Acuerdo sobre deudas de Grecia abre nueva etapa política en Europa

Grecia llegó a un acuerdo de última hora el domingo pasado con los países europeos sobre las reformas que debe realizar para permanecer

Grecia llegó a un acuerdo de última hora el domingo pasado con los países europeos sobre las reformas que debe realizar para permanecer en la zona euro, recibir los fondos indispensables para evitar la quiebra de su sistema bancario y mantener el Estado funcionando.

Este acuerdo revela las fuerzas entre ambos contendores: una Grecia quebrada, con las cajas vacías y los bancos cerrados, y 19 países de la zona euro, la mayor parte gobernada por una extrema derecha profundamente neoliberal, que tiene la llave de la bodega en las manos.

Cada uno resistió hasta el final, y sin que el resultado fuera nunca previsible −dada la variedad de participantes y de intereses en juego−, al final se logró un equilibrio, o sea, un punto en el que todos se sentían igualmente incómodos.

Este será ahora el punto de partida de una nueva etapa para la política europea, como advierten los analistas.

¿Quién ganó?

En lo inmediato, todos tratan de sacar partido de lo acordado, con los conservadores europeos insistiendo en la “humillación” de Grecia, cuyo gobierno tuvo que, desde su punto de vista, aceptar las duras condiciones a las que se resistía al inicio.

Así opina el estridente y conservador filósofo francés Bernard-Henri-Lévy, que acusa al primer ministro Alexis Tsipras de haber asumido la “terrible responsabilidad” de pedir a su pueblo rechazar el ultimátum europeo en un referendo y que “hoy les suplica aceptarlo”.

Para el primer ministro eslovaco, Robert Fico, el acuerdo implica establecer un “protectorado” sobre Grecia, algo que dice no como crítica, sino con satisfacción.

Pero hay también otras versiones. El editor jefe de la publicación digital Social Europe, Henning Meyer, advirtió contra la tentación de apresurarse en el análisis. El manejo de la crisis griega “cambió radicalmente la Unión Europea”, afirmó.

En un primer análisis, destacó que la recesión va a continuar en Grecia y las esperanzas del primer ministro Tsipras de que el acuerdo cree un mejor clima para las inversiones puede no revelar una realidad. Meyer estima que Tsipras ganó poco con el referendo y aunque lo ganó con más de 60% de los votos, se vio obligado a aceptar un acuerdo con condiciones peores que las ofrecidas antes de llevarlo a cabo.

Este resultado dejó en evidencia lo poco que importa la decisión política de un país frente a la decisión de los acreedores, destacó Meyer, aunque no analizó las consecuencias de eso para los demás europeos, que no pueden dejar de pensar que su voto importa poco en esta Europa, algo que quizás sea una de las consecuencias más importantes de la solución de este conflicto.

De algún modo, Meyer lo reconoce al afirmar que “dada la estructura de poder de la Unión Monetaria Europea, no hay posibilidad de una política económica alternativa por el momento”.

Lo otro es el reconocimiento de que la política de la canciller alemana Angela Merkel y su ministro Wolfgang Schäuble ha despertado los viejos temores contra Alemania y abierto una línea divisoria con Francia e Italia, cuyos gobiernos asumieron una posición distinta a la germana y más preocupada con mantener a Grecia dentro de la zona euro.

Finalmente, dijo Meyer, la “falta de confianza” que los más duros esgrimieron contra Grecia se extendió a todos. “La máquina política en el corazón de la Unión Monetaria Europea, que habitualmente produce consenso y compromiso, quedó seriamente dañada”.

El debate de casi cinco meses dejó en evidencia también el real funcionamiento de las instituciones europeas, con Alemania y Francia jugando un papel clave. Sobre todo la primera, que ejerce control sobre cargos decisivos en lo relacionado con la crisis griega.

