En la Red de Mujeres Rurales, decenas de comunidades de todo el país unen sus voces para incidir en las políticas nacionales. (Foto: cortesía de Allan Barboza)
Aida Alvarado González, de Paso Canoas, desde el 2007 es parte de la Red de Mujeres Rurales, un espacio que pone en contacto a mujeres de diferentes zonas de Costa Rica en defensa de sus intereses y derechos.
El pasado martes 15 de octubre casi un centenar de integrantes de este grupo se reunieron en la Universidad Nacional (UNA) en el foro “Mujeres del Campo: autonomía y soberanía alimentaria”. Allí se discutieron las problemáticas de los pueblos campesinos, que de otra manera estarían aislados entre sí, y se buscaron soluciones en conjunto.
Aun contra la marea de recelo que muchas sufren en sus casas, debido a la desaprobación de esposos e hijos varones, las mujeres de la Red no detienen la misión de involucrar y sensibilizar a todas las personas de las zonas rurales, para que su voz tenga una verdadera incidencia política.
“Hay un cambio en mí, como persona. Porque antes no habían sonado los tarros y yo estaba ya bailando; yo pensaba que iba con un color [político], pero estaba dormida en los laureles”, relató la señora Alvarado.
Aida, con el tono vivaz que plasmó en todas sus conversaciones y de la mano con toda la Red, busca que la economía de este país despierte y deje de verlas como un objeto, o como un recurso político de conveniencia.
“Si las mujeres nos quedamos haciendo nada, este país se para, y quién sabe por cuánto tiempo. Porque nosotras somos la materia prima de este país; mandamos a los esposos comiditos y planchaditos, y cuando llegan [a la casa] los recibimos. Somos las primeras que nos levantamos y las últimas que nos acostamos, y ese trabajo no es valorado”.
La soberanía alimentaria es uno de los principales objetivos que la Red de Mujeres Rurales ha tratado de alcanzar. Para la organización, no solo se trata de llenar el estómago de sus comunidades; también es primordial saber lo que se come, que sea puro y no cause enfermedades.
El foro también dedicó atención a la crisis de salud pública que sufre el sector femenino de las zonas más alejadas del país. “Llegamos a las citas médicas para ser desahuciadas, y se nos garantiza que, como premio, vamos a morir sin dolor. Y me rechinga eso…” señaló una de las presentadoras de la mesa de salud. Además se compartieron experiencias sobre la plantación de hierbas medicinales que, en pueblos de la península de Osa y la Zona Norte, son pilares del bienestar familiar.
Francisca Wilson, de Upala, puso sobre las mesas de diálogo la desigualdad estatal a la hora de otorgar tierras para la agricultura, pues el Instituto de Desarrollo Rural (INDER) les concede menos espacio a quienes no tienen esposo. “A las mujeres nos identifican con una pila, con un bebé, con una escoba o con una plancha. No nos identifican con una pala. Como si no pudiéramos manejar la tierra. Eso es una injusticia”, añadió Alvarado.
“Moriremos en la lucha. Aunque no logremos todo lo que queremos, dejaremos huellas para que otras lo logren”, finalizó doña Aida Alvarado.