“No votar por el pasado desastroso”, pide Gustavo Zelaya, del partido Libertad y Refundación (Libre), que lleva a Xiomara Castro como candidata a la presidencia de la República.
Esposa del derrocado expresidente Manuel Zelaya, Castro es una de las candidatas favoritas en las elecciones del próximo 24 de noviembre en Honduras.
“Otros ya estuvieron en el poder, ya fueron Gobierno y nos heredaron un país endeudado, dividido y con odio, aislado del mundo y con niveles de inseguridad nunca antes vistos”, respondió, por su parte, Juan Orlando Hernández, del conservador Partido Nacional que, junto con el Partido Liberal, conforman las dos caras del tradicional bipartidismo en el país.
PASADO DESASTROSO
Lo cierto es que ninguno quiere regresar al pasado, pero hablan de pasados distintos. Gustavo Zelaya reclama por una campaña que estima “agresiva y vulgar”, que insiste en aspectos muy simples como un llamado a “votar por el bien que se enfrenta al mal, en identificar al partido Libertad y Refundación como de izquierda radical, como responsable del atraso, el terror y la violencia”.
El 9 de junio pasado, el candidato nacionalista sostuvo que los hondureños deben decidir entre “votar por el pasado desastroso o por el fututo prometedor”. Todo esto –asegura– “pone en peligro la vida de los simpatizantes y miembros de Libre”.
Refiriéndose al pasado, Gustavo Zelaya recordó el desempeño del presidente Ricardo Maduro, que gobernó entre 2002 y 2006, antes de Mel Zelaya, señalando que “se encargó de devaluar la moneda, liberalizar precios, reducir gastos de Gobierno y reprimir o corromper al movimiento sindical. Uno de los resultados de los ajustes estructurales se manifestó en que el 70 % de los hondureños quedaran afectados por la pobreza y alrededor del 30 o 33 % se encontraba desempleada o subempleada”. Una de las preferencias de las políticas económicas de Ricardo Maduro –agregó– “fue potenciar la actividad de las maquilas y hacer efectivo el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos”.
El presidente Mel Zelaya, cuyo período terminaba en enero del 2010, fue derrocado el 28 de junio del 2009. A la cabeza del golpe estuvo su colega del Partido Liberal y entonces presidente del Congreso, Roberto Micheletti, que asumió la presidencia de la República, y el jefe del ejército, general Romeo Vásquez, ahora candidato presidencial por el partido Alianza Patriótica.
Cinco meses después del golpe, Porfirio Lobo, del Partido Nacional, fue elegido presidente, para un mandato de cuatro años que terminará en enero próximo.
Gustavo Zelaya hace un recuento del mandato de Lobo, un “presente macabro” desde el cual, en su opinión, “no se podrá llegar al “futuro prometedor” que ofrece el candidato nacionalista, Juan Orlando Hernández.
VIOLENCIA
La violencia es una de las principales preocupaciones de los hondureños. Según el Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (IUDPAS), el año pasado se registró un total de 10 441 muertes violentas en el país, un 6,2 % más que en el 2011.
La tasa nacional de homicidios, recuerda Zelaya, fue de 85,5 por cada 100 000 habitantes, una de las más altas del mundo.
Aunque el presidente Lobo asegura que este año será mucho menor y que «los índices violentos son cosa del pasado”, hace diez días se reveló la naturaleza de un crimen que impactó a la sociedad hondureña, que sigue “sin dar crédito al trágico destino del periodista y profesor universitario Aníbal Barrow, cuyo cuerpo fue desmembrado y dispersado en los alrededores de una laguna en la región de Villanueva, en el norteño departamento de Cortés”, según relató la periodista Thelma Mejía, de la agencia IPS.
Barrow, de 65 años, tenía un programa radial de opinión y había sido secuestrado el 24 de junio en la ciudad de San Pedro Sula, la capital industrial de Honduras, 450 km al norte de Tegucigalpa.
