Irazú

La castración de la inocencia

La proximidad entre filosofía y literatura es digna de tomar en consideración, digna de atención, sobre todo cuando en un ser humano están las dimensiones

La proximidad entre filosofía y literatura es digna de tomar en consideración, digna de atención, sobre todo cuando en un ser humano están las dos dimensiones: filósofo y literato.

El verdadero literato se siente extrañado, asombrado ante lo existente (Heidegger). Platón postula la admiración como origen de la filosofía y nosotros, por nuestra parte, pensamos es una virtud del auténtico literato.

Para el literato y el filósofo la vida es un misterio. No está claro si existe Dios o no existe. Pese al desarrollo de la ciencia y la electrónica la vida sigue siendo un misterio. Solo resta la humildad y preguntar perplejos: ¿Existirá Dios o no existirá? ¿Existirá el alma o no existirá? ¿Qué es la vida? ¿Qué es el hombre?

Para que se geste el verdadero filósofo y literato, es preciso la humildad o profesión de ignorancia. El socratismo no está pasado de moda, no es anacrónico: es actual. Un filósofo con delirios de grandeza, arrogante, autoritario, soberbio, matón, no es un filósofo. Solo los humildes solo pueden transitar el camino que conduce a la sabiduría. Algunos literatos están en este camino.

Al desarrollo de la ciencia y el auge del ateísmo no ha resuelto los grandes misterios de la vida: la existencia del alma y de Dios. La presencia de los misterios está presente en el verdadero filósofo y el auténtico literato.

Hemos puesto lo anterior como una introducción al análisis de la novela de Gerardo César Hurtado titulada Irazú. En esta novela hay una alianza, una unión entre filosofía y literatura. El novelista es filósofo y literato.

Irazú titula a la novela Hurtado. Pero también la pudo titular Dios; el simbolismo de la novela Irazú, referencia a uno de los volcanes de Costa Rica, es sacro. Irazú es un nuevo nombre que se le da a la divinidad (La racionalización o comprensión de la obra de arte no es necesariamente asunto del autor. Lo consciente y lo inconsciente participan de la comprensión de la obra (psicoanálisis). ¿Cuál es el mensaje de esta novela si tiene? ¿Qué nos quiere decir el autor? El racionalista o intérprete trata de sacar a flote los símbolos, los secretos de la obra. El literato tiene una visión de la vida que debemos descubrir. Algunos intérpretes descubren el significado intencional de la obra, otros se acercan, otros quedan lejos. A veces la obra de arte se escapa de las mismas manos del creador, se independiza de este (Heidegger, Rilke). Aunque el autor tenga una intencionalidad doctrinal, esta puede tomar vida propia. La interpretación o intento de comprensión de la obra de arte es un asunto muy complejo, difícil. Pero hay que tratar de señalar alguna cosa, por lo menos la lectura personal).

El instinto religioso

Dice uno de los personajes de la novela: Imposible el frío -querías decirme- el frío envuelve al volcán, como una madre a su hijo, como un dios invencible a las constelaciones.

El protagonista de la novela, Sergio, siente la presencia de Dios en este. La contemplación del coloso se vuelve una experiencia religiosa. El protagonista establece una conversación amistosa y también rebelde, como veremos, con Dios a través de la obra. Hurtado no lo sabe. El solo escribió la novela. En la contemplación religiosa del volcán Irazú advierto el poderío de la divinidad, que es una experiencia testimoniada por muchas personas que han visitado el volcán. El personaje principal de la obra, que en cierto sentido es también el novelista, está asfixiado por las injusticias del mundo. Entonces pide, reclama que le expliquen qué pasa. Es aquí entonces cuando el volcán le da consuelo, alivio: la contemplación del volcán Irazú se vuelve una experiencia catártica (Aristóteles). Ninguna injusticia se queda sin saldar. El, Irazú, Dios “Invencible, poderosísimo, resolverá los problemas. Irazú es dador de justicia, justiciero. Es “justo”, “el sabio”, como llama Heráclito a la divinidad, entre muchos nombres.

El instinto religioso de Hurtado lo conduce a la creación de un dios: Irazú. El instinto o sentimiento religioso es innato en el ser humano. El instinto o sentimiento religioso es como un sello o huella que el mismo Dios ha puesto en la mente o espíritu. Dios es el origen, de Él procedemos.

Instintivamente Hurtado mitifica, diviniza la naturaleza. Hurtado no es ateo. No desmitifica el Universo. Quizá para expresarlo poéticamente está cercana la hora de la vuelta de los dioses, que abandonaron hace mucho tiempo.

Castración de la inocencia

Hurtado lleva una carga a cuestas parecida a la que llevó Jesús de Nazareth. El novelista no es consciente de esta confesión íntima. Posiblemente nunca ha visto las cosas así. La novela abre las puertas de la intimidad del autor.

