El Nobel de la Paz mira al futuro con Malala

 Oslo, 10 oct (DPA) – Guerra en la Franja de Gaza, combates en el este de Ucrania, atrocidades de Estado Islámico en Siria e

 

Oslo, 10 oct (DPA) – Guerra en la Franja de Gaza, combates en el
este de Ucrania, atrocidades de Estado Islámico en Siria e Irak…
¿A quién entregar el Nobel de la Paz cuando la lista de guerras no
deja de crecer?

Pocas veces lo tuvo tan difícil el Comité Nobel, que
finalmente tomó una decisión muy celebrada. A los 17 años Malala
Yousafzai se ha convertido en un ejemplo para millones de personas,
dando esperanzas no sólo a su generación.

La situación mundial ha sido este año tan sombría, que en Oslo se
llegó a discutir si debía entregarse el Nobel de la Paz. Ahora, el
prestigioso galardón mira al futuro, y no sólo porque se haya
entregado a la ganadora más joven de la historia. Se ha premiado a la
educación, como el medio probablemente más eficaz contra el
extremismo, y a dos personas de distintas religiones y generaciones,
procedentes de países enemistados desde su fundación.

Es una señal que “un hindú y una musulmana, un indio y una
paquistaní, se unan en una lucha común por la educación y contra el
extremismo”, apuntó hoy el Comité Nobel. Y es que junto a Malala
también fue distinguido el activista indio Kailash Satyarthi, de 60
años, luchador desde hace décadas contra el trabajo infantil.

Malala ya fue candidata al Nobel de la Paz en 2013. Entonces
muchos consideraron que era demasiado joven para recibir el codiciado
premio y advirtieron de que se vería sometida a una gran presión.
Pero muchos otros se sintieron decepcionados cuando se fue de vacío
una joven tan valiente, que ni siquiera vaciló en su lucha tras
sufrir un intento de asesinato.

La vida de esta adolescente cambió por completo hace dos años,
cuando llegó a un hospital de Birminghan, en Reino Unido, con graves
heridas de disparo en la cabeza. “No sabía ni qué se hace con una
cucharilla cuando uno termina de comer un helado”, recordaba la
periodista londinense Christina Lamb, que la ayudó con su libro, “Yo
soy Malala”.

Desde entoces, activista paquistaní no sólo persigue sus objetivos
con tenacidad, sino que demuestra “la integridad moral necesaria que
reconoce el Premio Nobel”, según la opinión de Kristian Berg
Harpviken, director del Instituto de Investigación de la Paz de Oslo
(Prio). Así, esta joven inteligente y segura de sí misma pasó en poco
tiempo del desconocimiento a ganar el Nobel.

Según los analistas, la familia de Malala es en gran parte
responsable de que la joven sea capaz de mantener los pies en la
tierra, a pesar de su inmensa popularidad y una presencia casi diaria
en los medios. “Todo el mundo quiere un poco de Malala”, explicó la
periodista Lamb.

A pesar de toda la atención internacional, Malala, con sus 17
años y su pañuelo en la cabeza, no es más que otra pequeña inmigrante
cuando juega con sus hermanos en los parques o hace los deberes en
casa.

Cuando esta mañana se anunciaron los ganadores del Nobel, la joven
estaba en clase. El director la sacó del aula para comunicarle la
decisión de Oslo. Después, Malala volvió a clase y se supo que no
hablaría hasta que no terminase la jornada escolar. El mensaje es
claro: la educación es lo más importante, también para una premio
Nobel.

 

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