La llamada del tiempo

No encontré un título más oportuno para comentar la crisis del fútbol costarricense, después de que Uruguay nos puso la sepultura para quedar eliminados

El fútbol costarricense urge de una revolución idéntica a la que Guido Sáenz lideró en la música.

¡Que don Guido me perdone el plagio!

No encontré un título más oportuno para comentar la crisis del fútbol costarricense, después de que Uruguay nos puso la sepultura para quedar eliminados del próximo Campeonato Mundial.

“El escándalo suscitado por el despido que hizo de músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional en los 70, necesario para su reorganización, lo conminó a escribir su primera obra teatral, ‘La llamada del tiempo’, donde con sensibilidad narra la tragedia de los músicos que se quedaron cesantes. Sin embargo, el tiempo le dio la razón y aquel movimiento influyó en la gran revolución musical de la cual ahora se beneficia el país”, breve párrafo de la biografía de don Guido.
Recuerdo cuando fue separado como director de la Sinfónica en ese momento, el notable maestro y pianista, Carlos Enrique Vargas y en su lugar fue nombrado, Gerald Brown, un cambio mucho más impactante dada la calidad de don Carlos, que quitar hoy a Rodrigo Kenton y fichar a Sir Alex Ferguson.
Carismático, ejecutivo, implacable, de talante, enfático, terco, visionario y emprendedor, a Guido Sáenz nadie le decía que no y por eso, hecha “su” revolución musical en la Sinfónica Mayor en el 70, en 1971 le dio vida a la Orquesta Sinfónica Juvenil con el apoyo  del entonces Presidente de la República, don José Figueres quien lanzaba la frase inmortal: “Para qué tractores sin violines” . Así los niños y las niñas, talentos nacionales de la música, iniciaron su ruta hacia la consagración.
Hoy, el 80% de la Sinfónica Nacional, la integran egresados del programa juvenil y otros costarricenses forman parte de prestigiosas agrupaciones como la Orquesta de Cámara de Salzburgo; la Orquesta de Minnesota, las Filarmónicas de Barcelona, Nueva York e Israel y más de 900 alumnos de edades que fluctúan entre 4 y 26 años se proyectan mundialmente, siguiendo los pasos de los talentos criollos universales como Johel Mena, Daniela Navarro, Josué González, Daniela Rodó, Jonathan Duarte, Silvia Chávez, Mijail Tumándo, Sergio Sandí, Daniel Eras e incluso los consagrados Manuel Matarrita y Gabriel Goñi y decenas más.
¿Por qué se pudo lograr en la música y no se puede en el fútbol?

IMITAR LA REVOLUCIÓN

Es más fácil en el fútbol, pero nadie se atreve a colocarle el cascabel al gato. No hay en el fútbol un Guido Sáenz.
Y si no, repasen las miserables excusas de los actores involucrados en este nuevo fracaso del deporte preferido de los ticos, que veremos el Mundial Sudáfrica 2010 por la televisión, después de tenerlo prácticamente atrapado en nuestras manos.
Los dirigentes le echan la culpa a los entrenadores y a la prensa.
Los técnicos destituidos, como Medford y Kenton responsabilizan a los dirigentes y a la prensa.
Los futbolistas fracasados le echan la culpa a las canchas sintéticas.
Los periodistas deportivos responsabilizan a los dirigentes, entrenadores y jugadores y en este baile de opiniones nos estancamos, desde que Uruguay nos sacó del Mundial, cuando eliminó a Costa Rica en el repechaje.
La historia no hace falta repetirla; incluso en estas páginas del Semanario UNIVERSIDAD, hemos analizado al derecho y al revés lo acontecido.
Costa Rica terminó de líder la primera vuelta de la hexagonal con 12 puntos: victorias ante Honduras, El Salvador, Trinidad y Tobago y Estados Unidos; derrota frente a México. Rodrigo Kenton como entrenador.
Segunda vuelta, al precipicio: derrotas consecutivas ante Honduras 4-0; México 3-0; El Salvador 1-0; destituyen a Kenton, nombran al brasileño René Simoes como sustituto y con él, se le gana a Trinidad 4-0; se le empata a Estados Unidos 2-2 y vamos al repechaje. Uruguay nos derrota en casa 1-0; empatamos en El Centenario 1-1 y adiós Sudáfrica.
En el mar de opiniones que se desata un minuto después del descalabro, las soluciones son huecas y repetitivas: van desde culpar a los dirigentes; reeditar los errores graves de los técnicos; la falta de amor a la camiseta de los jugadores y revivir los videos de deficiencias en la estructura; campeonato poco competitivo, clubes quebrados; deudas a la seguridad social; entrenadores mal preparados; jugadores soberbios y crecidos ; otros indisciplinados, periodismo deportivo irresponsable y quizá, dentro de todo esto, una salida coherente, muy exacta: una sentencia clara, directa, en la que en una palabra se resumieron todos los males de nuestro pobrísimo fútbol de quinto mundo.
Y la dijo René Simoes: “Al fútbol de Costa Rica le falta consistencia y consistencia no es lo mismo que velocidad.”
¡Ahí esta dicho todo!

FUERZAS BÁSICAS

Los dirigentes de los clubes se enorgullecen de sus fuerzas básicas; de los centenares de niños que juegan al fútbol en las divisiones menores de sus equipos.
Es ahí donde tiene que penetrar imparable y decidida la revolución en nuestro fútbol.
Hay que arrebatar a esos niños de sus actuales “profesores”, esos que no les pueden enseñar por falta de conocimientos propios como llegar a jugar con consistencia y entregárselos, como hizo Guido Sáenz con los talentos musicales, a verdaderos maestros.
Desde 1994 enseña en Costa Rica el maestro pianista ruso, Aleksandr Skliutovski. Fundó el Instituto Superior de Arte que todavía hoy dirige y es profesor de la Escuela de Música de la Universidad Nacional.
El trabajo inmenso de este hombre se refleja en esa camada de músicos costarricenses repartidos en todo el mundo, mostrando talento.
Son nuestros legionarios, pero estos son profesionales de verdad, con muy poco parecido o nada, a los famosos y estrellados legionarios de nuestro fútbol, esos que llegan a la Selección Nacional a jugar sin consistencia, porque nadie, cuando eran niños, les enseñó los fundamentos del juego del fútbol.
Cuando los dirigentes del fútbol dejen de hablar tonteras y se decidan a fichar maestros como Skliutovski, quitan, sustituyen, como hizo don Guido en la Sinfónica, a profesionales cansados o improvisados que no están bien preparados para ejercer sus funciones en las fuerzas básicas de nuestros equipos, otro gallo empezará a cantar.
La revolución musical suma 40 años. Si entregamos nuestros talentos infantiles del fútbol a maestros como este pianista ruso, para el Mundial del 2022, Costa Rica podrá codearse con los grandes.
Sobrarán patrocinadores para un proyecto como este; mientras tanto, páguenle a los futbolistas de elite de nuestro insulso campeonato el sueldo que se merecen de acuerdo con lo que rindan, y detengan ya esa incontrolable inflación que nos ha llevado una y otra vez al fracaso.

 

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