Tertulias del Farolito atraviesan setiembre explorando la producción cultural en el país

Producir cultura desde los márgenes: ampliar fronteras para sobrevivir

Artistas reflexionan acerca de oportunidades y retos de la producción cultural en los espacios marginales del país.

“Debe haber otro lago, al otro lado”, prometía el poeta nicaragüense José Coronel Urtecho. Nuestras fronteras son límites, pero también espacios de encuentro, diálogo y semilleros fértiles para la creatividad. Acercarse a los márgenes y conocerlos permite que crezcamos desde la diversidad cultural y que nos veamos al espejo honestamente como sociedad.

En parte, son algunos de los pensamientos de los invitados de la tercera mesa de tertulia del Farolito acerca de la producción cultural costarricense en nuestros márgenes: aquellos terrenos que sobreviven a pesar de la exclusión y el olvido.

Septiembre revivió las charlas del Centro Cultural Español para diseccionar y exprimir la cultura desde el análisis de sus tendencias y contradicciones, el espacio público, la institucionalidad o la producción artística regional: todo en un ciclo de tertulias semanales que se desarrollan cada jueves a las 7 p.m., en las instalaciones de Barrio Escalante.

La tercera sesión prestó micrófonos al cuentacuentos Luis Barrantes, al músico Manuel Monestel y a la artista visual Loida Pretiz, que compartieron su visión acerca de las producciones culturales en los márgenes junto a la moderación del actor y escritor Adriano Corrales.

Al margen… ¿De qué?

“El que quiere hacer algo honesto, sincero, que tenga que ver con los rasgos identitarios del país tiene que hacerlo contra corriente”, introduce el músico Manuel Monestel, acerca de la producción cultural en Costa Rica.

Lo dice desde la experiencia, porque piensa que cantando calipso limonense estará siempre moviéndose entre los márgenes y la exclusión.

“El concepto de cultura continúa permeado por el pensamiento decimonónico que inventó la nación costarricense, que es profundamente excluyente, privilegiante en enfoque y que no contempla la condición pluricultural y multilingüe”, lamenta. “Es un país que tiene una visión estrecha y pequeño burguesa del espectro cultural nacional y que todavía presenta un marcado deslumbramiento ante la producción cultural extranjera”, agrega.

Se refiere a las formas de exclusión presupuestarias, de infraestructura o -incluso- conceptuales que dificultan la producción cultural en el país.

Para Monestel, “los goces de Europa” no han dejado de ser la envidia de los costarricenses, que influye en la invisibilización de nuestros propios procesos culturales. Sin lugares donde exponer para los artistas de la periferia, con teatros de costos excesivos en la Gran Área Metropolitana y medios de comunicación desinteresados en la programación de contenidos nacionales, la cultura popular se limita a la exclusión, el racismo y el sexismo.

“Hay elementos que parecen inclusiones, pero solo llegan a ser formas demagógicas del sistema para dar pequeñas dosis”, explica.

Arte y artesanías

Loida Pretiz ha recorrido la periferia de Costa Rica para encontrar y abonar expresiones artísticas en pueblos como Islita, isla Chira, Caño Negro o Changuinola (Panamá).

“Allá también hay gente reflexionado sobre su vida cotidiana y su historia, en regiones muy distantes”, cuenta. “Siempre se piensa que esta gente que no ha estudiado o tenido oportunidad de acercarse a la academia, lo que hacen es artesanal, pero muchos de ellos hacen cosas muy diferentes”.

Lo explica mientras muestra las imágenes del cuaderno de bitácora por sus viajes en los bordes del país. Muestra cómo artesanías seriales e industriales se transforman en obras de arte poéticas, profundas y mucho más reflexivas a través de ejercicios que se sobreponen a la producción de objetos para la subsistencia.

“El artista de la periferia tiene la misma situación: están en un sistema económico en el que necesariamente tiene que vender para sobrevivir. (…) Es muy necesario desarrollar una producción que no dependa exclusivamente de la subsistencia”, explica.

“Aquí sucede que el arte, cuando está apegado a las bienales o concursos, se aleja de la búsqueda más profunda, crítica y poética de lo que puede ser. Lo mismo puede estar pasando en la periferia, si el arte se mantiene en la producción en función de un grupo de turistas que quieren ver los mismos tucanes y pajaritos de madera”, dice la ganadora del Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en escultura.

El Centro y el margen

«¿Hasta qué punto el margen no es también una posibilidad?», pregunta entre el público Camilo Retana, uno de los asistentes al evento. Pretiz ve que en cada uno de estos pueblos existe una posibilidad de impulsar viajes interiores, construir memorias colectivas o imaginar espacios distintos a los que fantasean los habitantes del “centro”.

“El margen históricamente ha funcionado de manera positiva desde la perspectiva de la creación artística”, agrega Manuel Monestel. “Los creadores populares son los que han generado parte de la cultura de élite (…) Desde el punto de vista romántico, el margen es inspirador y estimulante. Pero desde el punto de vista realista tenemos que ver qué hacemos para que esa marginalización se minimice”, señaló.

“Cuando hablan de márgenes y centros, el único centro que conozco es la élite”, interrumpe el cuentacuentos Luis Barrantes, fundador de las peñas culturales en Guanacaste. “Nosotros somos parte de ella, y vivimos renegando como si no lo fuéramos. Por eso no hacemos nada por cambiar las cosas a fondo. También es responsabilidad nuestra, pero ¿cómo se puede lograr si el artista tiene que sobrevivir vendiendo lo que hace, cuando lo que tiene que hacer es compartirlo?”, expone.

Quizás, entonces, nuestro lado más honesto y realista se encuentre en nuestros márgenes. En esos límites crece una parte vital de lo que somos.

“El centro nunca ha sido de producción artística nacional”, reconoce entre el público la socióloga Ciska Raventós. “Hay una condición histórica de marginalidad de nuestro arte. Estas experiencias que Loida resaltaba en comunidades dan mucha esperanza, porque parecen ser construcciones artísticas mucho más vinculadas con nuestra vida”, observa.

En ese sentido, el cuentacuentos Luis Barrantes cree que aún hacen falta fondos locales y regionales de financiamiento para la producción artística, leyes que premien la inversión pública y privada en arte y espacios para que los artistas presenten y desarrollen sus obras.

“¿Cómo sobrevivo yo? ¿Cómo hice el último disco? Con ayuda de mis amigos para los cuales lo que yo hacía significaba algo”, comenta Monestel. “Me siento muy orgulloso de eso. Me siento mucho mejor así, haciendo cosas honestas. Me muevo al margen, pero sobrevivo”, cerró el músico.

 

EXPRIMIR LA CULTURA EN EL FAROLITO

El ciclo se lleva a cabo los jueves de setiembre a las 7 p.m. en el Centro Cultural de España, ubicado en barrio Escalante. La entrada es gratuita.

Cuarta sesión. Jueves 17 de setiembre

“Producir arte en Costa Rica”

Esteban Piedra

Hazel González

Eddie Mora

Amadeo Hidalgo (moderador)

Quinta sesión. Jueves 24 de setiembre

“Márgenes y límites de la institucionalidad cultural”

Alexandra de Simone

Gonzalo Elizondo

Rafael Cuevas

Pablo Hernández (moderador)

Sexta sesión. Jueves 1 de octubre

Estado de la Cultura en Costa Rica

Sylvie Durán (Ministra de Cultura)

Max Valverde (Viceministro de Cultura)

Dennis Portuguez (Viceministro de Cultura)

 

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