“Esta acción responde más a un mensaje del crimen organizado en el siglo XXI, que dista mucho del bandolerismo hondureño del siglo XIX”, en opinión del historiador y analista social Rolando Sierra, citado por IPS.
“Es una violencia de alto perfil. Las víctimas ya no son ciudadanos comunes, sino conocidos periodistas, pastores evangélicos, abogados o activistas humanitarios; es decir, que la violencia se expande hacia sectores que impactan más en la colectividad”, agregó Sierra. Con el crimen contra Barrow son ya 29 los periodistas asesinados durante el mandato de Lobo, casi todos, salvo uno, impunes.
La violencia ha predominado también en el campo, especialmente en la zona del Bajo Aguán, el departamento norteño de la costa atlántica. El 15 de julio pasado, el miembro del Consejo Indígena y Auxiliar de Río Blanco y del Consejo Nacional Cívico de organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), Tomás García, murió en manos del Ejército, en el marco de una protesta que llevaba más de cien días contra la privatización de los recursos naturales de la zona de Intibucá, unos 190 km al noroeste de Tegucigalpa.
VIOLENCIA SOCIAL
Si la violencia criminal alcanza cifras alarmantes en Honduras, la violencia social es también tema de debate durante la campaña. Datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) destacan que Honduras tiene los niveles más altos de pobreza de América Central: el 67,6 % de la población vive en condiciones de pobreza, de los cuales 47 % vive en situación de indigencia. O sea, que cerca de 5,5 millones, de los 8,5 millones de hondureños, viven en la pobreza o la indigencia. Cerca de dos millones de hondureños viven con menos de un dólar al día, según la “XLIII Encuesta Permanente de Hogares de Propósitos Múltiples, de mayo 2012”.
La desigualdad también es extrema: el 10 % más pobre de la población recibe apenas 0,6 % del ingreso nacional, mientras que el 10 % más rico controla el 43,4 %. El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de ingresos de un país, es de 0,58, uno de los más altos de América Latina.
Más de la mitad de la población económicamente activa trabaja en la informalidad y apenas la mitad de su población ocupada tiene educación primaria terminada.
“Si no se ataca la pobreza, va a haber un problema social sin precedentes en Honduras”, advirtió, José Alfredo Saavedra, del Partido Liberal, expresidente del Congreso Nacional y candidato a la reelección. Aunque, en su opinión, el bipartidismo que ha caracterizado la política hondureña ha sido relativamente exitoso.
Las remesas, enviadas sobre todo por los inmigrantes hondureños en Estados Unidos, representen 16,5 % del Producto Interno Bruto del país, según datos del Banco Central.
En los seis primeros meses de este año, las remesas alcanzaron $ 1.530,5 millones, casi 134 millones más que en el mismo período del año pasado. En el 2012, las remesas sumaron $ 2.893,9 millones.
A cuatro meses de las elecciones, es todavía muy temprano para hacer cualquier previsión, según los analistas hondureños; sin embargo, advierten sobre los riesgos de una violencia que ha ido adquiriendo características cada vez más dramáticas.
Ocho tras la silla presidencial
Ocho candidatos disputarán las elecciones presidenciales. Según una encuesta de la empresa Cid-Gallup, publicada por el diario La Prensa el 16 de mayo pasado, los favoritos eran Xiomara Castro, con un 28 % de las preferencias, y un presentador de televisión, Salvador Nasralla, candidato del Partido Anticorrupción, con el 21 %.
En tercer y cuarto lugar, aparecían el presidente del congreso, Juan Hernández, de 44 años, del Partido Nacional, con 18 %, y el candidato del Partido Liberal, Mauricio Villeda, de 64 años, con 14 %, candidatos de los dos partidos tradicionales de este país.
Los demás candidatos son el general retirado Romeo Vázquez, del Partido Alianza Patriótica; Andrés Pavón Villeda, del Frente Amplio Político Electoral (Faper-UD); Orle Solís, de la Democracia Cristiana; y Jorge Aguilar, del Partido Pinu.
En estos comicios se elegirán también los 128 miembros del Congreso.