Sede del Atlántico mide su huella de carbono

Un proyecto de investigación se propone hacer un inventario de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en los recintos de Turrialba

Un proyecto de investigación se propone hacer un inventario de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en los recintos de Turrialba, Guápiles y Paraíso, que conforman la Sede del Atlántico de la Universidad de Costa Rica (UCR).

El trabajo se desarrollará durante dos años, con el apoyo de la Vicerrectoría de Investigación y el financiamiento del Fondo Especial de Investigación para Sedes y Recintos,  además del respaldo de la Comisión de Carbono Neutro de la UCR.

El estudio lo dirigen el Ing. Agr. DAngelo Sandoval Chacón y la Ing. Agr. Lolita Durán Umaña, directora de la Finca Experimental Interdisciplinaria de Modelos Agroecológicos (Feima).

Según lo explicaron, el inventario de GEI emitidos de manera directa e indirecta se conoce como “huella de carbono” y es posible determinarla mediante métodos estandarizados y reconocidos internacionalmente. En este caso, lo harán por medio del GHG Protocol, que corresponde a un estándar de contabilidad y reporte de emisiones para entidades.

El objetivo del estudio es diseñar una estrategia en la gestión de la reducción de GEI en aras de conseguir la carbono neutralidad.

 Primera etapa

El trabajo se inició este año, en el mes de abril, con una fase de campo en la cual determinarán el carbono que se encuentra almacenado en reservorios naturales, como el suelo y los árboles de las áreas protegidas que posee la UCR  en los tres recintos universitarios.

Además, adquirieron algunos equipos necesarios para el trabajo, como es un barreno, clinómetros, cintas diamétricas, entre otros, y realizarán análisis químicos y físicos que permitan determinar la cantidad de CO2e (unidades utilizadas para la cuantificación de GEI almacenado).

Con el barreno hacen exploraciones en los sitios, para definir posteriormente en donde establecer las observaciones más detalladas, llamadas calicatas o fosas de observación. En esas fosas estudiarán las diferentes capas (horizontes) que conforman el suelo, así como sus propiedades físicas, químicas y morfológicas.

Los investigadores afirmaron que esto es para conocer la dinámica del carbono y el potencial que tiene el suelo para almacenarlo.

Como parte de la investigación, además instalarán parcelas permanentes de muestreo en las áreas protegidas, que les ayuden a estimar el carbono almacenado en biomasa de árboles. Harán un procedimiento similar en las cercas vivas del módulo lechero del Recinto de Turrialba.

En una segunda etapa del estudio, se enfocarán en la medición indirecta de GEI,  por medio del análisis de la facturación. Por ejemplo, de la cantidad de  combustible consumido por la flotilla vehicular institucional, el consumo eléctrico (kilovatios/hora) y el consumo de papel, entre otros.

“No podemos colocarle un sensor a cada carro para conocer sus emisiones directas, pero sí podemos estimar las emisiones por métodos indirectos”, expresó Sandoval.

Asimismo, identificarán los puntos críticos en donde se concentra la mayor emisión con el fin de plantear alternativas de solución. Ambos consideran que el transporte es el principal generador de emisiones GEI, lo mismo que el uso de aire acondicionado y la electricidad.

Algunas opciones de avance en este sentido sería el uso de tecnologías más amigables con el ambiente,  adoptar procesos que tengan menos implicaciones sobre la emisión de GEI, apagar luces y desconectar equipos eléctricos, restringir el uso del vehículo y, de ser posible, optar por autos eléctricos o híbridos.

Consideran que en buena medida este estudio servirá para llamar la atención sobre la necesidad de tomar una mayor conciencia y hacer ajustes en la actividad diaria, para contribuir con el ambiente.

Para poder conocer los datos financieros de los diferentes Recintos Universitarios, los investigadores coordinan con las oficinas administrativas correspondientes, con  las direcciones y con los representantes ante la Comisión Institucional de Gestión Ambiental de la Sede del Atlántico,  la Ing. Agr. Durán.

Por la compensación

Con los dos tipos de mediciones, posteriormente efectuarán un balance de la emisión de GEI y el almacenamiento de carbono. De esta manera, la Sede del Atlántico podrá tener claro qué es lo que tiene que hacer para seguir avanzando en la propuesta hacia la carbono neutralidad.

Durán resaltó que la Sede del Atlántico trabaja desde hace 15 años en medidas de reducción y mitigación, como son la utilización de técnicas de diseño de aulas, construcción con un concepto de arquitectura bioclimática,  aprovechamiento de la ventilación y la iluminación natural y el uso de equipos  amigables con el ambiente.

También citó las llamadas “compras verdes”, que consisten en preferir aquellos proveedores que ofrezcan productos de bajo impacto residual.

Durán detalló que  han trabajado bastante en la sensibilización de la población interna y externa a la Sede, lo que ha generado incluso un cambio en la percepción que tienen ahora las comunidades de influencia sobre la temática ambiental.

“Desde esa óptica podríamos decir que lo que hagamos aquí servirá de modelo para las otras sedes universitarias, ya que la Sede del Atlántico podría ser la primera  en evaluar sistemáticamente su huella de carbono”, manifestó.

“No se trata de conformamos con un resultado positivo, sino de avanzar hacia mejores tecnologías y procesos, de manera que las acciones del quehacer universitario se lleven a cabo en forma sustentable”, concluyó.

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