¿Son “troskos” o “fachos”?

De acuerdo con los datos de la última encuesta de la firma Unimer, entre las múltiples razones por las que la ciudadanía costarricense decidirá

De acuerdo con los datos de la última encuesta de la firma Unimer, entre las múltiples razones por las que la ciudadanía costarricense decidirá su voto el próximo 2 de febrero, la ideología del candidato lidera la lista. Al parecer, el pensamiento político de los aspirantes a los puestos de elección popular, y por ende, su ubicación ideológica, tendrá efectos significativos en el comportamiento electoral de los votantes.

Mucho se ha dicho con respecto a la actual campaña político-electoral y la polarización que ha generado no únicamente en el sistema de partidos políticos costarricense, sino también en la sociedad civil. Sin embargo, resulta necesario sacar a la discusión política del estado minimalista en el que se encuentra, es decir, del péndulo hipnotizador que se mece de izquierda a derecha sin sentido alguno.

A la ligera se ha tomado la supuesta ideologización de los partidos políticos, al igual que la de las personas que ni simpatizan ni militan en estos; en otras palabras, se ha pensado que todas las fuerzas políticas son, per se, una representación de alguna doctrina definida, o bien, que ocupan una posición a lo interno del espectro ideológico, que dicho de paso, en falsos supuestos, reflejan una realidad que sólo puede ser negra o blanco (y no es así).

¿Cómo se diferencia cuando una personalidad o partido político es de izquierda o de derecha, más allá de aquel viejo escenario de la Guerra Fría? ¿Qué parámetros se toman en cuenta para saber cuando una persona es “troska” o “facha”?… ¿y si no es ninguna de estas dos?

La llamada “polarización” no ha hecho otra cosa más que bajarle la calidad al debate político, reduciéndolo a aquella insalubre “receta” de lo público a la que sólo se le pueden agregar dos ingredientes: el Estado o el mercado (de forma excluyente). ¿Será que no tiene acceso a otros criterios para poder evaluar a los partidos políticos y sus respectivos candidatos?

Hay que dejar el fundamentalismo de un lado e hilar más fino; dejar de etiquetar a la gente de “troska” o de “facha”, sin antes haberse tomado la molestia de conocer tan sólo un poco acerca de lo que fue, ha sido y es el “trotskismo” y el “fascismo” (sumado al nacionalsocialismo alemán), que me parece, no tienen mucho que ver con las calificaciones que se pretenden hacer muchas veces y que poco importan.

Cuando se hace referencia a los “troskos” y “fachos”, pareciera que se está recurriendo a una moda lingüística, pero a la vez, queda en evidencia que no se tiene la más mínima conciencia histórica, que nos dice que los tiempos han cambiado y que hay que llamar a las cosas por su nombre, sin caer en un confort que conduce a percepciones equívocas.

Los mismos partidos políticos son los culpables. ¿A quién se le ocurrió ponerle “Movimiento Libertario” al partido de Otto? ¿Se habrán preguntado antes qué significaba el término “libertario”? ¿En el actual “Movimiento Libertario” hay “anarquistas”? Es un completo sin sentido. ¿A quién se le habrá ocurrido ponerle “Partido Comunista” a aquella fuerza que descansa en la memoria del siglo pasado? ¿Habrán hecho −al menos− una reflexión acerca del “comunismo”? Ah no, ¡Si es cierto!, era el “comunismo” pero “a la tica”.

Esta breve opinión pretende poner en perspectiva –aunque de manera superficial− a los dos “extremos” del espectro ideológico que penetran en la actual contienda electoral, pero usted después de leer este semanario se preguntará… ¿qué pasa si Costa Rica empieza a cuestionar la esencia misma del “socialcristianismo”, la “socialdemocracia”, el “socialismo”, el “humanismo” y el “progresismo”? Cada una de estas corrientes ideológicas tiene consigo una serie de valores, que son, a la vez, el corazón de su existencia. Lo difícil está en diferenciar estos valores en la palestra de propuestas que ofrecen los aspirantes a los cargos públicos, principalmente cuando las acciones camaleónicas no le permiten al ciudadano o ciudadana tomar una decisión en cuanto a la intención de su voto. Todo se desdibuja y nada se diferencia. Esa es la norma que prevalece. Pero “de boca” sí se sabe que hay “troskos” y “fachos”, que hay comunistas, socialistas, libertarios, socialcristianos, progresistas y otros fantasmas.

En estos días no sólo está en juego el quién va a decidir acerca de los asuntos públicos durante el próximo cuatrienio, sino que también están en “veremos” las ideas y valores que dirigirán la acción política del país. Mientras tanto, la sociedad está contra la pared de la confusión y el miedo, de las palabras de moda y las etiquetas entorpecedoras.

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