La editorial neoyorquina New Directions acaba de publicar un libro llamado Mister Paradise en el que reúne obras de teatro inéditas de Tennessee Williams. A continuación, tomamos del diario argentina Página 12 esta reproducción de El Matadero Municipal, una obra en un acto que, según se calcula, el autor de Un tranvía llamado deseo escribió en algún momento de los años ’60.
La vereda de una calle urbana, la calle en sí no se ve. Al fondo hay una pared baja de cemento gris con posters de un dictador militar y la palabra ¡Viva! al pie. Es un anochecer de verano. Un chico y una chica, estudiantes universitarios, caminan por la vereda, la chica llorando, el chico llevando una bandera enroscada. A lo lejos se escucha una banda de desfile.
Chica (cuando el chico se detiene): ¿Es acá?
Chico: Sí. Ahora andate. Te estás haciendo notar.
Chica: ¿No podés quedarte atrás de la pared?
Chico: Sabés que no. Tengo que bajar a la calle corriendo para estar seguro de no errarle. (Le da a la chica un beso corto y fuerte.) Ahora andate.
Chica: ¡No tenías que ser vos!
Chico: Pará con eso.
Chica: ¡Podría haber sido alguien mayor, alguien enfermo o feo!
Chico (sacándose el reloj y el anillo): Llevate esto. Ahora andate. Hay un hombre que nos está mirando. Llegá a la esquina y cruzá el parque. ¡Andate!
(Le da pataditas en los pies. Ella sale corriendo, llorando. Un momento después aparece en la vereda un empleado de mediana edad que se acerca al estudiante.)
Empleado: Disculpe, joven.
Chico: ¿Qué pasa?
Empleado: ¿Me indicaría, podría indicarme, sería tan amable de mostrarme cómo se llega al Matadero Municipal?
Chico: ¿Cómo llegar al…?
Empleado: Al Matadero Municipal. Parece que perdí la dirección y ya se me está haciendo tarde.
Chico: ¿Usted trabaja en el Matadero?
Empleado: Oh, no, no, oh no. Yo soy… era, hasta ayer, empleado de la Oficina de Economía Nacional, pero me despidieron y hoy me condenaron.
Chico: ¿Por qué lo condenaron?
Empleado: Hay varias razones posibles. La semana pasada hice algo bastante tonto. Pasé por una tabaquería y en la vidriera vi una cosa hecha de alambres, un… un… una rueda, como una jaulita que giraba. Adentro había un animalito, una ardilla, algo por el estilo, que corría, corría y corría en la jaulita, en la rueda, y parecía muy asustado. Me pareció que estaba en pánico y por eso estuve muy estúpido, entré al negocio y hablé con el dueño sobre el animalito en la jaulita giratoria. Le pregunté si la criatura alguna vez salía de la rueda o si tenía que correr todo el tiempo y el hombre en el negocio, el dueño del negocio, se puso furioso por mi pregunta, me agarró del saco y me sacó la billetera del bolsillo y anotó mi nombre y mi dirección y mi lugar de empleo y dijo que me iba a hacer condenar por interferir con algo que no era asunto mío. Debo haber hecho algo, porque me ordenaron ir al Matadero Municipal. Aunque hay otra razón posible para que me manden allá. Cuando mi hija fue enrolada en el Prostíbulo Municipal, yo apelé… yo escribí una apelación a…
Chico: ¿Le mandaron algo por escrito?
Empleado: No, no, me llamaron… por teléfono.
Chico: Puede ser un chiste de humor negro que le estén haciendo. Debe ser eso, porque si no hubieran ido a su casa y lo hubieran detenido y llevado al Matadero en un camión.
Empleado: Ya no hacen siempre así. A veces te ordenan ir al Matadero a cierta hora y uno… uno va. Y me dijeron que si llegás tarde te joden más, que… que no terminan rápido.
Chico: ¿Tiene un peso en el bolsillo?
Empleado: No, le dejé toda la plata a mi mujer.
Chico: Acá tiene un peso. En la próxima esquina para un tranvía, usted se lo toma y va hasta la terminal, en cualquier dirección. Después se baja y empieza a caminar y sigue caminando.
Empleado: Pero así no se llega al Matadero Municipal. El Matadero no puede estar en cualquiera de las dos terminales.
Chico: ¿Alguna vez fue a cazar? ¿Con un arma?
Empleado: Sí, cuando faltaba carne, fuimos con mi hijo a cazar conejos.
Chico: ¿Sabe tirar bien? ¿A corta distancia?
Empleado: Bueno, sí, pero…
Chico: Le aconsejo que se calme, que se tenga un poco de respeto como hombre y se aleje del Matadero Municipal todo lo que pueda con el peso que le di, y entonces, se pierda.
