Esto fue encontrado en una bitácora de un Inspector de tránsito interestelar. Descripción de dos tipos de viajeros.
Viajeros de ferrocarril: son numerosos y de diversas clases sociales; suelen sentarse uno al lado del otro sin recelar de quien esté a su lado. Usualmente apacibles y conversadores. Las ventanillas abiertas de los trenes pueden producir un efecto estético y franca alegría en quienes contemplan los paisajes naturales pasar, de donde se genera en estos viajeros una vitalidad alegre y agradecida.
Estos viajeros no acostumbran ofrecer cambios mínimos o manifiestos de carácter, por lo común mantienen un comportamiento bien intencionado, no experimentan tensiones ni sobrecargas durante el trayecto del viaje; llegan a su lugar de destino descansados y con optimismo. Da la impresión que el frecuente uso del ferrocarril les forma una conducta socializadora, comunicativa, emprendedora, responsable y con asistencias puntuales a los compromisos.Viajeros de automóvil particular: recorren distancias variables, casi siempre de la casa al trabajo y viceversa; sufren de mucha tensión durante los viajes. Así, tienen que cuidarse de ser embestidos por otros automovilistas, de no andar angustiados por el consumo elevado y caro de la gasolina, de ser absorbido momentáneamente por un inesperado bache en la carretera o por una desviación por una platina en la carretera. También, pueden sufrir tensiones por la aparición en las carreteras de peatones que imitan a los toreros improvisados. En algunos casos, el atropello, o peor aún la muerte de un tercero como consecuencia del acto de conducir un automóvil, puede generar un estado de ansiedad e intolerancia a la propia vida. El viajero de automóvil no deja de pensar en el momento en que un auto lo invade desde un carril contrario. La tensión se mantiene elevada cada día en estos viajeros, esto debido a que cada día las experiencias en la carretera son nuevas para quienes conducen un automóvil. Los semáforos les resultan instrumentos de tortura: el verde tiene un tiempo muy corto y el rojo causa furia, porque es demasiado largo y es leído por estos viajeros como el momento adecuado para acelerar el coche y liberar la impaciencia que el verde tan corto le produjo. Además, estos conductores experimentan una especie de evidente maldición: la sensación de que el automóvil delantero a ellos es conducido por un imbécil. Este tipo de consideración se asocia con la transformación de la personalidad en el momento en que se ingresa al auto, se trata del Síndrome de Tribilín. La tensión excesiva está asociada a cambios de humor, a disputas de diferente envergadura con diversos congéneres. Se ha precisado que el infarto cardiaco se registra en estos pacientes durante las horas de la mañana, en las llamadas “horas pico”. De igual manera, universidades han demostrado la aparición de úlceras duodenales en conductores corajudos, sean de coche particular o de colectivos.
(Hasta aquí el texto de la Crónica descubierta).
Nota del autor. La crónica encontrada en el siglo XXIV hace referencia a una crónica más antigua, más allá del lejano año 2144, época cuando se supone se inventó la teletrasportación corporal de los terrícolas. La crónica es parte de una Acta Psiquiátrica de Conducción Vial, elaborada por un Instituto Psiquiátrico de una imprecisa y vetusta universidad ubicada en sitios que suponemos cercanos, a saber, el País Vasco, Cuba, Baltimore y el Semanario Universidad. Se estudiaron a miles de miles de viajeros. Pedimos excusas por las inexactitudes.