Los avatares de don Ottón

Valga emplear la palabra “fuerza”, pues su Partido Acción Ciudadana (PAC) tomó el primer aliento de las filas de Fuerza Democrática. Fue el “naranjazo”

Ahora que suenan –aunque bajo y desafinados- los tambores electoreros, y los candidatos eternos afilan sus espuelas para chuzar al pueblo con poses fotogénicas, sombreros campesinos y palabras de dulce engaño, es menester hacer breve reseña de las andanzas del más conspicuo representante de una casta que se resiste a desaparecer: el caudillismo demagógico burgués cuyo relevo manifiesto en la élite politiquera bipartidista ha recaído en la figura de Ottón Solís, no obstante su filiación a una tercera fuerza que él mismo fundó.

Valga emplear la palabra “fuerza”, pues su Partido Acción Ciudadana (PAC) tomó el primer aliento de las filas de Fuerza Democrática. Fue el “naranjazo” un proyecto político de transformación socioeconómica que participaría en los procesos electorales. Así, con un trabajo desde las bases, la alicaída izquierda costarricense vio luz en el túnel eligiendo tres diputados en 1998. Mas para las siguientes elecciones, a pesar de la pobre legislación ejercida por sus representantes –que por cierto fueron rebasados por el “Combo ICE” en el 2000-, las expectativas electorales eran tan optimistas, que el caudal de votos a la vuelta de la esquina obnubiló a los seguidores de la charanga electorera. Tanta fue la euforia –primero, y el pleito –después, que Fuerza Democrática se vio fracturada en tendencias que la obligaron a medirse en convención; o más bien, en convenciones, ya que la primera salió güera y la segunda amañada, fustigada  y finalmente enterrada con todo y Partido metido en un saco, mismo que era pateado desde dentro por los diputables y desde fuera por el tribunal electoral (TSE) que nada resolvía.

Del bochinche anaranjado (río revuelto) se sirvió el rebelde liberacionista don Ottón  (pescador) para impulsar su opción electoral. La acción ciudadana ya había arrancado desde el trabajo que los líderes de base de Fuerza Democrática habíamos emprendido, a partir de 1995, cuando nos percatamos que la representación cupular que el Partido había elegido a la Asamblea Legislativa en 1994 (2 diputados) no llenaba los anhelos del pueblo y entonces debimos tratar de convencer a las comunidades en dos sentidos: primero, que no representábamos más de lo mismo (léase PLUSC); segundo, que seríamos capaces de superar las falencias organizativas para no errar más en la promoción de oportunistas y ególatras que sólo buscaban figurar en bien propio. Ese trabajo generó la elección de un diputado más en 1998 (el de Alajuela) y la simpatía por el papel que había jugado el diputado Merino durante la lucha contra el “Combo ICE”. 

En plena lucha intestina, entre el 2000 y el 2002, una de la tendencias de Fuerza Democrática, denominada “Un camino propio” y liderada por el Doctor Álvaro Montero Mejía, hacía ingentes esfuerzos por articular una coalición de partidos emergentes a sabiendas de que sólo así se podría derrotar al bipartidismo neoliberal. Sin pretensiones de  una candidatura presidencial nombrada a dedo, el Doctor Montero instó a Solís a sumarse al proyecto, a lo que el exministro de Óscar Arias respondía, como hoy, que era bienvenido todo aquel que estuviera dispuesto a articularse alrededor de su movimiento. Así se equivocó la primera vez.

La segunda vez se equivocó cuando creyó –y aún cree- en las garantías electorales tuteladas por el TSE. Los reclamos de ilegalidades durante la elección del  2006 por parte de Ottón no pasaron del berreo, y aún con su marejada de electores estupefactos por las cochinadas vividas en dicho proceso, el caudillo se postró ante su antiguo jefe y su andamiaje “legal”, que le favorecía desde que la Sala IV pisoteó la Constitución y se brincó los muros de la Asamblea Legislativa decretando la reelección presidencial.

Se equivocó por tercera ocasión al no tomar en serio el problema del TLC, resultando enganchado al vagón de cola del tren que luchaba contra el nefasto tratado desde el 2003. Con paños tibios, cuando en 2004 y 2005 el movimiento del NO ganaba batallas en las calles, Ottón Solís clamaba por su renegociación.

Hoy el precandidato del PAC parece equivocarse al tratar de acomodar las piezas del ajedrez electoral a lo interno de su agrupación y así aventajar a cualquier postulante que ose arrebatarle su candidatura única. Con tanta equivocación en el camino hacia una posible administración, ¿qué nos podría deparar ya al frente de la misma?

No olviden los precandidatos de cualquier opción popular: el pueblo demanda posiciones firmes y claras contra RITEVE y el TLC, y en defensa del ICE, de la Caja y demás instituciones públicas de bienestar social.

Quien enarbole la bandera del movimiento del NO acorazonado y haya demostrado beligerancia en contra del neoliberalismo; quien se comprometa, con la ayuda del pueblo, a anular concesiones leoninas de puertos, aeropuertos y de explotación minera a cielo abierto; a promover la creación de una empresa nacional que lejos del chorizo asuma el problema de las vías de comunicación terrestre; quien considere de primer orden el rescate de la seguridad alimentaria apoyando al agricultor nacional, el rescate de las riquezas marinas y terrestres y del turismo nacional, el cobro justo de impuestos a extranjeros y nacionales y la transformación profunda de la educación que permita a la futuras generaciones convivir en armonía con la naturaleza o, mejor aún; quien esté dispuesta(o), una vez electa(o) presidente, a convocar a una Asamblea Constituyente desde las organizaciones populares, tendrá el favor del noble pueblo que durante el referendo del 2007 se opuso al TLC.

Recordemos que nuestro continente latinindio hoy se sacude y que la Patria Grande  de Bolívar, Martí, el Che y Vicente Sáenz va.

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