Aunque el volcán se vuelve una experiencia catártica, el protagonista hace responsable a Irazú, es decir a Dios, de sus padecimientos y sufrimientos, de su ceguera. Dice uno de los personajes: “ese, el niño pensando en el volcán, como siempre decía que hay un volcán en tus sueños, Sergio adivina…”. Sergio hace culpable al volcán de su ceguera: “Si, un enemigo natural- dijo Sergio. Ese volcán que se divisa allá lejos”.

La ceguera de Sergio simboliza la castración de su inocencia o ingenuidad. La inocencia o ingenuidad del protagonista fue interrumpida por el descubrimiento del mundo: horror, injusticias, crueldad, maldad, brujería.

Cuando Sergio era un niño pensaba y soñaba en el volcán (sustitución de Dios por el volcán Irazú), pero al convertirse en hombre se vuelve rebelde con el mismo volcán, es decir con Dios. Dios o Irazú es el origen del bien y del mal. De nada sirve ser bueno, amoroso, ingenuo, inocente. Hay que ser malicioso, realista, oportunista. El hombre castra su inocencia e ingenuidad ante este evento. El destino de Sergio ha sido el destino de casi todos los hombres en todas partes. Sergio es símbolo del hombre.

El autor logra emanciparse del nacionalismo, de las costumbres, de la idiosincrasia, y logra llegar al hombre, el ser humano, como debe corresponder a un verdadero escritor.

El dramaturgo inglés Peter Schaffer ha llevado la temática aludida a la pantalla grande. En efecto, en su libreto Equus, película que fue dirigida por el excelente director Sidney Lumet.

La transmigración de las almas

Como hemos visto Irazú es una novela que trata el problema de la identidad humana. Tal problema es resuelto en la doctrina filosófica- religiosa de la trasmigración de las almas. El punto medular de esta doctrina es la superación personal. En sucesivas vidas nos vamos superando. El protagonista de la novela, Sergio, es transmigratorio; ha sido Carlos, Federico, Yanuario, Fajardo.

La transmigración de las almas es una doctrina místico- filosófica que no convence mucho a racionalistas y materialistas, pero no hay que cerrarse, hay que estar abierto (Ibarra). Después de todo nadie sabe a ciencia cierta cómo es el asunto.

La transmigración de las almas significa, entre otras cosas, la búsqueda del equilibrio personal, la búsqueda del verdadero poder de la fortaleza espiritual, del escape del sufrimiento.

Algunos místicos de la vieja Grecia creían en la transmigración de las almas. La iniciación buscaba el perfeccionamiento, convertirse en un “pequeño dios.”(Mircea Eliade); por ejemplo, los Orficos, los Eulesinos.

Llama la atención la invención del nombre Yanuario, que es muy parecido al término inglés january, que es enero en el idioma español. En el contexto de la obra, Yanuario es uno de los nombres del protagonista en una de sus vidas o reencarnaciones. Este nombre nació libre y espontáneo de la mente del novelista. En última instancia, el origen de la obra de arte es la mente o espíritu humano. Hurtado no sabe por qué eligió o inventó este nombre; posiblemente fue inconsciente. Quizá Yanuario debe traducirse por Enero, alusión, y en un contexto transmigratorio, a la primera vida del protagonista o autor: ¡quién sabe!

El aspecto autobiográfico en la obra de arte es muy difícil de eludir. Al protagonista le gustan los perros igual que a Hurtado. Actualmente el novelista y filósofo tiene dos pequeños perros que viven en su casa.

Redención

Los últimos textos de la novela son redentores. El protagonista crea otro dios: el Sol (ahora sustituye a Dios por el Sol). No habla de él explícitamente, pero sí de la claridad del día que todo lo domina. Sergio el protagonista, se ha curado de la ceguera. Dice el narrador: “Sergio, levantándose, se arrancó la venda que le cubría los ojos. La claridad del día resplandeció suavemente; luego llenó toda la casa con violencia, desbordándose. El quedó ahí inmóvil, y parecía esperar un milagro, un suceso que viniera con sorpresa”.

La sustitución de Dios por fuerzas de la naturaleza es un fenómeno primitivo, primario. Los hombres primitivos no llegaron al concepto de espíritu explícitamente, pero sí eran partícipes del instinto religioso. Esta conducta primitiva, que por primitiva no hay que eludir, prevalece, persiste en el hombre que no ha caído en las redes del materialismo. En la contemplación del sol y el volcán Irazú se siente la presencia de un creador. Akira Kurosawa ha llevado a la pantalla grande todo ese simbolismo. En efecto, en su película: DERZU UZALA. Para Derzu, el protagonista “ser la persona principal, la Luna ser la segunda persona”. Irazú es una novela mítica, humilde, esperanzadora, mística, existencialista, intuitiva.

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