El proyecto de Libertad Religiosa también ha generado críticas, sobre todo de un sector de la población que aspira a un Estado Laico, pues siente que nos lleva en la dirección opuesta ¿Qué tiene que decir al respecto?
−Estoy comprometido personalmente con la laicidad del Estado, siempre ha sido así. Pero nunca he hablado de un Estado sin Dios y sin religiones; soy creyente y creo en un Estado Laico, donde la gente si quiere puede aportar recursos para una religión específica; así es como se hace en Estados Laicos europeos. Si usted quiere poner plata suya para financiar a una iglesia tal, usted la pone, y el que no quiere no la pone y la plata para esa iglesia no la pone el Estado, la pone el contribuyente. Pero se garantizan ciertas condiciones para que las iglesias funcionen, se garantizan diálogos para que lo que era el diálogo para una iglesia ahora se pueda realizar para todas, se garantiza que las iglesias o las organizaciones religiosas o no pero que tengan una fundamentación espiritual, como grupos de Yoga, involucradas en proyectos sociales, me parece que puedan hacerlos. Me parece que no hay contradicción con un Estado Laico si se reconoce el papel general que las iglesias cumplen en la comunidad.
Cuando usted habla de los contribuyentes, eso es un dinero que no lo aporta el Estado, pero que es dejado de percibir por el Estado.
−Esa ley específica, incluida la donación de bienes, tendrá que ajustarse una vez que la norma constitucional se modifique. A partir del momento en que el Estado deja de ser Confesional, habrá un ajuste de la legislación que acompañó a ese modelo de Estado.
¿En concreto, es su posición como gobernante que el dinero del Estado no tiene que financiar las iglesias?
−Creo que el Estado Laico conlleva una separación de tipo financiero con las iglesias. Aquí hay un tema que además es necesario colocar en el debate, que tiene que ver con la naturaleza estatal de la Iglesia Católica y su posibilidad de constituir contratos con el gobierno de Costa Rica y cualquier otro gobierno, que esa es una condición que no tienen otras iglesias, porque el Vaticano es un Estado.
¿Qué es un Estado Laico pero no sin Dios?
−Es un Estado que reconoce la existencia de organizaciones religiosas que operan con absoluta libertad, que pueden participar de la vida social, un Estado que facilita el culto, que no persigue a las religiones, donde el presidente puede expresar su credo, un Estado que no persigue a las escuelas religiosas, donde no se castiga la práctica religiosa mientras se mantenga apegada a la legalidad.
¿Está capturada la agenda legislativa por los diputados evangélicos?
−No. La agenda está fracturada por la fragmentación de la Asamblea Legislativa. Eso lo sabíamos, y que eso iba a conllevar niveles inéditos de negociación. La Asamblea Legislativa tiene hoy cinco bloques de poder, casi del mismo tamaño. Cuatro de esos bloques son partidarios y el quinto es un grupo de diputados o de fracciones unipersonales, que sumados tienen tantos votos como una fracción propiamente dicha. Eso lleva a una situación de empates cruzados, que solo se rompe cuando dos −y generalmente tres fracciones− se ponen de acuerdo. No hablo de secuestro de agenda ahí; lo que hablo es de una realidad definida así por el pueblo costarricense. No creo que haya habido en el pueblo costarricense duda ninguna sobre este tema. Costa Rica refleja en esa Asamblea el estado en que se encuentra ella misma en lo político y en lo sociológico. Es un país cada vez más fragmentado, en donde los consensos son cada vez más difíciles. Ningún grupo tiene capacidad de secuestrar nada ahí, ni un minuto de silencio.
“Hay símbolos que reflejan compromisos”
Se le ha criticado por algunos gestos con ciertos sectores, porque está descuidando acciones concretas de parte del gobierno. ¿Es esto así?
−Entiendo que la política es de hechos y gestos, símbolos y realizaciones. Hay símbolos que reflejan compromisos: cortar los árboles al frente de la Casa Presidencial y decir “aquí nos ven a todos”, gente que aquí no venía ahora viene, el Ministro de la Presidencia ha tenido reuniones con un montón de actores sociales, cuyas principales demandas han sido cumplidas. ¿Por qué no se ha dado cuenta la sociedad? Porque no ha habido huelgas sobre eso.
Cuando se pone la bandera del movimiento LGTBI en la Casa Presidencial y eso genera una enorme reacción −unas a favor y otras en contra−, eso es un símbolo que refleja una serie de compromisos que se están negociando, tal vez no a la misma velocidad que quisieran los movimientos LGTBI, porque queremos que los cambios sean efectivos y perdurables. Si atropellamos la presentación de proyectos de ley en esa materia, lo único que vamos a lograr es que se rechacen, porque el Gobierno no cuenta con los votos automáticamente para garantizar que todos los proyectos se aprueben. Hay que negociar.
Usted en campaña habló de bajar la electricidad y la gasolina, pero cuando llega al gobierno se da cuenta de que el margen de acción que tiene desde el Ejecutivo es muy poco. ¿Quiere decir esto que había desconocimiento de su equipo y suyo de lo que se podía y no se podía hacer?
−No, pero lo que sí se puede decir es que estamos haciendo una revolución nunca antes hecha en este país, a propósito de la discusión del modelo energético. ¿Qué fue el resultado más importante que ha tenido el Gobierno en este tema? No bajar la luz, sino aplanar la tarifa 18 meses, para iniciar un diálogo sobre la matriz energética, del modelo energético del país, que para finales de este año debe tener los acuerdos intersectoriales necesarios, para que de aquí a mediados del año entrante −cuando entre Reventazón a funcionar− bajar el precio de la electricidad. Evidentemente hay factores fijos que pesan mucho; en el caso del combustible son los impuestos, sin los cuales el déficit fiscal se dispararía en el país. Pero hay otros factores que tienen que ver con elementos estructurales del modelo, que son los que estamos empezando a administrar y que se convertirán en factores decisivos para bajar las tarifas como resultado de ese diálogo.
¿Mantiene la promesa?
−Sí, claro. Pero ya no va a depender solo del Gobierno; va a requerir de un pacto social y un esfuerzo de diferentes sectores, por discutir en términos nuevos este tema del modelo energético del país y la matriz eléctrica. El exitoso modelo energético costarricense tiene un límite extrapolítico, que se llama cambio climático.
Se han acusado sucesivas descoordinaciones entre los jerarcas de gobierno. ¿Por qué les cuesta tanto mantener una decisión en firme? Uno ve un jerarca viceministro que dice algo y luego sale el ministro a decir “bueno, no era tan así”.
−En este tema de las descoordinaciones, presuntas o reales, hay que verlas. Sí las ha habido, tiene que ver con la curva de aprendizaje, en algunos casos. También ha habido muchos otros en los que ha habido una línea clarísima, en la mayoría de los casos, en los que no ha habido ni contradicciones ni curvas de aprendizaje, ni nada, se han sostenido las decisiones. Se sostuvieron decisiones en el tema de educación, absoluta coherencia en el tema tributario y fiscal, ha habido una acción consistente en el tema de infraestructura. En el caso de la comisión de iglesias, simplemente hubo una información que no tenía la viceministra de Salud, de un proceso que se había iniciado desde antes de la toma de posesión. Habría que abordar cada caso, para ver si fue falta de información, de coordinación o simplemente falta de nuestra capacidad de comunicar algo que debió comunicarse con mayor claridad. En un caso de esos, en el que nos ponen a don Helio Fallas y a mí a pelear sobre la directriz para conciliar, no había diferencia entre el vicepresidente y yo, pero se generó un malentendido.