Las sombras sobre el sadomasoquismo

Suele usarse el término BDSM como acrónimo de las palabras inglesas Bondage-Discipline, Domination-Submission and Sado-Masochism. Utilizado a menudo en la literatura y el cine

Suele usarse el término BDSM como acrónimo de las palabras inglesas Bondage-Discipline, Domination-Submission and Sado-Masochism. Utilizado a menudo en la literatura y el cine –comúnmente en trabajos de mucha mejor calidad– ha tenido cierta exposición a la luz pública gracias al famoso libro Cincuenta Sombras de Grey, y se refiere a una serie de prácticas eróticas coloquialmente llamadas sadomasoquismo. El BDSM es un movimiento internacional organizado con una comunidad propia, existente también en Costa Rica, compuesta por personas normales y respetuosas de la ley que se cimenta sobre ciertas normas éticas esenciales.

Una de estas es la regla de que todo lo practicado debe ser siempre Sano, Seguro y Consensual (SSC). Es decir, que ninguna práctica BDSM debe hacerse de tal manera, que ponga en peligro la vida de los participantes, que les dañe física o mentalmente o que no exista el consenso entre alguno de éstos. Existe por ejemplo la llamada “palabra de control”, que se usa para detener la fantasía en el momento que alguno de los involucrados lo desee o para alertar sobre situaciones de seguridad. Me permito acotar además que el BDSM no incluye al sadomasoquismo como una conducta sexual patológica, siempre que haya consenso entre los participantes y no exista un perjuicio grave físico o mental. Más aún, de acuerdo con un estudio realizado por el psicólogo holandés Andreas Wismeijer y publicado en la Journal of Sexual Medicine en 2013, se descubrió que en promedio los practicantes del BDSM tenían mejor salud mental que los no practicantes.

Hasta acá, creo que incluso los más conservadores admitirán que el BDSM es una práctica sexual privada, que cualquier pareja puede realizar en su intimidad, tanto como si la misma decidiera usar un juguete sexual o ponerse un disfraz de sex shop; es decir, es algo que sólo le concierne a quienes lo hacen. No obstante, la relación mostrada en Cincuenta Sombras es muy diferente. Se proyecta como peligrosamente abusiva y resulta cuestionable hasta qué punto cumple con la regla SSC, por lo cual con gran razón ha sido acusada de fomentar la sumisión de la mujer, relativizar la violencia de género y reforzar estereotipos machistas.

Dentro de la cultura BDSM existen diversos roles, como es el de “dominante” y del “sumiso”, sea en parejas hétero u homosexuales. En el caso de las heterosexuales, el rol dominante puede ser ejercido tanto por el hombre como por la mujer; también hay parejas en donde este rol puede ser intercambiable, llamadas “switch”. Rara vez estos roles tienen alguna incidencia fuera del juego sexual, es decir, puede ser que una mujer independiente, lideresa y que lleva las riendas de la relación, asuma un rol “sumiso” durante el período en que dura la sesión, retornando el rol que le corresponde normalmente el resto del tiempo. De ninguna manera –y esto es importante recalcarlo– el BDSM fomenta el machismo o la sumisión de la mujer en ninguna otra situación. En todo caso, igual puede ser a la inversa, y no es extraño ver al típico estereotipo de macho varonil asumir un rol sumiso.

Según mi experiencia, los integrantes de la comunidad BDSM son personas muy liberales, que difícilmente tendrían una mentalidad machista de la misma forma que no caen en la homofobia o la transfobia (pues el colectivo LGBT es bienvenido dentro de sus filas sin prejuicio alguno) y es evidente que, indistintamente de quién ejerza el rol dominante en la fantasía, la mujer está al mismo nivel que su compañero sentimental.

Dice la feminista Sylvia Fox en su artículo Reconciling Feminism With An Interest In BDSM:  “No hay nada antifeminista en escoger participar en una vida sexual alternativa segura y saludable. Asegurar que el involucramiento en el BDSM es antifeminista presupone que estas relaciones solo son heterosexuales y con hombres en el rol dominante, cuando no es así y hay de muchos tipos diferentes. Someter todo tu control sexual a otro/a en un ambiente seguro, si es lo que te gusta, puede ser una de las experiencias más liberadoras y empoderantes”.

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