Cuando la llamada “troika” europea pasó a controlar la economía de Grecia, “fue un contingente alemán el que desembarcó” en Atenas, denunció el eurodiputado francés del Partido de Izquierda, Jean-Luc Mélanchon. Horst Reichenbach dirige la fuerza de tarea de la Comisión Europea para Grecia desde noviembre del 2011, Matthias Mors es el jefe de misión de la Comisión y Klaus Masuch es el jefe de misión del Banco Central Europeo. Todos ellos alemanes, afirma Mélanchon, país al que responsabiliza del “desastre económico, social y humanitario provocado por la política de austeridad en Grecia, orquestada por el gobierno alemán y puesta en práctica por sus representantes”.

Papel de Francia

“Esto fue muy duro, por no decir violento”, afirmó el ministro de finanzas francés, Michel Sapin, refiriéndose al debate con su colega alemán, Wolfgang Schäuble.

Calificado como “portabandera de los halcones europeos” por periodistas cercanos a las negociaciones, Schäuble insistía en dejar abierta la puerta para la salida de Grecia del euro, una formulación de la que los franceses mantuvieron distancia. El presidente francés, François Hollande, y sus ministros la rechazaron siempre, advirtiendo acerca de la “catástrofe” que representaría para la moneda única europea una salida de Grecia.

“El apoyo técnico aportado por Francia a los negociadores griegos los últimos días hizo rechinar los dientes a los Estados miembros más intransigentes”, entre ellos Finlandia, los países bálticos, Holanda, Serbia, España y Portugal.

“Esto no es fácil para la señor Merkel”, le habría dicho Hollande a Tsipras en sus conversaciones durante las negociaciones.

Si el debate y la solución de la crisis griega repercutirá en toda Europa, también en Grecia tendrá importantes efectos políticos, como ya quedó en evidencia en la votación del parlamento la semana pasada, cuando Tsipras logró el apoyo de la oposición a su nueva propuesta de negociación, a costa de perder algunos de sus aliados del propio partido Syriza, lo que podrá dificultar la aplicación de los acuerdos y la posición del primer ministro Tsipras.

Acuerdo impone serias condiciones a Grecia

A cambio de los recursos necesarios para hacer frente a sus compromisos y mantener la banca funcionando, el gobierno griego tendrá que hacer concesiones y adoptar medidas que endurecerán las condiciones de vida de sus ciudadanos en materias como pensiones, mercado laboral e Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA), entre otras.

La mayoría de ellas deberán ser aprobadas por el Parlamento de Grecia en 48 horas.

Estas son las peticiones más importantes:

Venta de activos públicos

Europa propone crear un fondo de 50.000 millones de euros, alimentado con activos privatizables griegos.

De esos fondos, la mitad (25.000 millones de euros) deberá ser utilizada para recapitalizar los bancos. El resto se dividirá en dos mitades iguales (12.500 millones de euros) para pagar deuda e implementar planes de inversión que reanimen la economía.

Privatizaciones

Los socios del euro piden a Grecia más privatizaciones, entre ellas la red eléctrica del país.

Pensiones

La Unión Europea pide establecer “un ambicioso programa de reformas” para compensar el impacto fiscal de las pensiones y alcanzar un déficit cero en las cuentas públicas.

No se especifica en qué consistirán estas reformas, lo que deja un margen de decisión al gobierno griego para decidir cómo aplicarla. Este es un tema sensible para Syriza, pues con un 27% de desempleo en el país y habiendo realizado ajustes en las pensiones el gobierno no quería afectar aun más a los jubilados, aunque reconoce la necesidad de reformar el sistema.

Con este acuerdo, Grecia aceptó elevar la edad de jubilación a 67 años y congelar las pensiones hasta 2021.

Mercado laboral

Las autoridades europeas demandan “revisiones rigurosas” en la negociación colectiva de los trabajadores, en los despidos colectivos y en la política industrial.

El acuerdo no especifica las medidas, pero señala que “no se debe volver a las políticas del pasado”.

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