Vinieron más guerras: Corea, Vietnam, Afganistán…: ello vitaliza la economía y da fuerza al comercio, dicen: cómo no. Por eso es que a los “soldados de la libertad”, allá, se les obligaba a tomar un preventivo contra la malaria, producido por la empresa de cierto Donald, ningún pato, secretario de Defensa en la primera administración Bush. Muchos que tomaron esa droga sufrieron dramáticos cambios de humor, tendencias homicidas y suicidio. En el estudio de esas conductas antihumanas provocadas desde el poder, es decir: por personas interesadas e inescrupulosas, a aquel shell schock, ahora en la enésima postguerra (en Siria, en África Central, entre otros) se le llama Post traumatic stress syndrom: el funesto PTSS. Ahora en Ucrania, a aquel nuevo zar no le importa que se inmolen jóvenes: sirven como peones en su ajedrez expansionista.
Pero a los que buscamos mejoramiento de la especie, cantidad de preguntas nos asaltan, por ejemplo también en un terreno afín con lo anterior, en muchas ejecuciones judiciales: ¿sigue la ley del talión?
Nadie duda que cabe castigar y quizá liquidar a ciertos asesinos graves. Pero se incrementan los casos donde, a posteriori, se comprueba que no eran culpables. Además, la dama justicia cantidad de veces se ha inclinado en detrimento de grupos raciales (sobre todo: negros) y menos favorecidos (qué rico… escaparse al cuchillo). Luego, una reciente ejecución en Oklahoma ha puesto en entredicho el método: si bien una inyección letal suele considerarse el proceder más “humano”, el caso concreto duró más de 40 minutos. ¡Hasta la guillotina fue inventada por lo más rápido, es decir: humano- del castigo! Por último, en lo que definitivamente no veo progreso, es que, como lo demuestran fotos recientes, esas ejecuciones se siguen practicando como espectáculo, escarnio: así era… en la Edad Media.
Se pregunta uno entonces si la famosa imprecación de San Pablo, no debería leerse también como: “Asesino, ¿dónde está tu victoria?”.
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