El periodismo para quienes estudian o enseñan en nuestra Universidad, así como quienes dirigen sus medios de comunicación, debe cumplir con altos estándares éticos y sustantivos. Es la principal universidad de nuestro país en tamaño y en calidad. Se forman en ella las próximas generaciones que deberán guiar a nuestro país. Es por ello que es doblemente preocupante encontrar fallas importantes en artículos de este Semanario UNIVERSIDAD.
Escribo en relación con la crónica de David Chavarría sobre la Comisión que investiga la llamada trocha en la Asamblea Legislativa, publicado en la semana del 30 de agosto de 2012.Me sorprenden dos cosas especialmente. La primera es observar el uso de mi fotografía, como parte de la crónica, sin nunca haber sido consultado. La segunda, es observar la repetición de falsedades que ya ha sido aclaradas por diversos medios y por el propio exministro Jiménez en esa Comisión Legislativa.
Entiendo que el periodismo serio siempre consulta a las personas involucradas en una noticia, también que se trata de dar una exposición balanceada a los distintos puntos de vista sobre el tema en particular. Falta el Semanario en este compromiso con la ética periodística. Falta aun más cuando publica falsedades que dañan a una persona honesta.
Como lo he señalado, no he formado parte de ninguna Comisión de Asesores en temas de infraestructura. Lo que si es cierto es que he participado en reuniones informales, sin poder de decisión, en las que se discutieron temas generales de economía, de infraestructura y de otra índole. Acudí a esas reuniones por invitación de la señora Presidenta y al tenor de mis obligaciones ciudadanas. No era una Comisión, no se tomaban decisiones, no se dirigía nada.
Para quienes no me conozcan, les aclaro que he trabajado a lo largo de mi vida en cuatro ámbitos: el empresarial, el de fundaciones y asociaciones de servicio colectivo, el partidario y el de servicio público. Siempre la ética y el compromiso con el país han marcado mi trabajo. Ahora ya me encuentro pensionado y dedico gran parte de mi tiempo a mis nietos.
Es contrario a la ética y las mejores prácticas periodísticas jugar con la honra ajena, en mi caso, honra que se construyó a lo largo de una vida productiva, motivo por el cual decidí escribir este artículo.