El referéndum escocés desata la batalla política británica

El Partido Laborista, mayoritario en Escocia, apoyó el “no” y se sumó a las promesas de otras agrupaciones británicas para otorgar más autonomía a

El Partido Laborista, mayoritario en Escocia, apoyó el “no” y se sumó a las promesas de otras agrupaciones británicas para otorgar más autonomía a los escoceses.

Edimburgo/Londres, 20 sep

Tras conocerse el “no” a la independencia de Escocia, un sentimiento de satisfacción se extendió por Reino Unido. En la patria de la democracia moderna se escucharon grandes palabras, como “libertad” o “victoria de la democracia”, y había unanimidad al pensar que Escocia había cambiado a Reino Unido para mejor. Pasado el festejo, se asoma la sospecha de que sólo se trata de palabrería.

La cuestión –surgida con el referéndum escocés– sobre si el actual sistema político británico debe dejar paso a un orden constitucional moderno con una estructura federal caerá víctima de los intereses partidarios.

“El ‘no’ (a la independencia) ha abierto una caja de Pandora llena de conflictos”, apunta el politólogo Vernon Bogdanor, del King’s College.
“Si David Cameron (el Primer Ministro británico) ve esto sólo como otra táctica a corto plazo de su juego político, seguirá cayendo la ya de por sí mala opinión sobre él”, apuntó en Twitter Alastair Campbell, portavoz durante años del ex primer ministro británico Tony Blair. “Los grandes momentos necesitan grandes personas, no a alguien que a cada minuto confunde con estrategias y tácticas”, agregó.

Llevados por el pánico de perder Escocia, Cameron y los líderes de los otros grandes partidos británicos hicieron promesas a Escocia durante la campaña, entre ellas la de lograr una mayor autonomía si permanecía en el Reino Unido.

Los votantes escoceses respondieron a ese reclamo, que no contaba con respaldo parlamentario y que indignó a los diputados de Inglaterra, la mayor región británica, con el 85 por ciento de la población. Los parlamentarios ingleses temen ahora que sus distritos electorales no consigan suficientes fondos de unas arcas británicas ya de por sí exiguas. Todo ello con las próximas elecciones parlamentarias a la vuelta de la esquina, en 2015.

Ante ese panorama, en lugar de abordar la necesaria reforma constitucional, Cameron ha presentado una idea propia: solucionar la “cuestión inglesa” excluyendo a los diputados escoceses de las decisiones del Parlamento británico que afecten sólo a Inglaterra y Gales. De esa forma Inglaterra estaría más representada en esos casos, teniendo en cuenta que las decisiones sobre leyes escocesas se toman en el parlamento regional de Edimburgo, sin que puedan votar los diputados ingleses.

Pero esto alteraría el equilibrio político en Westminster. En la actualidad, en el Parlamento británico hay 59 diputados escoceses, 41 de los cuales son laboristas y sólo uno conservador. Los tories de Cameron apenas tienen nada que hacer en Escocia desde la política de desindustrialización de Margaret Thatcher.

Si los planes de Cameron salen adelante, en el caso de que tras las próximas elecciones surgiese un gobierno laborista, los tories todavía podrían lograr una mayoría en Inglaterra y Gales.

Muchos de los escoceses que el jueves votaron “no” a la independencia lo consideran una traición. Fue a Escocia a la que se le prometieron más derechos, pero quien saldrá fortalecida en realidad es Inglaterra. Y esto podría echar aun más a los votantes escoceses en los brazos de los independentistas.

“Creemos que el Partido Nacional Escocés seguirá luchando por la independencia y logrará una clara mayoría en las elecciones (regionales) de 2016”, escribió en un comentario el Instituto Enders Analysis. Incluso sin su principal figura, Alex Salmond, que tras la derrota en el referéndum dimitió como ministro principal de Escocia y como presidente del Partido.

Pero el exprimer ministro laborista Gordon Brown intentará evitarlo. El expremier, de origen escocés, reapareció en la escena pública en los días previos al referéndum, defendiendo apasionadamente la permanencia de Escocia en el Reino Unido.

Brown podría ocupar ahora el espacio que deja Salmond tras su dimisión y ya ha mostrado sus disposición a presentarse a las elecciones al parlamento regional escocés en 2016. Promete a su gente cumplir las promesas hechas desde Westminster y hablará de ello con el líder de su Partido, Ed Miliband, cuando mañana domingo comience el congreso laborista en Manchester.

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