A pesar de que Costa Rica muestra indicadores económicos muy favorables desde el año anterior, la gran mayoría de la población parece no disfrutar de esa bonanza y esta coyuntura no se refleja en la confianza de los consumidores.
Así lo muestra la última encuesta del Índice de Confianza del Consumidor (ICC) −que cada trimestre realiza la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica (UCR)−, en la cual las personas con capacidad para ahorrar resultaron con más de 10 puntos de confianza por encima del promedio.
Para febrero de este año, el ICC se volvió a ubicar en 40 puntos (la misma cifra que registró en noviembre del año anterior), lo que significa que las personas consumidoras costarricenses tienen un sentimiento generalizado de pesimismo hacia la economía.
Además de la caída en la confianza que se viene registrando desde febrero del 2010, cuando se inició el actual gobierno, esta última encuesta puso en evidencia la diferencia en la confianza que existe entre quienes tienen capacidad de ahorro y quienes viven con grandes dificultades económicas.
PESIMISMO ESTANCADO
Por primera vez desde que la UCR inició las encuestas del ICC en setiembre del 2002, el índice registró en este trimestre exactamente el mismo valor que tres meses atrás con 40.5 puntos, confirmando el estancamiento de la confianza desde mayo del año anterior.
El empantanamiento del ICC (que se mide en una escala de 0 a 100), se ha mantenido casi igual en las variables por sexo (41 puntos hombres, 38 mujeres), por edad, nivel educativo e ingreso mensual.
Para el coordinador de este estudio, Johnny Madrigal, además de estar estancada en un nivel pesimista, la confianza de los consumidores sufre un proceso de deterioro desde febrero del 2010, y desde entonces ha perdido 14 puntos.
En esta ocasión, Madrigal hizo notar que existe una importante diferencia en la confianza según la “Situación Económica Subjetiva”, que se basa en la calificación que cada consumidor da a su situación particular.
Con este criterio, quienes dicen tener “grandes dificultades económicas” se ubican en un ICC de 32.7 puntos; los que aseguran tener “dificultades” registran 28 puntos; los que dicen vivir “sin grandes dificultades” están 41 puntos; y a los que su economía les permite ahorrar tienen un índice de 52.5 puntos.
Los que disfrutan de una mejor situación representaron el 21.1 % de los encuestados, por lo que para Madrigal esto es una muestra de la desigualdad en el país, donde una quinta parte de la población tienen una confianza hasta de al menos 11.5 puntos más que el resto de la población.
Según el investigador, llama la atención que el país haya registrado en tiempos recientes buenos indicadores de crecimiento económico, baja inflación y crecimiento de las exportaciones, pero estos no parecen repercutir en la percepción que tiene la mayoría sobre la situación actual del país.
NO LLEGA
Mientras tanto, para el director del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la UCR, Max Soto, la opinión expresada por los costarricenses en las encuestas puede verse influida por muchos factores, como lo son las noticias que ha publicado la prensa en los días previos a la consulta.
Sin embargo, reconoció que existe una diferencia en la percepción que tienen los consumidores y otros sectores como las empresas, cuyas opiniones podrían ser totalmente contrarias en cuanto al optimismo o pesimismo.
Esta distancia es más clara entre sectores como las empresas ubicadas en zonas francas, que −según Soto− fueron un componente importante del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) el año anterior, aunque su vínculo con la economía costarricense se reduce básicamente al pago de salarios, por lo que buena parte de los beneficios de ese crecimiento se direccionan hacia el extranjero.
Soto comentó que un cambio en la opinión de los consumidores hacia el optimismo, se puede ver cuando el crecimiento del PIB es cercano al 6 % anual, aunque indicó que esto se ve influido por otros factores y eventos de la realidad nacional.
“Cuando un gobierno es débil y salen noticias de que las cosas salen mal, eso influye en el optimismo. Pero, también influye que la gente tenga un trabajo, o el monto del aumento salarial; todo eso determina la percepción de la economía”, agregó.
Por su parte, el economista Luis Paulino Vargas coincidió con Soto, en cuanto a que el crecimiento alto de sectores como las zonas francas o el sector inmobiliario comercial, no repercuten de manera importante en el resto de la población.
“Si usted se desentiende un poquito de esos datos, y se remite a los datos de desempleo, subempleo y formalidad, lo que observa es un índice de desempleo muy alto, un índice de subempleo muy alto, y una situación de informalidad extendida, que refleja precariedad en el empleo y mucha inseguridad, por lo tanto inseguridad en los ingresos”, expuso Vargas.
Estas condiciones de inseguridad en el empleo y el ingreso, considera Vargas, hacen que la gente no pueda sentir confianza en el desempeño económico, por más que las cifras macroeconómicas señalen una situación de bonanza.
También, en el caso de las pequeñas empresas, su realidad es muy distinta a la de las grandes compañías en zonas francas, las cuales gozan de políticas y beneficios que no se aplican al emprendedor nacional, que cuando no es exportador se enfrenta además a un mercado interno muy limitado.
En la encuesta, la cantidad de personas que asegura que sus ingresos crecerán menos que el aumento de los precios, pasó de 45.3 % a un 48.7 %, mientras las familias que esperan mayores ingresos este año bajaron del 58 % al 50 %.
El 57 % de los encuestados cree que el desempleo en el país aumentará (51.1 % en noviembre), en tanto que un 64 % también espera incrementos en la pobreza y casi la mitad estima que la inflación aumentará.
Lo que sí han notado los consumidores es la baja en las tasas de interés que se han producido en las últimas semanas, pues se viene reduciendo la cantidad de personas que opinan que estas van a subir en los próximos meses (de 71 % en mayo 2012, a 49.9 % este mes de febrero).
Sin embargo, el 59.5 % de los consultados dice que son malos tiempos para comprar una casa, mientras que un 57 % opina lo mismo respecto a la compra de carro.