Guatemala

Ola de indignación llevó al poder a un “antipolítico”

“La indignación tomó un camino inesperado en Guatemala. La enorme ola de protesta social que en setiembre derribó al presidente Otto Pérez Molina

“La indignación tomó un camino inesperado en Guatemala. La enorme ola de protesta social que en setiembre derribó al presidente Otto Pérez Molina y alimentó la esperanza de un cambio profundo en el país centroamericano ha entrado en modo de espera. Lejos de cristalizar en una oferta electoral, el heterogéneo movimiento que viralizó la sociedad guatemalteca se ha diluido en estos comicios presidenciales y su presencia ha quedado aletargada, casi congelada”, dijo Jan Martínez, analista de la situación guatemalteca.

Lo cierto es que solo cerca de 50% del electorado salió a votar en el segundo turno celebrado el pasado domingo 25, cuando el candidato del Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación), Jimmy Morales, logró un cómodo triunfo, con cerca de 70% de los votos, frente a su rival, Sandra Torres, exesposa del que fue presidente de Guatemala, Álvaro Colom.

Torres tampoco gozaba de las simpatías de los indignados, en opinión de Martínez. Su programa, de fuerte impregnación socialdemócrata, no ha sabido hacerse con el timón de la protesta. “A fin de cuentas, tanto Morales como Torres son lo mismo. No importa quién gane, va a haber pocas diferencias y vamos a tener que volvernos a levantar”, afirmó Lucía Mendizábal, la empresaria cuya actividad en redes dio origen a la primavera del descontento.

El primer turno electoral se celebró en plena efervescencia por las denuncias de corrupción, que terminaron por obligar a renunciar tanto al presidente, en setiembre pasado, como a la vicepresidenta del país, en mayo. Con la prisión de ambos, las protestas perdieron fuerza y el país se encarriló hacia el segundo turno electoral.

Morales

Morales había ganado las elecciones generales del pasado 6 de setiembre con 1.167.030 votos (23,85%), frente a los 967.242 de Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), que quedó en segundo lugar.

Sin experiencia política ni plan de Gobierno, Morales ganó a la cabeza de una alianza que algunos definen como “heterogénea”, integrada por militares e izquierdistas.

La crisis política y el desprestigio de los líderes tradicionales facilitaron el éxito de la “antipolítica” de Morales; hizo de su falta de experiencia en ese campo su punto fuerte durante la campaña. Su programa, de apenas seis páginas, no detalla cómo cumplirá sus promesas en áreas como salud, educación y justicia.

Uno de los militares clave para su gestión será el teniente coronel retirado Edgar Ovalle, quien liderará los once diputados de la débil bancada de Morales en el Congreso. El ahora diputado desempeñó cargos importantes en el ejército entre 1981 y 1983, cuando se llevó a cabo una política de tierra arrasada contra pueblos indígenas.

Mientras se acusa a Morales de aliarse con militares responsables de graves crímenes durante la represión de los años 80, se destaca el apoyo de un grupo de “intelectuales progresistas” a su candidatura. Su vicepresidente será Jafeth Cabrera, un médico que fue rector de la Universidad de San Carlos, al que define como un “hombre de izquierda”.

“Su futuro dependerá mucho de sus operadores políticos. La gran incógnita es cómo será su relación con el Congreso, porque es un ente muy poderoso, que maneja presupuesto y puede bloquear iniciativas y leyes que necesita para aplicar sus programas”, dijo el sociólogo y analista político Gustavo Berganza.

Morales y su equipo de gobierno tomarán posesión del cargo el próximo 14 de enero, para un periodo de cuatro años.

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