Bienarte 2013: ¡No te debería decepcionar!

Previo al  2009, motivado aún por cierta euforia de artista postadolescente, en cada edición de la Bienal Costarricense de Artes Visuales (también conocida como

Previo al  2009, motivado aún por cierta euforia de artista postadolescente, en cada edición de la Bienal Costarricense de Artes Visuales (también conocida como Bienarte), me sentía abordado por una gran decepción, ya que nunca encontré en ellas un conjunto de propuestas artísticas que retratase lo mejor del arte nacional.

Podían agradarme algunos gestos aislados, sin embargo, creía, que estas muestras como conjunto que aglutina una serie de propuestas con cierto sentido curatorial, no eran capaces de articular ningún tipo de intercambio que produjera una serie de reflexiones con repercusiones profundas en el ámbito intelectual y artístico del país. Y digo que creía en eso, lo que supone que ya no lo creo, porque después de mi participación como artista en la Bienarte del 2009, lo constaté: ya no creo que sea así, ahora lo sé.

La última decepción me la creé yo mismo, pero fue la cura necesaria, ya que me permitió conocer la estructura interna del evento, su visión, su naturaleza, los objetivos propuestos, sus posibles alcances. Me di cuenta de que no era más que una iniciativa de una organización empresarial (como muchas otras), que como iniciativa está comprometida con cierto circuito mercantil del arte centroamericano y que, por tanto, tiende a la exclusión y no a la inclusión, tiende a la plusvalía de lo aurático y no a su valor como objeto de reflexión. Es claro que, tanto la exclusión como la plusvalía se articulan para sostener el mercado del arte contemporáneo; ambas con claridad se manifiestan en los patrones comisariales de las Bienartes en nuestro país.

Además, chismorreando por ahí, me di cuenta de que las relaciones antes construidas con el Museo de Diseño y Arte Contemporáneo eran plenamente organizativas y para el 2009 ya eran inexistentes; y que posibles enlaces con la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica nunca se desearon realmente por ninguna de las partes.

Pero bueno, el error era mío; buscaba debajo de la farola lo que había perdido metros más lejos, en la oscuridad. Ilusamente creía que por llamarse Bienal Costarricense de Artes Visuales debía tener una responsabilidad política e intelectual con las artes visuales costarricenses, de la misma forma que muchos demandan conductas y acciones morales a Televisora de Costa Rica pensando que por llamarse así es de Costa Rica y no de una familia de particulares.

En la inauguración de la novena edición de la Bienarte 2013, conversando con algunos estudiantes, encontraba en ellos la misma decepción que antes sufría; en ese momento mi única respuesta posible era: disfruten del vino y la noche, ya hablaremos en clase.

Hoy, mientras escribo este artículo, me doy cuenta de que no es a los Empresarios por el Arte, ni a la Bienarte a la que dirijo esta crítica; ellos cumplen con sus propósitos. Mi crítica va dirigida, primero a mi persona y a mis labores como docente (conócete a ti mismo), después a la Escuela de Artes Plásticas de esta Universidad, pero también al Museo de Artes y Diseño Contemporáneo y al Ministerio de Cultura. Hemos sido incapaces de establecer las alianzas necesarias para desarrollar un proyecto comisarial inclusivo, reflexivo y potente, sobre la realidad de las artes visuales contemporáneas en su amplio espectro, no para satisfacer un mercado regional, sino para satisfacer una sed de conocimiento. Un espacio donde los estudiantes encuentren intercambios educativos para la convergencia de ideas (no sólo vino), y en donde se pueda acercar a la población en general a los lenguajes del arte contemporáneo.

Lamento que hayamos delegado la pretensión de esa responsabilidad a unos empresarios. Será importante valorar las implicaciones de ese patrón de delegar responsabilidades estatales a iniciativas privadas, en la conformación de nuestro proyecto de país. Como siempre, el arte es capaz de revelar nuestras realidades más críticas, no deleguemos esa responsabilidad.

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