El voluntariado en inglés

En las aulas, simplemente, un alto porcentaje de la comunidad estudiantil no logró –ni logra– comunicarse efectivamente en esa lengua, no solo luego de

Para los costarricenses el aprendizaje del inglés es entendido como una necesidad que, para el infortunio de las pasadas, presentes y –si por la víspera se saca el día– futuras generaciones de estudiantes en el ¿sistema? educativo público, ha sido tradicionalmente relegada al aula, por el mandato ocurrente de quienes dictan las políticas educativas.

En las aulas, simplemente, un alto porcentaje de la comunidad estudiantil no logró –ni logra– comunicarse efectivamente en esa lengua, no solo luego de cinco o seis años de educación formal, sino que además hay que sumarle los años desde la primaria.  Es decir, ¡once o doce años «estudiando» inglés… y nada!  
Ante el fracaso de la educación pública formal en lenguas, se ha recurrido, reiteradamente, a los programas de voluntariado, como aquel de hace unos 14 o 15 años cuando a 200 «nativos» del inglés se les asignó dar clases a los niños de primaria pública. 

Desde luego, no existe un documento formal independiente sobre los resultados del «novedoso» experimento conducido, no fabricado por quienes fueron juez y parte del proceso, «validados» por el dicho de terceros entusiastas dentro de ese proceso, y aupados por unos cuantos… Cualquier parecido con la actualidad, ¿es solo coincidencia?
Sobre el voluntariado en inglés ha existido la expectativa de que éste es beneficioso para los estudiantes en distintas formas. Por ejemplo, se cree que el voluntariado ayuda al aprendizaje de la gramática, del vocabulario, de la pronunciación y la escucha y en la disminución o pérdida del temor al «hablar» en esa lengua.
No obstante, esas ventajas que per se ofrece el voluntariado, pueden verse opacadas cuando quienes se encuentran a cargo de estos programas por razones políticas, carecen de las respectivas credenciales y conocimiento especializado; un «laissez faire, laissez passer» educativo que ha permitido que cualquier empírico dirija asuntos relacionados con la educación pública costarricense, especialmente en los últimos tres años. 

Como es de esperarse, proceden de manera heurística, dejando de lado –sin conocerse con base en qué criterios– la investigación científica y los excelentes resultados prácticos derivados de esa investigación, en este caso, en torno al voluntariado en lenguas.  
A manera de contribución para quienes generosamente participan en los programas de voluntariado en inglés –y para aquellos que hacen creer a la población que los programas de voluntariado que dirigen de manera infundada en Costa Rica (CR) son una «innovación»– se les recomienda la lectura del documento «English as a Second Language in Volunteer-Based Programs», escrito por Paula Schlusberg de New Readers Press y Tom Mueller de Laubach Literacy Action.
El documento incluye aspectos sobre: 1. las características de los programas de voluntariado en inglés, 2. el modelo educativo, 3. los escenarios para la instrucción, 4. los estudiantes, 5. el plan de estudios, 6. la capacitación de los voluntarios, 7. los beneficios y retos, 8. las tendencias actuales, 9. las referencias bibliográficas.
Dentro de los diversos aspectos que llaman la atención en el documento, se encuentra lo consignado por los autores en la conclusión.  Un extracto de ésta es: «Aunque la capacitación continua y de calidad de los instructores es todavía un problema, los programas de voluntariado se asemejan cada vez más a los programas de Inglés como Segunda Lengua, con instructores pagados…»
Si la capacitación continua y de calidad de los instructores de los programas de voluntariado es todavía un problema dentro de los Estados Unidos de América (EUA), surge entonces la interrogante de si en CR éstos en realidad funcionan, en especial cuando quienes los dirigen utilizan a la vez el infundado Common European Framework of Reference, se atienen a mal llamados «diagnósticos» realizados por medio de igualmente infundadas pruebas estandarizadas comerciales –ya sea donadas o compradas– con las que «descubren» el «nivel» de inglés de los «diagnosticados».
¿Existe algún informe científico independiente que pueda consultarse públicamente sobre el voluntariado en lenguas en CR, no una versión parcializada de quienes son juez y parte en el proceso?
Con un porcentaje de dinero muchísimo menor que al utilizado, por ejemplo, en la compra de libros de texto insuficientes y de pruebas estandarizadas, en los pagos a «expertos» internacionales por consultorías y en viajes para «observar» modelos educativos en otros países, o en los fondos que buscan para financiar fundaciones, ya se habría realizado un estudio similar al citado, en, por y para CR.  Ya habrían ofrecido mejores condiciones de toda índole a los distinguidos voluntarios y estudiantes.
Para quienes gustan –entre muchos otros aspectos– hacer «copy and paste» de documentos ajenos, parafrasearlos y presentarlos como propios, copiar modelos foráneos bajo el argumento de «aprender de experiencias en otros países», no conducir investigación científica educativa –pero sí inventarla–, y confundir lo pragmático con lo perfunctorio, se les sugiere comprender que «English as a Second Language in Volunteer-Based Programs» trata específicamente sobre la enseñanza, la adquisición y la evaluación del inglés en un contexto como el de EUA (English as a Second Language, ESL), y que no puede ser importado acríticamente –o como dicen, «tropicalizado»–  al contexto donde esa lengua se enseña, aprende y evalúa como extranjera (English as a Foreign Language)–el caso de Costa Rica… aunque el etnocentrismo que los gobierna, no les permite reconocer el inglés de los conciudadanos limonenses. 
El voluntariado en lenguas constituye un excelente complemento al trabajo que se realiza en el aula; una valiosa oportunidad que no puede continuar siendo dirigida mediante métodos no rigurosos, por tanteo, por reglas empíricas, con base en la intuición… que solo han provocado daños permanentes a la educación pública costarricense.

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