en la dinámica social.

Los comités de bioética deben estar presentes en toda universidad pública, en primera instancia. No puede concebirse que exista investigación científica y tecnológica al margen del criterio profesional e interdisciplinar. Vivimos y convivimos en una trama epistemológica, en la que todo conocimiento es necesario para el buen desarrollo social. Pretender aislarse y producir conocimiento al margen de otros criterios, puede acarrear más perjuicios que beneficios.

Implementar un paradigma bioético en la investigación es un deber de todo profesional comprometido con la sociedad. Hoy decidimos si la Historia de mañana registrará en sus páginas nuestros errores intencionales. No existe protocolo más riguroso que el compromiso ético de no causar daño intencional a la sociedad, cualquiera sea esta sociedad.

 

 

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