Alicia deja el País de las Maravillas y se muda a la Ciudad de Amaurota

Cansada de la locura vivida en el País de las Maravillas, donde todo se reducía a una sutil indiferencia en torno a problemáticas de cuantioso

Cansada de la locura vivida en el País de las Maravillas, donde todo se reducía a una sutil indiferencia en torno a problemáticas de cuantioso valor, Alicia decide dejar a sus amigos, los cuales habían sido tentados y seducidos por 16 peculiares formas de fraude, situación que afectaba la ordenanza en la cual ella se desempeñaba. Recuérdese que Alicia, laboraba para una compañía naviera y su vida estaba inmersa en la cotidianeidad del sistema aduanero.

Contrabando, mala descripción de mercancía, subvaloración, sobrevaloración, falso origen, abusos del perfeccionamiento activo y pasivo, así como de los regímenes de admisión temporal, extralimitación de las licencias de importación y exportación, exceso de los regímenes de tránsito, falsas declaraciones de calidad y cantidad, falsificaciones y piratería, comercio ilícito de mercancías libres de impuestos, mercado negro, transacciones sin registrar, declaraciones falsas de solicitud de devolución, empresas ficticias o fantasma y quiebra fraudulenta; eran tópicos perentorios para Alicia, de ahí que decidiera mudarse a Amaurota.

En el País de las Maravillas, sin embargo, el contrabando y las falsas declaraciones de cantidad eran temáticas que suscitaban la mayoría de los casos registrados de fraude. Si bien contaban con una Ministerio fiscalizador, el organismo se debilitaba toda vez que era víctima de recortes presupuestarios, mala organización y una enfermedad que dañaba de a poco al “Sr. Estado”: la corrupción. Si bien Alicia intento combatir el problema, se encontró con la risa de un extraño gato, el cual le susurraba al oído que era “muy burocrático” y que lo mejor que podía hacer era prestarse al juego llamado: “indiferencia”. El premio al final consistía en una cuantiosa suma de dinero, pero debía contrabandear café y de paso, declarar una cifra inferior a la real, de bolsas que contenían el producto.

Alicia sabía que el contrabando de mercancías representaba un daño perjudicial para con el Sr. Estado, puesto que este debía mantener la estabilidad de los individuos que vivían dentro de él y lejos de fomentar una relación de comensalismo, la práctica se había convertido en un parásito que carcomía la misma estabilidad del sistema en general. Al no cancelar los tributos propios de la importación de café, se generaría una apoplejía dentro de un debilitado sistema el cual carecía de mecanismos de defensa, por cuanto no era sujeto a tratamiento médico por la misma insistencia perenne de algunos individuos a seguir carcomiendo el “buen vivir en sociedad”.

Alicia en un último intento por darle oxigeno al endeble “Sr. Estado”, recurrió a los agentes sanadores: Policía Fiscal, Dirección General de Tributación y Dirección General de Aduanas y juntos lograron mancomunar esfuerzos para frenar el contrabando de café y generar mecanismos eficientes de control fiscal y aduanero que permitieran cesar con falsas declaraciones de cantidad. Sin embargo, el País de las Maravillas había dejado de ser “pura vida”, no había tregua en la guerra entre virus, bacterias y glóbulos blancos y el cáncer llamado “corrupción” tenía invadido el cuerpo de aquel noble “Sr. Estado”, el cual se preocupó por educar, tener sana a la población y brindar una calidad de vida digna para con todos sus comensales.

Alicia decidió irse a Amaurota, la capital de Utopía, tratando de buscar individuos honestos, que respetaren la ley, pero sobretodo: con altos principios y valores éticos dentro de la función pública. De repente, la joven Alicia entendió que su problema de micropsia no era más que una ilusión producto del juego que tenían los administradores y funcionarios públicos del País de las Maravillas, donde las grandes ideas para aportar soluciones que beneficien a la población, se reducen a pequeñas percepciones cuasi imaginarias, que solo un “loco” puede aplicar.

Que sirva de lección a los costarricenses, que tienen una país maravilloso, pero que esta siendo carcomido por la voraz bestia de la corrupción, una mampara de ineficiencia gubernamental para afrontar los problemas que giran torno al comercio de mercancías y un “Sr. Estado” que empieza a preocuparse por su situación financiera, de salud y capacidad para seguir tratando a sus convidados de la mejor manera posible.

Quien escribe, es un ciudadano observador que nació y crece en el País de las Maravillas, quién después de estudiar Ciencias Políticas, decidió hacer una Maestría en Aduanas y Comercio; en ella uno de los cursos trata el tema del Fraude Comercial, tópico que toda sociedad debe buscar con ahínco eliminar, en principio generando una cultura tributaria a todos los niveles de los ciudadanos, pero principalmente en los niños y niñas que mañana heredaran este lindo país. Usted amigo y amiga lector (a), puede desde ya aportar a que no exista ni crezca el fraude, la corrupción y el contrabando.

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