Sí, como a Unamuno, me duele un país, esta otra minúscula tierra: Gaza, 365 kilómetros cuadrados (aprox. una décima parte de mi país), con una población cinco veces más pequeña, mucho más densamente poblada todavía. Las diferencias, en realidad, y posibilidades se acumulan cuando uno ve la pirámide demográfica (2,9% de crecimiento, allá), escuela muy fragmentaria (hay unas treinta de la ONU), y el empleo (la mitad de la población, cesante), realidad inaguantable aun sin invasor.
¿Por qué insisto en este último punto? Porque esa Bélgica que evoco era un territorio neutral, no es el caso de Gaza. Después de la Segunda Guerra Mundial, con el ojo cerrado de los europeos (empezando por la Declaración Balfour), su mismo vecino invadió este territorio. ¡Desde hace siglos no era precisamente una franjita vacía! Hasta 1993, el usurpador mantuvo control sobre su espacio aéreo, sus fronteras y su acceso al agua (siguen envenenando el preciado y escaso líquido).
Por iniciativa propia, en 2005, Israel se retiró unilateralmente. Hubo elecciones y este pueblo trató de encontrar su propia ruta de independencia y dignidad, cosa relativa porque para todo tipo de instancias depende del control del vecino: su entrada de mercancías (la sandía es subversiva para el intruso, porque tiene los mismos colores que la bandera de Palestina), su acceso al abono (dicen los “buenos” que puede servir para fabricar bombas)… ¿Libros y educación? Material subversivo, recalcan los mismos, porque incita a pensar en forma independiente.
Pues ante la desesperación no deja de ser inevitable que, lo mismo con el caso evocado en tiempos de mi madre, haya francotiradores. Hace cien años, “ulanos”, a caballo y con lanzas, por un francotirador mataban centenares, hombres, mujeres, niños. Este horror se repitió también en Dinant y entre otros en Lovaina (¡Darío refiere a ello en su poema “Pax”). A raíz de ello, mamá fue una refugiada en Francia. ¿Aprenderemos de la historia? Diógenes, fíjese: los Palestinos también son seres humanos, en cambio los invasores, nuevos bárbaros, aprendieron de su victimario, de Hitler. Definitivamente, Gaza no se arreglará con una gasa… y ya ni eso hay.