Empleado: Usted es un hombre joven y piensa así porque no fue Empleado Municipal por más años de los que puede contar.
Chico: Su cuerpo, cortado y molido por una máquina, vendido en latas para que se lo coma cualquier Fulano, Mengano o Zutano con sus esposas, hijos y perros.
Empleado: ¿No se da cuenta de que estoy aterrorizado? Podría haber tratado de protestar, de apelar, pero sabe qué, cuando tenía su edad yo era ¡pacifista! Por eso no, yo no… no encuentro manera de salir, de elegir, realmente no tengo opción y además ahora que estoy desempleado y nadie me quiere en casa, yo…
Chico: ¿Tiene familia?
Empleado: Sí, mujer y…
Chico: ¿Y qué dice su mujer de que vaya al Matadero Municipal?
Empleado: Ella cree, como yo, que realmente no tengo opción.
Chico: Una opción es algo que uno inventa, por eso camine hasta el próximo semáforo, espere el tranvía y tómelo hasta el final del recorrido. Le di un consejo y le di para pagar el boleto, ya no puedo hacer nada más por usted.
Empleado: Sí, sí, ya sé y le agradezco, pero podría decirme dónde queda el Matadero.
Chico: Es verdad, podría, pero no se lo voy a decir.
Empleado: Usted es la única persona que conozco, si se puede decir que lo conozco, que piensa que no debería presentarme.
Chico: Mierda, vaya nomás, vaya si ya perdió toda capacidad de decidir. Pero le voy a decir una cosa. ¿Escucha la procesión que viene?
(Escuchan la música de la banda, a la distancia.)
Chico: Va a pasar justo por acá y yo la voy a interrumpir con este pequeño interruptor. Tóquelo en mi bolsillo. (Le agarra la mano al empleado y se la pone en su bolsillo.)
Empleado: ¿Es un…?
Chico: Sí, es un revolver con seis balas.
Empleado: No, no, no, tírelo por encima de la pared. ¡Lo van a matar si…!
Chico: Qué tipo chiquito y asustado que es usted, y sin embargo me preguntó cómo llegar al Matadero Municipal.
Empleado: Hago lo que me dicen que haga, voy a donde me dicen que vaya, nunca cuestiono las órdenes.
Chico: Bien. Le voy a dar una orden, ahora soy su comandante. Usted es mi esclavo.
Empleado: ¿Cómo que soy su esclavo?
Chico: Por mi orden, a partir de ahora. Míreme a los ojos, directo a los ojos, y piense en su hija en el Prostíbulo Municipal, siendo usada por hombres sucios y enfermos. Ella se taparía la cara si usted la viera de nuevo, porque su piel debe estar manchada con…
Empleado: ¡NO! ¡NO! ¡NO!
Chico: ¡Haga lo que le digo! Tome esta maldita bandera con una mano y el revólver con la otra y esconda el revólver con la bandera. ¿Me entendió?
Empleado: Sí, pero…
Chico: Usted va a hacer exactamente lo que le digo. Usted es mi esclavo, yo soy su comandante. Ahora bien, la procesión va a pasar justo por acá en un minuto. El auto del General es el primero después de las motos. ¿Me entiende?
Empleado: Sí, pero…
Chico: Diga que sí, no diga pero.
Empleado: Sí.
Chico: Muy bien. Cuando la primera limusina esté por pasar, usted grita «¡Viva, viva!» y agita la bandera mientras corre hacia la calle. Y antes de que puedan pararlo, le vacía el revolver en la cara y el pecho al General, rápido, tan rápido como pueda. ¿OK? ¿Me entendió?
Empleado: Sí.
Chico: Va a ser más rápido y más fácil para usted que llegar a su cita en el Matadero Municipal, y su nombre y su foto van a estar en la tapa de cada diario del mundo. ¿Me entiende?
Empleado: Sí.
Chico: Entonces lo dejo. Pero recuerde que mis ojos y los ojos del mundo entero lo están mirando. Por accidente, por preguntar a un desconocido en la calle, su vida sin sentido fue elegida para la gloria y su muerte para ser heroica. Adiós. Deme un abrazo. (Abraza al empleado y después le da un empujón.) Querido esclavo, santo inmortal, mártir y héroe.
(Se va dando un salto a la pared baja del fondo. La procesión se acerca rugiendo.)
Empleado: ¡Viva, viva, viva, viva, viva, viva, viva!
(Se apaga el rugido de la procesión.)
Empleado:(al público): Me pregunto si alguien sería tan amable de decirme cómo llego al Matadero Municipal. No quiero llegar tarde. Te joden más si uno llega tarde… Oh, gracias, lo voy a anotar. Gracias.
(Saca una libretita del bolsillo y anota, mientras las luces se apagan.)
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