Hay muchos tipos de grafiti; mejor dicho, hay personas que realizan lo que se da en llamar grafiti, que son mensajes anónimos, generalmente hechos sobre una superficie de pared. La característica del grafiti tradicional es una frase corta, directa, irreverente, cuyo trasfondo revela un conflicto social intenso. Por supuesto que hay otros más calculadores, esnobistas, del grafiti por el grafiti, y lo único que nos muestran es exhibicionismo, quizá el trastorno de personalidad de quien los ejecutó.
El grafiti se da por la insatisfacción de un sujeto, con lo cual entra en estado de rebeldía, de desafío con la colectividad y el estado de cosas establecido, sea por medio de los valores, las leyes y los reglamentos que los ponen en práctica, la costumbre, sus propias contradicciones, pero es una llamada de atención al grupo social y sus prácticas ordenadoras.Hay un tipo de grafiti muy particular porque es privado, mayormente.
Ese tipo de grafiti no se da en la pared a cielo abierto, en las tapias de concreto, en los edificios de la empresa privada, ni en parques o centros de entretenimiento; los podemos ubicar en el espacio que goza de cierta intimidad para la persona, como es su lugar de dormir o cuarto.
En la habitación de la persona –cuando la hay−, se encuentra una concentración de privacidad procaz a la masturbación mental y enajenación del individuo, o bien, de liberación total que solo le responde y corresponde a sí misma y a la circunstancia del momento.
Los temas son de su mano y pueden estar inspirados en otros seres humanos, que tiende a emular porque se siente identificado, con cierto tipo de cultura, con otra época, o en búsqueda de su lugar en el mundo dentro de su instante de acción, con lo cual su mundo es joven y tiende a ser de los que llevan la contraria en todo, de los que se apuntan a la conspiración romántica, de los que por una u otra razón actúan con cierto grado de espontaneidad preestablecida.
¿Qué temas encontramos en esa selecta ubicación? Muy personales, exploratorios, prefabricados, iconográficos, en algunos casos relacionados con las drogas y el sexo, la vida libre y el no asumir obligaciones de manutención o realidad consuetudinaria, como cualquier otra persona que es autosuficiente para atenderse a sí misma y por sí misma; el mundo subliminal y el estar en contacto con las corrientes en boga que lo enmarcan dentro de grupos y la pertenencia a cierto tipo de valores idealistas, aunque se tenga la conformidad de pertenecer a un medio y a otras personas que lo sostienen económicamente, por lo que no hay una real autonomía, sino que las limitaciones obedecen a principios del crecimiento y desarrollo en su proceso de inserción al mundo.
Ese tipo de grafiti nos estaría reportando un grafitero para él o ella, quienes los visitan, y para el circuito familiar o de amistades donde se relaciona. No tiene un impacto directo y significativo en el resto de la sociedad, aunque sí es importante para construir parte del carácter y personalidad a futuro. Debe considerarse la clase social y el contexto intrafamiliar en que se da.
Por lo que se nos ha permitido esculcar, ciertas habitaciones tienen sus muestras grafiteras en iconos preestablecidos, afiches, y cómo está ordenada y dispuesto el espacio de la habitación, el color y las texturas de las paredes, cielorraso, el desmadre y la anarquía, la colección de objetos significativos para la persona con leyendas o frases que se suponen transgresoras, aunque sean basura, incluyendo la presentación personal del sujeto, su cama o superficie horizontal donde duerme, la luz y las sombras, el uso de artefactos que en sí mismos tienen incorporados eslóganes de una subcultura, y en este submundo personal, de intimidad, la psicología de quien allí realiza su grito de ¡váyanse a la mierda!
Sin embargo, el alcance de aquella rebeldía y conflicto social, contrasta con la vuelta a casa, con portarse mal afuera y encerrarse dentro de las cuatro paredes, que al fin y al cabo dan seguridad y alivio a las penas internas y nuestro subsiguiente tránsito del día a día.