Esmeralda: crónica de mi supervivencia. Así se titula un novedoso libro de Víctor Valembois. Se trata de la historia de una mujer, porque indudablemente las mujeres tienen historia. Y en este caso no es una ficción; no hay que hacer ficciones cuando la cruda realidad permite construir memorias.
Nos ubicamos primero en la vida de una joven europea. La vida de una muchacha, que hoy sigue siendo la misma persona, pero vitalizada por su amor a la vida, por su fe en el esfuerzo y la sinceridad del corazón. Una muchacha que experimentó que el mal puede tomar carne y figura por más que uno y los suyos intenten la búsqueda del bien.Es el caso que la muchacha, siendo muy joven, creció bajo el régimen del nazismo, transcurrió y sobrevivió milagrosamente siete campos de reclusión, padeció en ellos y en ellos vio desaparecer a sus conocidos, a familiares y a otros no tan conocidos, pero no por eso menos seres humanos.
El libro está redactado desde sus recuerdos personales y fue ambientado por un compilador casi de paciencia franciscana, pues tuvo que ir y venir, hacer y valorar, diagnosticar y escribir las memorias de un alma; así, el lector logra tener entre sus manos y ante su vista un libro claro está, pero que parece diario vivencial, pues es fruto de las experiencias personales de la joven y de la mujer que fue evolucionando hasta hoy. El libro se acompaña con fotografías familiares, personales, propias de la época y algunas del presente; resulta ser este un recorrido vívido, aleccionador, instructivo, un Diario que cautiva por sus valores humanos y por eso un Diario pedagógico, pues leyéndolo previene y libera a quien sepa leer del fanatismo y el egoísmo. Las experiencias narradas se acompañan de la voz de la protagonista principal, hoy voz plena de rectitud y de sabiduría, esas que indiscutiblemente otorgan los años vividos en la honradez. Así, en la pág. 346, p. ej., se lee: “Se puede matar al soñador, pero no al sueño”. Esa frase retrata perfectamente el espíritu de todo el libro: el espíritu humano en pro de la vida digna y esencialmente humana, espíritu por eso siempre juvenil, porque gracias a ese espíritu siempre vivirán los sueños y estos serán la realidad para quien sueña, para quien ama de verdad.
El sueño es vida porque es esperanza y es realidad porque guía como forma de vida, como un vuelo y una posibilidad del espíritu humano que nada ni nadie puede reprimir o matar, por más berridos y tiros que se pegue en contra, por más totalitarismo de todas las variedades y cuños posibles, imaginables o inimaginables que puedan dar o haber.
Saludos y felicitaciones a don Víctor Valembois, armonizador de la posibilidad de este libro-narración historizada-vivencial-pedagogía-Diario; felicitaciones también a la Editorial Promesa y mi agradecimiento sincero por permitirse editar este libro, ¡ahora a difundirlo de modo perfecto! Y a la estimada señora siempre joven que hizo posible que este libro existiera y que sus experiencias y sus enseñanzas fueran compartidas, a Usted, Luisa Hermans, mi abrazo y agradecimientos totales y mi oración permanente. ¿Y sabe?, Usted me recuerda a gente muy linda que conocí y tuve la dicha de tener tan cerca. ¡Siga tan tan tan linda!